[dropcap]C[/dropcap]omo somos humanos tropezamos dos veces en la misma piedra, aunque hemos de reconocer que nos importa bien poco tratándose de las de esta ciudad; es más, buscamos el tropiezo tres, cuatro e infinidad de veces, tantas como hemos dicho eso de «Salamanca de piedra, ciudad dorada». Pues ese «reflejo» que nos deslumbra nos provoca un acto «reflejo» de querer capturar los «reflejos» que nos vamos encontrando por el camino.
De niños, cuando llovía, no había charco que nos frenara la intención de zambullir los pies, incluso hasta las rodillas si era preciso; de mayores nos hemos metido en «otros charcos» buscando que dejaran marca en nuestra vida y en el futuro a saber que charcos nos salpicarán. Pero no es nuestra intención ahora la de filosofar, todo es más sencillo; es que estos pesquisidores recuerdan los paseos nocturnos en los días de verano, cuando ya las calles del centro se van vaciando de multitudes y los empleados municipales conectan las mangueras a la red para regar. Es ahí, situación propicia, donde encontramos esas aguas casuales, retenidas momentáneamente, que permiten a la realidad monumental perpetuarse en esa «otra dimensión».
Vamos, pues, a sumergirnos al encuentro de los datos que hallaron escritores, investigadores e historiadores:
«De la Plaza Mayor dijo d. Miguel de Unamuno: «corazón henchido de sol y aire»; la misma que se cubrió de losas de granito en 1954 y se convirtió en exclusivamente peatonal en 1972.
En el reflejo n°1 se aprecia la espadaña del Ayuntamiento, último de los Pabellones construidos, colocada en 1852, casi cien años más tarde de su finalización (1755, mismo año del fatídico terremoto de Lisboa) y que coronan cuatro virtudes cardinales, las que debe poseer un buen gobernante: Fortaleza, Justicia, Prudencia y Templanza. A ambos lados cuatro alegorías, que no responden a ningún motivo especial sino al meramente ornamental: a la derecha, según nos observan, Agricultura y Escultura; a la izquierda, Arquitectura y Geografía.
En el reflejo n°2 la imagen de Fernando III el santo preside el Pabellón Real, el primero en construirse, cuyas obras duraron tres años y del que fue colocada oficialmente la primera piedra el 10 de mayo de 1729».
Pero en nuestro relato nada debe sorprenderles, queridos lectores. Con los píxeles de la cámara empapados y los megabytes de la tarjeta calados hasta la médula, la corriente nos empuja hacia el norte arribando en la Puerta de Zamora que, dicho sea de paso, será simbólica porque actualmente ni hay puerta ni Cerca Medieval que la sostenga; eso sí, construida en 1534 cuando vino el emperador Carlos V, la tradición sitúa en ella recibimientos importantes, lo que no fue obstáculo para que se derribara en 1855.
«En los reflejos n°3 y 4 los testigos últimos de nuestra aventura: la iglesia de San Marcos, fundada en 1178 y posteriormente sede de la Real Clerecía de San Marcos y su espadaña, añadido barroco del siglo XVIII».
Comprobado queda que la historia del monumento y la de su reflejo es la misma, damos fe, fecha y firma.
Por todo ello, solicitamos que la UNESCO declare a estos charcos «Patrimonio Fugaz de la Humanidad».