[dropcap]E[/dropcap]l cambio de modelo energético es una realidad genérica dentro la política sobre calentamiento global y cambio climático. Así, a escala mundial, en el año 2018, se instalaron 171 GW (gigavatios, mil millones de kilovatios, o mil megavatios) de nueva potencia renovable, a escala de todo el planeta, hasta situarnos en un total de 2.351 GW de alternativas.
Ese incremento de energías limpias (hidroelectricidad, y sobre todo eólica y solares), se cifra ahora en un 7,9 por 100 de la total potencia eléctrica instalada el año anterior. Crecimiento que está apoyado en nuevas tecnologías, ya madurando, esto es, que han recorrido su curva de aprendizaje hasta alcanzar una competitividad plena las renovables con las tradicionales de combustibles de origen fósil.
Europa es consciente de su papel líder en la Transición Energética, con metas precisas de renovables en el mix total, fijadas en un 32 por 100 para el año 2030.
En España, tras casi cinco años de moratoria efectiva de renovables –con serios problemas de legislación de efectos retroactivos que castigó a los primeros inversores de fotovoltaicas—, el sector vuelve a mirar al futuro con esperanza. Con cerca de 8.800 MW de nueva potencia instalada, según las subastas de 2016 y 2017. Ya con la necesaria competitividad, alcanzada con las nuevas tecnologías y los nuevos objetivos marcados por la Unión Europea.
Para consolidar este escenario renovado, es necesario contar con una planificación energética a medio y largo plazo, consensuada, en lo que son los objetivos de Transición Energética, con propósitos de generación de empleo y riqueza, ahora con muchos más recursos autóctonos, que llevan a la consolidación de una industria renovable que puede permitirnos ser líderes a escala global.
La activación del sector de energías renovables tuvo en 2018 una clara incidencia positiva en la economía nacional, con cierto efecto en la lucha contra el cambio climático (recorte de emisiones de gases de efecto invernadero, GEI)
El “Estudio del impacto macroeconómico de las energías renovables en España”, presentado por la asociación sectorial APPA, el 2 de octubre –y del que aquí se hace una apretada síntesis— muestra las principales magnitudes macroeconómicas del sector renovable en la dimensión nacional. Que creció en 2018 un 10,7 por 100 en términos reales, hasta aportar una cifra de 10.521 millones de euros al PIB, empleando 81.924 trabajadores y marcando un nuevo récord de exportaciones (4.769 millones de euros). El sector renovable contribuyó así, de forma muy positiva, al Erario, superando los 1.058 millones de impuestos pagados.
Es importante subrayar que las renovables, en 2018, supusieron el 13,9 por 100 de la energía primaria generada en España, y el 38,1 por 100 de la electricidad disponible. Por otra parte, fue importante el impacto en nuestra dependencia energética: se ahorraron 8.547 millones de euros en traer combustibles fósiles y 899 millones en derechos de emisión.
En definitiva, la activación del sector de energías renovables tuvo en 2018 una clara incidencia positiva en la economía nacional, con cierto efecto en la lucha contra el cambio climático (recorte de emisiones de gases de efecto invernadero, GEI), lo que permitirá una mejor calidad del aire, evitando parte de la antigua contaminación en las zonas urbanas. Donde la movilidad evolucionará con los automóviles híbridos, coches eléctricos, utilización de hidrógeno, etc.
Esos beneficios colectivos van mucho más allá de la descarbonización de la economía o el cuidado de la salud y el medioambiente. Inciden también en el empleo, en el suministro energético a costes más bajos y controlables, con la ya referida reducción de la dependencia energética.
En definitiva, ya estamos en el contexto de la Transición Energética, dentro de los ambiciosos objetivos europeos para el cambio climático, asumidos desde la COP-21 con el Acuerdo de París 2015, y unos compromisos ulteriores ratificados por abrumadora mayoría en el Parlamento Europeo, que da un fuerte respaldo social a lo que se pretende, de llegar a 2050 sin emisiones de GEI. En ese sentido, va a ayudar mucho que en renovables se haya alcanzado la competitividad económica frente a las fuentes tradicionales, como ya se ha dicho, por las constantes mejoras tecnológicas.
Nuestra comunicación de hoy es quizá más breve que de costumbre, pero no por ello menos importante. Estamos en una fase crucial de cambio del modelo energético para salvar el planeta. En esa dirección, no dejen de hacerse con un pequeño libro muy importante que acaba de publicarse. Se debe a James Lovelock, y plantea que tras el Antropoceno, la era geológica que ya recibió la incidencia del hombre, estamos en una nueva era, que él denomina Novoceno, una etapa en que la inteligencia artificial va a tener cada vez más preeminencia en las decisiones humanas, para la salvación del planeta. Y no me quedaría tranquilo si confieso a los lectores que he encontrado un James Lovelock, que acaba de cumplir 100 años de edad, mucho más optimista de cara al futuro de lo que planteó hace una década con su anterior libro La venganza de Gaia.
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