El auge de los trasteros empieza a conquistar el centro de Salamanca, después de varias iniciativas asentadas en la periferia de la ciudad del Tormes.
Y es una tendencia que marca el declive de algunos negocios y la pujanza de otros como el de los clásicos guardamuebles.
Las dos discotecas de Alfonso de Castro, que bullían de soldados de reemplazo que hacían la mili en los dos acuartelamientos existentes en la ciudad cayeron en desuso tras la supresión de La mili y todos los negocios que dependían de los miles de soldados que pasaban parte de su ocio en el entorno entraron igualmente en crisis.
Una de ellas trató de reciclarse enfocándose en una clientela más talludita, pero el intento no fructificó.
Tras varios años cerrados ahora los ha alquilado una empresa para convertir las dos discotecas en trasteros.
Un servicio con aparentemente buena demanda en una zona donde pocos edificios tiene garaje y, por lo tanto, espacios para almacenar los trastos viejos.
Hasta ahora, los proyectos de trasteros alquilados por días o meses se han asentado en la periferia, como el polígono del Montalvo, La Salle y Puente Ladrillo.