Después de una intensa Nochebuena, sin incidentes de hospital, la ciudad comenzó a recobrar el pulso sin prisas.
A las 9.30 horas las calles aún se estaban poniendo.
Los trabajadores de la limpieza y las patrullas policiales se cruzaban con los jóvenes que regresaban de pasar una larga noche de fiesta.
Eran apenas los únicos transeúntes sin contar con los abnegados dueños de mascotas que tiene que cumplir sin mirar el calendario.