Este es el origen de los regalos y comilonas de Navidad (y de las rebajas)

Todo lo que hacemos en estas fechas ya se hacía en tiempos de los romanos
Regalos bajo el árbol de Navidad.

David Botello y Esther Sánchez, historiadores que realizan el programa ‘Historia en ruta’ en la Cadena Ser, han ofrecido este día de Navidad una explicación didáctica e ilustrativa del origen de nuestra actual afición a las comilonas y a intercambiar regalos durante estas celebraciones.

 

Se puede decir que todo empezó en tiempos de los romanos. El templo de Saturno se alza en la esquina sudoeste del foro de Roma. Es uno de los más antiguos de la ciudad, junto con el de Vesta y el de Júpiter.

Saturno es el Cronos griego, el padre del tiempo, el tipo que devoraba a sus hijos. Es uno de los dioses más antiguos de Roma, el Dios de la cultura de los campos que enseñó a los hombres el secreto de la agricultura, también les dio leyes y por eso se guardan en este templo las doce tablas con las leyes fundamentales del derecho romano. Se le representa con una guadaña como la muerte y acompañado de un cuervo.

En ese templo tenía siempre los pies atados con cuerdas de lana. Durante la Saturnalia se liberaba al grito de io saturnalia y la fiesta empezaba con un banquete público en el foro al que estaba invitado todo el mundo.

La saturnalia era una de las fiestas más importantes de la antigua Roma. Durante el invierno, las tareas del campo se terminaban y los romanos se relajaban, se olvidaban de las obligaciones y salían a desparramar para recordar aquella época dorada en Saturno, cuando reinaban la felicidad la igualdad y la justicia y los seres humanos vivían en paz sin preocupaciones. Eso sí, sin trabajar, nunca envejecían y se pasaban el día cantando bailando y riéndose.

A Saturno no le gustaba que la gente estuviera triste durante su fiesta, por eso era tradición extender la alegría a todo el mundo y los romanos se deseaban unos a otros una feliz saturnalia.

Se cerraban las escuelas, los tribunales y las tiendas y Roma se llenaba de mercadillos. Los romanos salían a la calle con guirnaldas en el pelo, disfraces festivos y gorros de colorines y bebían en exceso. Se organizaban juegos con apuestas, bailes de máscaras y espectáculos prohibidos durante el resto del año.

Las familias y los amigos se reunían, cenaban juntos y se intercambiaban regalos, adornaban las mesas y las casas con velas y ramas de plantas sagradas como el olivo el acebo el laurel o el pino y para tener contentos a los lares, los espíritus protectores del hogar, les echaban comida al fuego durante las cenas y así todos contentos.

La fiesta del sol invicto

Cuando acaba la saturnalia empezaba la fiesta del Sol invicto. Para conocerla hay que situarse en el templo del Sol, en el campus Agripa de Roma.

Dionisios, Osiris, Horus, Apolo, Adonis,… los principales dioses solares de un montón de cultos orientales nacieron tres días después del solsticio de invierno, o sea, cuando el sol vuelve a moverse y el día empieza a ganar terreno a la noche, la noche del 24 al 25 de diciembre.

En el año 740 se celebraba clandestinamente el 25 diciembre la fiesta pagana de Helios, el dios sol. A medianoche bajaban a un santuario y sacaban de allí a una criatura y decían «la Virgen ha dado a luz, la luz aumenta», porque todos estos dioses solares, o casi todos ,como tuvieron una madre virgen.

Los romanos cogieron todas estas tradiciones solares las mezclaron con todos estos dioses y se pusieron a celebrar el Sol Invictus.

El renacimiento del dios sol

Empezó bajo la tutela política del emperador y pasando el tiempo llegó a ser la religión imperial que celebraba el culto a la naturaleza divina del emperador.

El emperador Aureliano después de su victoria sobre los palmiros mandó construir este templo del Sol.

Allí estaba el venerable colegio de los pontífices Solis y en él se celebraba por todo lo alto la fiesta del Sol invicto, que empezó a llamarse también natalis invicti. Durante las fiestas había carreras de cuadrigas, luchas de gladiadores y gritos de alegría.

Se sabe por Juan Crisóstomo, uno de los cuatro padres de la iglesia, que los cristianos empezaron a celebrar el cumpleaños de Jesús en la misma fecha en que se celebra el de Mitra o el sol invicto para que los cristianos puedan celebrar en paz su santo y ritos mientras los paganos se entretenían con los espectáculos circenses. Los paganos no solo se entretenían en el circo.

El concilio de Zaragoza en el año 380 obligaba a los cristianos a acudir a las iglesias desde el día 17 de diciembre, cuando empezaba la saturnalia, hasta el 6 de enero cuando terminaban las calendas de enero.

Competir con los paganos

En realidad, los cristianos no querían apropiarse de la fiesta pagana, sino que querían competir con los paganos para ver cuál de los dioses tenía más derecho a celebrar el triunfo de la luz sobre la sombra.

La celebración pagana del Sol invicto era la confirmación de que Jesús era el Dios verdadero: “¿quién si no es más invicto que nuestro señor, que se batió con la muerte y la venció?”, se preguntaban los cristianos.

Lo que pasa es que el diablo había plagiado el nacimiento de Jesús antes de que sus naciera

Aquella época de debates teológicos es apasionante porque estos tipos serán capaces de llegar a las manos por defender sus ideas, pero para seguir con esta ruta por la Navidad hay que poner rumbo al templo de Strenia, una diosa de la salud.

A las afueras de Roma estaba el templo de Strenia y a principios de año se celebraba la Estrenalia.

Cuenta la leyenda de Rómulo Rómulo y Remo que para asegurarse un año nuevo lleno de salud sería buena idea llevarle a la diosa Strenia como ofrenda unas ramas con flores del bosque que estaba justo al lado de su templo.

La costumbre cuajó y poco a poco los romanos empezaron a regalar aquellas ramitas a parientes y amigos durante las fiestas para extenderles las bendiciones de Strenia.

Si querían que le fuera bien al vecino le llevaban una ramita, que querían que el cuñado se curara del mal de piedras le llevaban una ramita y así enseguida se pusieron de moda las strenae, el intercambio de regalos.

Poco a poco a las ramas les fueron añadiendo árboles frutales, nueve velas o figurillas de terracota. Luego ya se regalaba cualquier cosita. Los ricos tenían que hacer regalos generosos, los más instruidos regalaban libros y a los niños les regalaban juguetitos, monedas, tablas para escribir o bolsas llenas de canicas.

Quedaba muy bien quien regalaba una espórtula, un cestillo con ramas de olivo, hojas de laurel, higos secos y lámparas de aceite con felicitaciones para el año nuevo.

Las strenae crecieron y se multiplicaron en tradiciones distintas. El año nuevo romano era en abril durante la Pascua. De las strenae de primavera viene la tradición del Domingo de Ramos: si no estrenas algo se te caen las manos.

Año nuevo

La palabra strenae ha dado origen al verbo español estrenar. Al pasar el año nuevo a enero las strenae se mezclaron con los regalos de las saturnales y a los deseos de salud se fueron sumando los de suerte y felicidad para el año nuevo.

Poco a poco se han convertido en las tarjetas de Navidad, en las felicitaciones, en los regalos de Papá Noel y de Reyes, en la cesta de Navidad que dan algunas empresas o en el aguinaldo y todo empezó allí, a las afueras de Roma en este pequeño templo de la diosa Strenia.

Compras compulsivas

Si todavía no tienes tu regalo de saturnalia y no sabes dónde comprar puedes visitar el campo de Marte.

En el campo de Marte todos los años se monta la feria sigillata, el mercadillo más famoso de la saturnalia. Allí se podían comprar libros, láminas, estatuillas, artículos de broma y regalos.

Durante la saturnalia roma se llenaba de mercadillos. Artesanos granjeros y comerciantes llegaban a la ciudad antes del amanecer y se montaban los puestos en las calles señaladas que quedan cerradas así al tráfico. Algunos incluso se quedaban a dormir dentro del puesto.

Muchos autores romanos recuerdan que durante la saturnalia se compraba impulsivamente y durante muchos días. Era una fiesta desenfrenada donde la gente comía y gastaba como ahora hacemos en Navidad.

Las rebajas

Cuando las fiestas estaban a punto de terminar los vendedores eran más proclives a bajar los precios para garantizarse la venta y no tener que cargar de vuelta con todo lo que no han conseguido vender. Como el que no quiere la cosa estaban inventando las rebajas de enero.

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