Opinión

La piedra que no supo volar

Ubicación de la piedra, sujetada por un garfio de hierro, en la Catedral Vieja.

 

[dropcap]L[/dropcap]a principal intención de Pesquisidores en la Sombra es aprender, aunque sea un milagro, de milagro o a través de milagros, para luego compartir y entender que nuestra ciudad de Salamanca, con su historia y su piedra, es uno de esos —otro milagro— o como lo queramos interpretar.

 

No inventamos nada, salvo cierta retórica, pues lo que a continuación se relata está basado en Actas Capitulares, Libros de Cuentas y algunos escritos aislados, en definitiva, documentación abundante y de primera mano.

Eran los primeros años del siglo XVII y las bóvedas de la Catedral Vieja necesitaban cubrirse de teja debido al deterioro producido por filtraciones de humedad; así lo hizo saber al cabildo don Luis de Castilla, obrero mayor de la catedral, un 14-III-1614.

Psicosis milagrera a principios del s. XVII. Según la inscripción Alonso es Andrés.

También se sabe que por aquellos años se estaba arreglando la capilla-altar del Cristo de las Batallas —hoy día reubicado en un altar barroco diseñado por Churriguera en una capilla de la girola de la Catedral Nueva— del que dice la tradición perteneció al Cid Campeador y fue traído por su amigo don Jerome Visque, obispo de Valencia y posteriormente de Salamanca, huyendo de la inseguridad de allí a la muerte del valeroso caballero castellano.

Ya nos advirtió nuestro amigo, el monaguillo de ambas catedrales que vive en el Patio Chico, de la presencia de trabajadores desde hace algún tiempo y que conoció al más joven, un gallego de Orense llamado Alonso de Paz, que acababa de ser actor involuntario o secundario de una experiencia que resultó vital en su corta existencia; quedamos los tres para que nos lo presentara y preocuparnos a la vez por su estado de salud.

Seis arrobas y ocho libras de peso es la contundencia de esta piedra, ahora inofensiva.

Incrédulo todavía Alonso —Alonsiño— nos contó que estaba labrando el altar del Cristo de las Batallas cuando una piedra venida desde lo más alto cayó a su lado, o casi encima de él. Resulta que la piedra, conocedora del mito griego de Ícaro y con el afán de ser mejor de lo que era o protagonista de lo extraordinario, probó la manera de volar dando con su cuerpo de arenisca contra el granítico suelo —«otras intenciones» quisieron hacer ver que la piedra se paró en el aire para no dañar a los operarios—; pero sea de una forma o de otra, la piedra consiguió su objetivo: dejar perpetuada su imagen a la vista de todos y por siempre. Nos regocijamos de su suerte con el mozo trabajador y acabando su descanso nos despedimos.

Ausencia de la piedra en la bóveda próxima al transepto o nave transversal (crucero)

El 10-IX-1614, a instancias del obispo don Luis Fernández de Córdoba, se nombró una comisión de investigación de este hecho y otros diecisiete acaecidos en la diócesis de Salamanca calificados como milagros y atribuidos al mencionado Cristo; más adelante se pidió una segunda y tras revisar el prelado ambos informes, firmó un decreto en documento manuscrito el 24-III-1615 dando cuenta de todos ellos.

Altar de la capilla del Santo Cristo de las Batallas, en la Catedral Nueva
Altar de la capilla del Santo Cristo de las Batallas, en la Catedral Nueva.

Así quedó constancia del n° 5: «…la cual piedra dio al dicho Alonso de Paz en la cabeza, en el cogote, y de allí le baxó al hombro, y de allí le dio en los lomos, de manera que le dexó en el suelo sin habla; y sin ella y sin sentido estuvo por espacio de diez horas, y los que allí le hallaron lo tuvieron por muerto, y no sintió que le alzaron del suelo ni le llevasen a su posada…», «…y se miró y echó mano al cogote…y halló que no estaba herido…y luego otro día siguiente, se volvió a la dicha obra y trabaxó en ella bueno y sano, como antes…».

El 23-III-1615 el obispo se había despedido del cabildo para tomar posesión de la diócesis de Málaga.

Protector del «príncipe Rodrigo el Campeador» en la Reconquista de la Península Ibérica
Protector del «príncipe Rodrigo el Campeador» en la Reconquista de la Península Ibérica.

 

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