[dropcap]L[/dropcap]a España de charanga y pandereta que mencionaba Machado tiene la misteriosa capacidad de olvidarlo todo, dejarse maltratar por el poderoso y acudir a las urnas y votar como si no hubiera pasado nada, contribuyendo así a perpetuar las cosas de las que todo este país se queja.
Frente a ella, la España que Machado llamó con verso fuerte la España de la rabia y de la idea tiene otros problemas que no son de mejor consecuencia. Sus integrantes tienen el espíritu crítico y la memoria viva, y cumplen su deber de castigar al que se aparta de las promesas y olvida las obligaciones que le impone su propia Historia, pero a cambio padecen del venenoso germen de preocuparse más de tener razón frente al afín que frente al adversario.
[pull_quote_left]Quienes deben forjar la alternativa se pierden en debatir quién tuvo más culpa, cuando lo urgente es la misión concreta de frenar unas leyes que, antes de que las urnas puedan evitarlo, darán nuevos recortes a los derechos[/pull_quote_left]A la vuelta de este verano que abre un curso político capital, mientras el Gobierno se aplica a la tarea de cambiar las leyes para garantizar que nada cambie, quienes deben forjar la alternativa se pierden en debatir quién tuvo más culpa, cuando lo urgente es la misión concreta de frenar unas leyes que, antes de que las urnas puedan evitarlo, darán nuevos recortes a los derechos, a los dineros y a las esperanzas de los españoles.
Ya sabemos quién tuvo la culpa, pero la gente sufre. Y es urgente que dejen de campar ministros venidos del pleistoceno a ganarse un lugar en el cielo y alcaldes que prometen no decir más burradas antes de correr a decir la siguiente.
No, no estamos pidiendo el voto útil, ni tampoco el olvido ni la amnistía. Estamos abogando por la acción conjunta que acompaña los cambios perdurables. La idea necesita de la rabia, pero la rabia no debe ahogar la idea.
— oOo —
