Cristian Portilla: la vuelta al mundo ‘montado’ en un balón

El jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística, que ha pasado por 16 clubes de 8 países muy diferentes
Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.
Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.

 

[dropcap]E[/dropcap]spaña, Grecia, Hungría, Chipre, Indonesia, EEUU, Canadá y Lituania; o lo que es lo mismo, una historia que podría haber escrito el mismísimo Julio Verne, aunque no fuera exactamente en 80 días, ni el caballero británico Phileas Fogg sea su protagonista.

Por: Chema Díez Juan

En este caso, se llama Cristian y se apellida Portilla; y con solo 31 años, este cántabro (de Santander) ha vivido ‘aventuras’ futbolísticas y personales que muchos no podrán conocer en toda su existencia; casualidades del destino, de apuestas personales y de conocer cómo son la vida y el fútbol fuera de España para poder valorar aún más lo que tenemos dentro de nuestras fronteras.

Fue a finales de 2010 cuando decidió iniciar su aventura fuera de España en un club de la entidad del Aris de Salónica, para comenzar un viaje que ha terminado (al menos de momento) en el club que rinde homenaje a la extinta UD Salamanca, club el blanquinegro en el que estuvo a punto de jugar en el año 2009 cuando militaba en Segunda División; pero el acuerdo se rompió finalmente. Casualidades del destino…

“Amigos de verdad, al final me quedan muchos, porque mantienes contacto con ellos. Desde pequeño, Mario Fernández (actual portero de Unionistas) y yo jugamos juntos y somos muy amigos por la relación que tenemos desde hace tanto tiempo. Con José Picón, capitán del Barakaldo, también. Pero he tenido compañeros con los que guardo contacto de muchos equipos”, reconoce el protagonista.

No duda ni titubea a la hora de reconocer que su mejor experiencia fuera de la Península Ibérica tuvo lugar durante su estancia de un año en San Francisco (EEUU), con un equipo que se creó nuevo firmando buenos jugadores. “Ganamos la Liga y luego el club desapareció -al igual que la Liga- por motivos económicos. Fue nuestra experiencia futbolística y vital más enriquecedora”.

Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.
Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.

A lo largo de su carrera, ha tenido la oportunidad de conocer muchas culturas e idiomas: “Aprendí griego, lo practiqué mucho, al igual que el italiano o el inglés. En Indonesia el idioma es muy complicado, al igual que el húngaro y solo puedes coger algunas palabras. Pero algo siempre queda”, reconoce.

“Mi idea al irme del Sporting a Grecia no era todo lo que ocurrió finalmente, fueron circunstancias de la vida. Me llamaban directores deportivos, entrenadores, te siguen… y tuve la suerte de poder elegir y elegíamos lo que mejor nos parecía para poder vivir. Lo hemos hecho en San Francisco, Ottawa, Budapest, Vilna… en capitales con calidad de vida. No buscábamos estabilidad, aunque en ocasiones también han sido por distintas circunstancias. Queríamos aprovechar la oportunidad de estar fuera, conocer otras culturas y otro fútbol. Solo el año pasado decidimos volver a España y buscar ya la estabilidad”.

Ésta es la historia de Cristian Portilla, por el mundo ‘encima’ de un balón:

El fútbol fuera de España

“La Primera División española es la que tiene más nivel en todos los sentidos. Pero en EEUU y Canadá había también nivel con jugadores reconocidos. En Grecia y Hungría se competía muy bien. En Indonesia era otra cosa; son buenos jugadores, pero tácticamente faltaban muchas cosas. Como en España esos apartados no se trabajan en otro sitio”.

Grecia: Aris de Salónica y AO Glyfadas

“Fue mi primera experiencia en el extranjero, en un equipo grande, jugando incluso en Europa contra Atlético de Madrid y el City. Pero es un equipo en el que había mucha presión; empatas o pierdes en casa y tienes problemas para salir del estadio porque te están esperando fuera para recriminarte por qué no has ganado. Incluso no podías salir de casa algunos días, especialmente con la gente que no lo hacía bien o salía mucho por las noches, que no era mi caso. Pero fue una temporada dura porque no cobramos en todo el año”.

Hungría: Budapest Honved

“Tuve la suerte de jugar en el mítico equipo húngaro en el que militó una leyenda: Ferenc Puskás. Era un club que hacía muy bien las cosas y fue un año muy bonito. Incluso en la ciudad, la calidad de vida era muy buena y hoy en día seguimos yendo cuando tenemos algún día libre porque tenemos amigos allí”.

“Volvimos después de Chipre, aunque ese año fue peor ya que estuvimos meses sin cobrar, y en el mes de febrero nos cansamos de la situación y de tener que pagar nosotros la casa y todos los gastos (incluso el casero quiso echarnos) y nos fuimos para España al Mensajero (La Palma)”.

Indonesia: Mitra Kukar FC

“Me fui con mi mujer embarazada; fue algo quizá arriesgado, pero así lo decidimos antes de tener al niño. Contamos con buena cobertura médica, la verdad. Vivimos en Borneo, en plena selva, no había nada alrededor y vivimos algo totalmente opuesto a lo que estamos acostumbrados. Nos sirvió para valorar muchas cosas y fue una etapa muy enriquecedora. Por desgracia, la Liga se canceló porque había equipos que no pagaban las tasas al Gobierno y era obligatorio, por lo que no se empezó la Liga y tuvimos que marcharnos”.

Chipre: Ermis Aradippou

“Mi mujer dio a luz en Santander mientras estaba haciendo la pretemporada, pero me dio tiempo a llegar al nacimiento de mi hijo y luego tuve que volver; ellos regresaron un poco más tarde. Estuvimos allí un mes porque al presidente se le cruzaron los cables y cambió toda la plantilla a finales de agosto (yo era capitán), y tuvimos poco margen de maniobra. Por ello, nos volvimos a Hungría”.

España: Racing, Sporting, Racing de Ferrol, Ponferradina, Atlético Baleares, Mensajero y Unionistas

Su carrera comenzó en el club que le vio crecer como futbolista, el Racing de Santander, llegando a jugar en Segunda B y en Primera con los cántabros, para poner rumbo al Racing de Ferrol en Segunda y después a la Ponferradina en Segunda B. En el Sporting de Gijón jugó su primer año en la categoría de bronce del fútbol español, club con el que también disputó partidos en Primera.

Atlético Baleares y Mensajero fueron sus dos últimos equipos en España antes de recalar en Unionistas CF justo hace un año, donde… ¿echará raíces?

EE.UU Y Canadá: San Francisco Deltas FC y Ottawa Fury FC

“Nos fuimos en enero de 2017, cuando empieza el campeonato, durante un año, ganando la Liga y una gran experiencia. Estando allí me rompí el cruzado, pero me recuperé en cinco meses y me dio tiempo a firmar en un equipo de Canadá en la misma Liga (Ottawa Fury FC). Jugué todos los partidos en la temporada, en un año espectacular, casi como el de EEUU. Desde allí, pusimos rumbo a Lituania”.

Lituania: FC Zalgiris

“En este equipo estuvimos solo 3 o 4 meses porque hubo bastantes problemas con el club por impagos y estas cosas y en ese momento hicimos todo lo posible por poder salir de ahí porque nuestra idea era volver ya a España por todos los medios. Entonces, surgió la opción de Unionistas CF, y aquí estamos a día de hoy”.

Indonesia: La odisea para ir a entrenar

Sin duda, la experiencia vital y futbolística más notable tuvo lugar en Indonesia, un país muy peculiar y poco desarrollado.

“Tenían costumbres muy diferentes; algunos llegaban a entrenar en moto, otros incluso fumando… al ser un país islámico rezaban antes del entrenamiento. Había buenos jugadores, pero hasta el hecho de ir a entrenar era toda una aventura”.

“Yo vivía en una ciudad que estaba a 50 km. de donde entrenábamos porque las instalaciones estaban en un poblado, con un estadio para 30.000 personas y muy nuevo. Tenía que cruzar la selva en coche (literalmente) por carreteras que no son como lo que hoy conocemos. Y, además, había que cruzar un río como tres veces el ancho del Danubio y lleno de mierda, era de locos. Los coches se metían en barcos para cruzar el río para ir y volver; el día antes de llegar se habían hundido dos barcos con los coches dentro, muriendo gente… ¡imagínate! Y eso cada día. Todo esto porque el puente que se había construido, se cayó dos meses antes de llegar. La ciudad era Tenggarong, en mitad de la selva. Luego es verdad que había centros comerciales casi de lujo, pero la basura que hay en los océanos gran parte es por ellos porque van por la calle y tiran las cosas al río”.

Una anécdota… Peligrosa

“Cuando jugaba en Grecia, en el Aris de Salónica, perdimos un partido el domingo y tuvimos nuestros problemas para salir del estadio; tuvimos que esperar entre 3 y 4 horas hasta que todo se relajó un poco más. Pero no todo quedó ahí, porque incluso nos tuvimos que ir hasta el viernes de la ciudad para evitar problemas mayores hasta que los ánimos se calmasen y jugar el siguiente partido que ganamos y parece que todo se calmó…”.

La mejor experiencia vital

En San Francisco tienes de todo, es una ciudad referente en el mundo. No te puedes aburrir porque puedes ir a ver el beisbol, la NBA (los Warriors), fútbol americano, hockey… estuvimos allí un año y no terminamos de verla. Luego, en Ottawa la calidad de vida también fue muy buena. Y me quedo también con Budapest porque allí hemos vivido dos años, tenemos amigos y nos ha enamorado”.

“Pero no tengo duda de que España es el mejor país para vivir; de eso te das cuenta cuando sales fuera. No es normal que nos quejemos de la Sanidad que tenemos o la Educación, igual es por no haber salido a otro sitio. En la Sanidad, aquí tienes la opción de la pública y la privada, pero en otros sitios no. En EEUU se muere gente por no poder pagarla; incluso si llamas a una ambulancia con seguro privado, tienes que pagar. Y la Educación también hay que saber valorarla; y la gente se muere por la comida y el clima españoles. Esto se nota mucho más en Indonesia o incluso en Hungría, que es un país muy desarrollado, pero están un paso por detrás”.

La estabilidad, en Unionistas ¿Por qué?

“Cuando dejé el Sporting, antes de recalar en el Aris, estuve a punto de venir a la UD Salamanca. Esto fue en 2009 o 2010, con el equipo en Segunda y ya estaba todo firmado, organizado e incluso buscando casa. Al final no salió y siempre he tenido esa ‘espinita’ clavada. Entonces, Gorka se puso en contacto conmigo para venir, yo ya seguía el proyecto y me atrajo la idea. Vinimos con los ojos cerrados”.

Su futuro

En Salamanca estamos muy bien y mi futuro inmediato es salvar la categoría. Yo acabo contrato este año y todo es hablarlo y será en España, ojalá que sea en Salamanca”.

“Con 31 años estoy en un buen nivel y me veo con mejores condiciones que cuando tenía 20 años. Me cuido y llevo una vida familiar y espero jugar bastante porque me siento bien y útil”.

“De momento soy jugador de fútbol y no me planteo nada más; tampoco lo hice cuando empecé… me gustaría seguir ligado al fútbol, pero sin ninguna idea clara. Cuando llegue el momento ya veré. Marcarte este tipo de objetivos no lo he hecho nunca porque nunca sabes lo que te va a pasar mañana. Mira lo que ha pasado con Kobe Bryant; ¿quién iba a imaginar eso? No puedes hacer planes y no me gusta porque cuando los haces y te salen mal, pierdes el control de todo. Así puedes arreglar los imprevistos y si no te salen las cosas te amargas. Me gustaría entrenar a niños y que aprendiesen desde la base, pero igual entrenador profesional no, es duro y complicado”.

Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.
Cristian Portilla, jugador cántabro de Unionistas de Salamanca repasa su vida futbolística.

Su pareja  

“Los dos primeros años lo pasó muy mal porque ella es una mujer muy independiente con su trabajo y su sueldo… y eso de no poder trabajar era un problema para ella. Luego nació el niño y ella pasó más tiempo con él y casi lo ha criado (además es educadora infantil) y ha trabajado con él mucho en casa. Y lo bueno que tengo es que siempre me ha apoyado y hemos decidido entre los dos. Por eso ha ido todo tan bien”.

Lejos de la familia

“Mi hermano y yo nos llevamos seis años; yo me fui muy joven de casa a jugar a Segunda División y es complicado, aunque recibas visitas. De ver a mi hermano a todas horas a verle una vez cada muchos meses se hace muy difícil, aunque creo que lo pasan ellos peor que tú”.

¿Por qué futbolistas?

“Es algo que no se decide… surgió así. Ha sido todo muy rápido, la verdad. Mi padre jugó en Tercera y Segunda B y yo iba a verle; luego empecé desde pequeño a jugar y todo ha seguido su camino. Sí es cierto que llega un momento en el que decides cuidarte, no salir como salen tus amigos y perderme muchas cosas. Pero lo mío fue muy rápido y subí categorías incluso saltando plazos y quizá ni me dio tiempo a pensarlo. Como iban bien las cosas y confiaban en mí…”.

Lo que deja el fútbol

“Nunca me lo he planteado, la verdad. Te aporta experiencias que las puedes usar durante tu vida; al principio yo solo y luego con la familia. Deportivamente, valoras que has jugado en muchos sitios y con mucha gente, pero al final me quedo con lo personal”.

“Las únicas decepciones que he tenido en el fútbol pueden ser las lesiones, que te cortan tu carrera y tu proyección”.

Common Goal

El rostro visible de este proyecto es Juan Mata, viejo conocido de Cristian Portilla, con el que jugó en las categorías inferiores de la selección española, que fue quien impulsó junto a Jürgen Griesbeck, CEO de la organización, este proyecto solidario ligado al mundo del fútbol.

«Además, va de la mano de ‘streetfootballworld’ y de ‘The Third Half Soccer'». «Que los futbolistas no tenga dudas, que el dinero llega a su destino y se usa para fines benéficos».

“Estoy encantado porque mi club (Unionistas CF) es el segundo que se ha unido a este fin, ya que hay otro en Dinamarca. Sería un orgullo, además, que este proyecto se abriese a otros deportes».

“Mi aportación es para ‘Kids for life’ para ayudar al desarrollo de los jóvenes y se involucren más con el fútbol. No es fácil porque hay historias con las que se te cae el alma a los pies. Para nosotros ese 1% no supone nada, pero para ellos es una ayuda infinita. Incluso puedes ver ‘in situ’ en qué invierten el dinero que se destina”.

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