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La historia viral del director salmantino Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla

El director y guionista salmantino da las gracias a la Sanidad Pública por salvarle la vida a su hija Chloe de 5 años (6 porque los cumplió estando en el hospital)
Chloe, la hija del director salmantino Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla, al abandonar el hospital de la mano de su hermano.. Foto. Twitter.

 

Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla.

[dropcap]E[/dropcap]l director y guionista salmantino Hatem Khraiche Ruiz-Zorrilla escribió en su cuenta de Twitter la historia de su hija Chloé, de 5 años, y da las gracias al personal sanitario que la cuidó, mimó y salvó.

Hatem Khaiche Ruiz -Zorrilla comienza así el relato de lo días más duros que ha vivido: Escribo y dirijo películas. Así que estoy acostumbrado a los relatos de ficción. Pero hoy voy a contar una historia real. La más bestia de mi vida. Cómo mi hija de 5 años estuvo 10 días de febrero entre la vida y la muerte y los súper héroes de la @UCIP_HGUGM la salvaron

Ojo. Que hubo más héroes. Pero ellos fueron quienes más tiempo pasaron con Chloe en su travesía extrema. Mi mujer y yo se lo agradeceremos siempre. La cadena de eventos inverosímiles, sin embargo, se desató horas antes de tocar a su puerta. Será que los milagros suceden al alba.

En la madrugada del 13 de febrero, mi hija empezó a vomitar en casa. No tenía fiebre. No le dolía nada. Un virus normal y corriente. Uno de tantos. A pesar de ello, Bárbara se empeñó en coger un taxi y llevarla a Urgencias. Su tozudo sexto sentido de madre le salvó la vida.

Entramos en el Hospital Infantil del Niño Jesús tranquilos. Chloe estaba cansada (eran horas intempestivas) pero charlaba con nosotros. Yo creía que volveríamos a casa para desayunar. Pero cuando el doctor de Urgencias sacó el fonendo, un tsunami devastador rugió en el horizonte.

A Chloe le estaba dando una miocarditis fulminante. Allí mismo. Delante de todos nosotros. Explicado sin tecnicismos: el cuerpo reacciona erróneamente a un virus (cualquier catarro, por ejemplo) y ataca con furia a su propio corazón. Adivinad por qué se apellida “fulminante”.

Durante una terrible hora de aquella madrugada decenas de especialistas del Niño Jesús corrieron, gritaron y se dejaron la piel para evitar el desastre. Finalmente consiguieron estabilizarla. Nos metieron en una ambulancia y nos desearon suerte. Si no es por ellos no lo contamos.

La ambulancia voló hasta el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón. Allí nos esperaba el equipo de la UCI Pediátrica. Un ejército de élite para casos críticos. El dream team de las situaciones límite con niños. En cuanto cruzamos la puerta, se abalanzaron sobre Chloe.

Aquel día en la UCI nos asomamos al abismo varias veces. Mi hija tuvo dos paradas cardíacas. Ningún padre está preparado para vivir esa pesadilla. No hay manera de estarlo. Pero ella es una guerrera. Y se encontraba en las mejores manos. Consiguieron reanimarla y seguir peleando.

Cardiólogos, cirujanos, pediatras, enfermeras, auxiliares… Un equipo enorme y experimentado, que no se detiene hasta que toma el control de cada caso. La 1a semana allí adentro fue crítica. Y luego, de pronto, Chloe empezó a mejorar a toda velocidad. Los niños son alucinantes.

Antes he usado la palabra “milagro”. Quiero explicarlo mejor. Para mí un milagro es una sucesión de eventos extraordinarios, personas determinantes, decisiones acertadas y tiempos milimetrados que, todos juntos, salvan una fatalidad que de otra manera hubiera sido inevitable.

Pero para que esas afortunadas coincidencias puedan darse, se necesita un contexto idóneo que las haga posibles: Nuestra sanidad pública. Un lujo del que muchas veces no somos conscientes. Un prodigio que deberíamos

En los días y noches eternos que pasamos en la UCI, solía ver el amanecer a través de esta ventana. Luego caminaba hasta las vidrieras que dan a la calle O’Donell, y me sentaba a ver pasar el gentío y el tráfico de primera hora. Y siempre me asaltaba el mismo pensamiento.

Rara será la persona que en algún momento de su vida no tenga que entrar en un hospital para algo importante. Y cuando eso ocurra, en ese día y momentos precisos, todo dependerá de los pequeños milagros cotidianos. Tener un contexto que los propicie es tarea y beneficio de todos.

Guardo una maravillosa coincidencia para el final. Hemos pasado 3 semanas en el Materno Infantil Gregorio Marañón. Primero en la UCI. Luego en planta, atendidos por un equipo de cardio espectacular. Y hoy nos acaban de dar el alta. Pero es que, además, ocurre algo todavía mejor.

Resulta que hoy Chloe cumple 6 años. Y su hermano ha venido a buscarla al hospital. Se van de la mano juntos. Tienen prisa por llegar a casa a soplar las velas. Esta foto es de hace 5 minutos. Y es la mejor que voy a hacer en mi vida. Gracias a todos los que la han hecho posible.

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