[dropcap]E[/dropcap]l amor al campo y a los animales es el común denominador de todos los ‘valientes’ que ejercen su labor en el mundo rural, intentado llenar ese hueco cada vez más profundo en la ‘Salamanca vaciada’. Aún no es común en el año 2020 ver a una mujer ejerciendo una labor que tradicionalmente ha sido de hombres (trabajar en el campo), aunque poco a poco demuestran con su valía que su capacidad está más que comprobada para producir los alimentos que todos nos llevamos a la boca.
Por: Chema Díez Juan
Un claro ejemplo de ello es la ganadera salmantina Ángela Herrero del Arco, quien cuida y mima con todo detalle al ganado vacuno de su explotación ubicada en el municipio de Palacios del Arzobispo, un ejemplo de esa España profunda de la que muchos hablan pero que pocos conocen.
Mamó, vivió y trabajó desde muy pequeña en el campo, su gran pasión, siendo una firme defensora del trabajo bien hecho y de la calidad de los productos de la tierra, “los que hay que consumir porque cuesta mucho producirlos”, tarea difícil por la comodidad del consumidor de fijarse siempre en lo más barato.
Tampoco se arruga al defender su profesión y denunciar a esa nueva corriente que acusa a los profesionales de maltrato animal. “Los que hablan del maltrato animal deberían estar aquí el tiempo que quisieran y ver cómo se trata a los animales. Lo que más me preocupa es el bienestar de mis vacas”, sentencia.
De igual modo, aboga por el conocimiento del campo, educar a la sociedad en unos valores que vayan más allá del bullicio de la ciudad y se centren en saber de dónde procede todo, del origen de algo que va más allá de un filete, una manzana o un vaso de leche. Una vida…
Una mujer en el campo: “Hoy en día es un poco más normal; pero las mujeres siempre han trabajado en este sector aunque no han tenido visibilidad. Mi madre estuvo siempre con mi padre y hacía lo mismo que él, pero no figuraba. Era un trabajo muy duro que se identificaba con los hombres, pero no es así. Yo me di de alta como autónoma agraria en 2012, pero siempre he estado en la empresa familiar”.
Vocación: “Siempre tuve claro que quería dedicarme al campo; era lo que me apasionaba. Me gustan los animales y vivir en el pueblo, y esto reúne todas las condiciones del tipo de vida que yo quiero”.
Vivir en la ‘Salamanca vaciada’: “La vida en el pueblo es un poco dura y más si no estás acostumbrada, porque el invierno es muy largo y hay poco que hacer. A las 17.00 o las 18.00 se hace de noche y parece que se acaba el día, aunque te organizas para hacer otras cosas. Es dura la vida aquí porque muchas veces no hay nadie, y menos gente joven. Hay pocos servicios y actividades y no hay el bullicio de la ciudad”.
La excepción: “En mi pueblo (Palacios del Arzobispo), hay otras dos o tres parejas jóvenes, además de mis hermanos, pero la mayoría es gente mayor. Nadie opta por este tipo de vida”.
Herencia familiar: “Es más fácil dedicarse al trabajo en el campo cuando lo has vivido desde pequeña y todos hacemos lo mismo. Tienes un gran apoyo a la hora de empezar y no de cero, porque los comienzos son difíciles. No es una tarea sencilla para llevar a cabo”.
Su día a día: “Ahora no se madruga mucho porque vamos en función del horario solar. Me levanto y hago lo normal que hace cualquier persona, para ir posteriormente a echar de comer al ganado y ver los animales. Luego hay otras cuestiones relacionadas con la burocracia y los bancos, que también nos quitan mucho tiempo. Por la tarde, si ha quedado algo pendiente de hacer, se remata, y si no, o descansar un poco o seguir haciendo cosas, porque siempre hay trabajo en este sector”.
¿Esclavo?: “Ahora ya hay mucha maquinaria, pero sí es cierto que tienes que estar alerta y pendiente las 24 horas del día; hay partos, diarreas, enfermedades… no es ningún día igual, pero hay que estar todos. Tengo una explotación ganadera de 80 vacas de carne de varias razas como limusina, blonda, además de cruzadas”.
Sensibilidad animal: “El trato del día a día se basa en amansarlos poco a poco, porque un ganado recio es mucho más difícil de llevar de un lado a otro, su manejo. Lo que más me preocupa es el bienestar de las vacas, que estén bien atendidas, que no tengan enfermedades… y poner un medio eficaz si les pasa algo. Los que hablan del maltrato animal deberían estar aquí el tiempo que quisieran y ver cómo se trata a los animales. Lo hacemos lo mejor que podemos y maltrato cero. Vivimos de ellos y son nuestro medio de vida; por eso, cuanto mejor los trates, mejor viven ellos y mayor beneficio se obtiene”.
La polémica del precio de origen: “Creo que es positivo que el campo se movilice porque la vida ha subido mucho, ya te compres un coche o unos zapatos. En cambio, si vas a comprar filetes o fruta, siguen con precios desfasados de hace 30 años; si lo subes, no sé si la gente estaría dispuesto a pagarlo. Luego meten productos de fuera mucho más baratos y penalizan la calidad de lo que aquí producimos. Además, debemos hacer frente a unas normas muy exigentes para cumplir con todo el sistema de trazabilidad, pero luego la gente va al supermercado y compra lo más barato. Hay que fijarse en todo el trabajo que hay detrás y cómo se ha cuidado el animal; debe valorarse todo porque cuesta mucho producir”.
Productos de la tierra: “No hay conciencia de consumo de nuestros productos, porque cuando la gente va a comprar, le cuesta mucho saber de dónde viene, con una letra que ni se ve. Debería haber un etiquetado correcto en el que se vea claro que se ha producido en España y en la zona en cuestión del país. Y luego, cada uno tiene la opción de elegir, aunque la buena es consumir lo nuestro porque tiene una calidad excelente”.
La imagen del campo: “La gente, en general, no conoce la vida en el campo. Es fácil estar en la ciudad y no se tiene una percepción exacta sobre cómo se vive o se trabaja aquí. Hay turismo rural y todo ese rollo, pero no sabes la calidad de vida que puede haber aquí, o cómo nos ganamos el pan”.
Educar para conocer: “Es muy importante; hace unos días me encontré con una amiga con la que había estudiado Bachillerato y me dijo que iba a traer a los niños para ver el campo porque no saben cómo es una vaca, cómo se cría o como nace una planta. Y ejemplos así, hay muchos. Sí, se da por hecho que la leche viene de las vacas, pero un niño no sabe cómo; ellos ven el cartón y ya. Desconocen que hay que atenderlas, alimentarlas, ordeñarlas… lo normal, pero es desconocido. Debería haber actividades o campamentos para conocer todo esto y así poder elegir”.
El futuro: “Creo que los que nos dedicamos a esto, vamos a seguir porque al final es lo que nos gusta. Entrar en este mundo desde fuera es difícil y hay mucha burocracia y muchas normas para meterte en este sector. Es difícil. La exigencia para empezar es muy alta y cuando te sales un poco de la norma, te quitan las ayudas o te penalizan”.
¿Ayudas o precio en origen?: “Debe ser una mezcla de las dos cosas; las ayudas vienen muy bien, pero no te resuelven la vida. Quizá sería más interesante que el precio en origen fuese más justo y la gente estuviese dispuesta a pagarlo porque nuestro trabajo cuesta mucho sacarlo adelante, no se nos valora lo suficiente porque generamos alimentos de calidad”.
1 comentario en «“Las mujeres siempre han trabajado en el sector ganadero, ahora tenemos visibilidad»»
El amor a los animales se demuestra no maltratandoles ni matandoles ni separandolos de sus madres con apenas unos meses de vida ni usándolos como mercancia o dinero en forma de carne.
Una cosa es que te guste vivir de la explotanción ganadera y otra que te gusten los animales.
A mi me gusta mi madre y me gustan los niños y no me los como como. Si acaso, a besos.