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Opinión

Ellas

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay.

 

[dropcap]8[/dropcap] de marzo, podía ser un día más en el calendario. Pero no lo es, se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora,pero sobre todo los derechos adquiridos durante años, no exentos de lucha y de dejar incluso vidas humanas en el camino.

 

Pero saben ¿que? aún queda mucho para que esos derechos sean efectivos para todas las mujeres. La igualdad en muchos países y en nuestro propio país es un sueño que muchas mujeres acarician. No todas las mujeres tienen algo que celebrar. La igualdad como tantas cosas tiene su base en la educación y la educación precisamente no pasa por buenos momentos.

Grandes mujeres de la historia que abrieron puertas en un difícil camino lleno de obstáculos y que acabaron haciéndose un hueco en ella, hoy llenan libros y su nombre aparece en calles, pero aquel 8 de marzo de 1857, cuando cientos de mujeres, trabajadoras de una fábrica en Nueva York, salieron a la calle para pelear sus salarios, abrió un antes y un después en la historia.

Desde entonces, la lucha por el voto, la entrada a las universidades y a la educación en sí, la entrada de mujeres en profesiones que siempre fueron del ámbito masculino ha sido una batalla continua. Una batalla que tiene que continuar para que las nuevas generaciones sepan que lo que tienen, se consiguió a base de perseverar y que ese legado no se pierda nunca.

Pero hoy, permítanme acordarme de todas esas mujeres anónimas, con las que convivimos a diario, esas que nunca tendrán una calle, pero que guardan grandes historias en su interior.

  • María que cuida de sus padres enfermos de edad y Alzheimer, sin perder la sonrisa, aunque el cansancio haga mella en ella, y el dinero escasee.
  • La hermana y la madre de Javi que tanto sufrieron mientras su hijo era humillado en el colegio una y otra vez por sus propios compañeros.
  • Verónica que aguanta los golpes en casa, para que sus hijos no se queden sin cenar.
  • Me acuerdo de Laura, que trabaja en lo que puede, malpagada y a deshoras para poder pagar sus estudios, de Esther que marchó a Alemania en busca de un futuro dejando atrás unos padres ya mayores y desconsolados.
  • De Ana que trata de que su pequeña empresa no quiebre …. y que posiblemente hoy cuando vuelva a casa, hagan cuentas, vea que con el esfuerzo que hace y el tiempo que se quita así misma, no le da para seguir adelante.

Podría escribirles la historia de grandes mujeres que nunca saldrán en los libros, pero que su historia de lucha diaria hace que hoy mi pequeño homenaje, sea para ellas.

No se puede cambiar la historia pasada, pero si seguir revindicando un futuro mejor para que esta sociedad, no tenga que lamentar tener que avergonzarse en los libros de historia futuros de tener todos los medios a su alcance y no utilizarlos.

Que no haya que salir a pedir justicia, ni a pedir trabajo, ni a reclamar derechos que por Ley ya nos corresponden. Que nadie nos calle, ni nos alcen la voz y sobre todo no permitamos que nadie nos arrincone y como dijo en alguna ocasión AYN RAND la pregunta no es ¿quien me va a dejar? La pregunta es: ¿quien me va a detener?

 

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