[dropcap]V[/dropcap]aya. Quién nos lo iba a decir, ¿verdad? ¿En qué punto de la curva estás ahora? ¿Te alarmaste ya a mediados de febrero o estuviste haciendo cálculos acerca de la segura improbabilidad de verte en el lío del virus y celebrar la Semana Santa? ¿En qué momento la cuestión de la salud venció el pulso al saco de las pepitas de oro? ¿No lo ha ganado aún? ¿De qué lugar te encuentras más cerca, del cómo van las autoridades a poner en standby mi vida y la del país o del cómo no nos ponen un poli, un guardia civil o un militar a la puerta para obligarme a hacer lo que, parece ser, debemos hacer? ¿Te parecen más responsables los irresponsables actuales a los que ves responder a tirones y sin plan o a los anteriores irresponsables que ejecutaron un plan a tirones que nos han dejado en paños menores? ¿Te pide el cuerpo un modelo de gobierno más dictatorial cuando hasta hace veinte minutos defendías tu libertad para moverte, decir y hacer?
¿Te tocan más los virales graciosos o los alarmistas? ¿Te emocionan los aplausos de todos los colores en los balcones a los sanitarios o te indigna que no se aplauda lo suficiente a transportistas, héroes de supermercados y todos los miembros de grupos que salen a la calle para mantener una pequeña lógica para no retroceder al cuaternario, incluidos los que lanzan iniciativas altruistas para que dispongas de opciones de entretenimiento durante tu encierro?
¿Te basta el titular gordo o te haces también con el origen de dicho titular y todas las circunstancias, caminos e intenciones de esas sucesiones de palabras en negrita?
¿Cuántas veces cambia tu ánimo a lo largo del día y cómo cambia cada 24 horas? ¿Cuál es la primera respuesta que te genera la mítica afirmación toda crisis es una oportunidad? ¿Habrá variado o variará en los próximos días?
¿A qué te sabe el tiempo ahora que te ha sido impuesto? ¿Cómo de independiente ha resultado ser tu existencia ahora que de repente no se separa de ti en la cocina, el dormitorio, el salón y el baño? ¿Cómo de esencial ha resultado ser el contacto con personas y tareas de las que en infinidad de ocasiones te has quejado? ¿Cuánto te quieres a ti y a los demás ahora? ¿Qué cosas echas de menos y pagarías por hacer ahora mismo? ¿Qué es lo realmente importante cuando el reloj decide no avanzar?
¿Existe algo que una más que un enemigo común? ¿Y algo que despierte más que las puntas de las orejas del lobo tras un peñasco? ¿Cómo de larga es la lista de cosas que has querido hacer y pospuesto para mañana?
Tengo un montón de preguntas más, pero me quedaría sin espacio para compartir contigo una última duda y la personal subsiguiente que lleva sugiriéndome varios días esa misma pared de enfrente. ¿Qué vas a hacer cuando recuperemos la normalidad?
¿Te parece crear una nueva? Lo que fue, nunca más será. Que nos quede una más bonita.
Más información, aquí