Opinión

De profesores y cuarentena

Imagen de Mediamodifier en Pixabay

 

[dropcap]E[/dropcap]n un audio que se ha hecho viral, una mujer, desbordada por la cantidad de tareas y canales diferentes por donde éstas llegaban a sus tres hijos, decía que si veía a un maestro por la calle le daría un tortazo; «aunque no sea de mis hijos, pero es maestro», añadía. La verdad es que la mujer tenía tanto salero que era imposible ofenderse, y además en parte tenía mucha razón. Pero veamos cuál ha sido la situación.

Como profesor, estos primeros días de cuarentena han sido también bastante estresantes. Vaya por delante que los verdaderos héroes de nuestra sociedad en estos momentos son muy principalmente, aunque no sólo, los sanitarios, que se juegan literalmente sus vidas por salvar las nuestras, y ante eso todo lo demás es anecdótico. Y nosotros, unos privilegiados por poder estar encerrados en casa. Pero como yo soy profesor y me han pedido que hable de cómo estamos viviendo la cuarentena, pues aprovecharé la ocasión para ofrecer a la sociedad una perspectiva de la que muy probablemente casi nadie es consciente, salvo para quejarse de que al parecer ahora trabajamos demasiado, que es muy cierto.

Nosotros, como colectivo, no hemos sido ajenos al caos e improvisación que se ha generado últimamente en todas partes. Aunque las noticias del coronavirus cada vez eran más preocupantes, no parecía haber en Educación reacción oficial a ningún nivel. Se rumoreaba que podrían suspender las clases, se desmentía, y apenas unos días antes de la cuarentena muchos aún pensaban que tal medida sería exagerada, o que tardaría semanas. Y entonces ocurrió. El viernes, el último día de clase, a mediodía, justo antes de que nos marcháramos a casa, nos enteramos a través de la televisión de que las clases presenciales quedan suspendidas y los profesores tendrían que mantener la enseñanza a través de internet.

Nos fuimos todos a casa sin saber qué teníamos que hacer, si tendríamos que volver al centro el lunes siguiente o podríamos trabajar desde casa, y sin ningún tipo de instrucciones sobre cómo organizar el cambio más drástico que jamás habíamos afrontado en nuestra carrera profesional.

En las grandes crisis sale lo mejor de cada uno, y aprovecho para expresar públicamente mi admiración por la enorme capacidad que he visto en mis compañeros de la pública y la privada para afrontar semejante situación, empezando sin más recursos que los que cada uno ha podido sacar de sí mismo.

Durante el fin de semana fue un sinfín de correos entre compañeros dando ideas, ofreciendo recursos, proponiendo soluciones; un auténtico y largo claustro virtual que a ratos daba vértigo.

Sin embargo, no nos pasamos dos meses reuniéndonos ni creando comités ni consultando asesores ni gastando millones en equipamiento. No. Tampoco hubiéramos podido hacerlo. Pero dos días más tarde, al lunes siguiente, todo el sistema educativo de este país ya había dado el gigantesco salto desde la enseñanza presencial a la enseñanza a distancia.

Con sus problemas, fallos, tanteos y experimentos, y que sobre la marcha iremos mejorando, pero fuimos capaces de conseguirlo, y por nosotros mismos. Una auténtica gesta que espero que con el tiempo la gente sea capaz de valorar.

No sólo tenemos unos profesionales increíbles en el sistema de salud, también en el sistema educativo (y en otros muchos), a pesar de la fama de vagos que mucha gente, sin tener ni idea de lo que es esto, a veces increíblemente nos echa encima.

Ninguna administración del Estado ha hecho esto, y desde luego no con tantísima rapidez y eficiencia. Nosotros lo conseguimos en 48 horas. HORAS. No nos hemos quejado ni nos hemos desesperado, solamente hemos hincado el codo y dado soluciones en un tiempo récord.

Sabíamos que en unas circunstancias tan difíciles como las actuales nosotros teníamos también que arrimar el hombro en lo que nos tocaba, y lo hicimos. Y lo hicimos bien, dadas las circunstancias.

Todo esto ha sido una gran lección que demuestra que los docentes, cuando nos dejan actuar, sabemos hacer lo nuestro mejor que nadie, sin gestores ni políticos que nos estorben, gente que a veces conoce poco o nada lo que es el día a día en el aula pero que no paran de hacer leyes y normativas que sólo consiguen poner trabas a nuestra labor.

Desde estas líneas, gracias a todos vosotros, docentes de España. Nos lo han puesto increíblemente difícil pero lo hemos conseguido. Y a los padres saturados con los deberes de sus hijos, perdón y paciencia, nosotros también estamos aprendiendo. Suerte a todos y que Dios nos proteja.

 Angel Castaño Jiménez

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