[dropcap]S[/dropcap]i algo está poniendo de manifiesto la respuesta asistencial al coronavirus es que los profesionales sanitarios son lo mejor que tiene el sistema sanitario público español. La respuesta en este tiempo de crisis está siendo tan buena como en el tiempo normal: el sistema sanitario funciona en base a la abnegación y excelencia de sus profesionales más que en base a la estructura organizativa, cuyas costuras están siempre, y más ahora, a punto de estallar.
Los profesionales están en primera línea, flexibilizando la organización, adaptándola a las necesidades cambiantes que suceden cada día y, por supuesto, ofreciendo a los pacientes la mejor asistencia disponible en cada momento. Como paciente Covid positivo puedo dar fe que el día a día de los profesionales es duro, asumiendo riesgos, realizando turnos de ocho o 12 horas, incluyendo noches y festivos, sin apenas descanso, y sin saber si la sobrecarga horaria que soportan siquiera les va a ser remunerada.
Pero quizás, lo más importante de todo es que los profesionales sanitarios, además de asumir los riesgos personales propios de su profesión, asumen los riesgos que para sus familias puede suponer el contacto directo de ellos con los pacientes del Covid, y que lo asumen con medios de protección que no son precisamente los mejores (la prueba es el alto número de profesionales infectados). Todos asumen esta situación de riesgo familiar con entereza ejemplar.
Es por ello que vaya desde esta columna mi reconocimiento a las familias de todos los profesionales sanitarios. Ellos son la segunda línea de resistencia frente al virus.