¿Qué tal va tu relación con la incertidumbre? Si quieres, puedes bautizar así ese estado de falta de seguridad, ese caminar por el alambre sin red, lleno de curvas, subidas y bajadas, engrasado para que te resulte mucho más difícil mantener la verticalidad. Todo es bienvenido en casa del miedo a lo que está por venir.
Interprétala como la sensación que experimentamos ante la duda, cuando no confiamos en una situación o en nosotros mismos, cuando no nos asiste una confiable certeza. Acto seguido, la inquietud. Ese runrún de ¿y si sí? ¿y si no? Esa efervescencia es como las mariposas del estómago que te hablan de amor o gritan hambre. Recomendación, come algo. Si siguen, llama inmediatamente a quien tienes en la cabeza y dile, te quiero. Si dejan de revolotear, siesta.
Incertidumbre decía. Si me acompañas un ratito, te razonaré por qué estoy seguro de que sabes manejarla y controlarla. Podrás ver así, cómo vives por encima de ella incluso sin hacer nada especial. Confiarás en seguir viviendo bien con ante el ataque de ansiedad, porque en realidad, no garantiza nada más que un afilado de tus sentidos, para valerte de ellos o dejarlos en reposo y de nuevo, seguir el consejo médico de la vida normal.
Preguntas. ¿Sabes que llevas viviendo toda tu vida en pasado mañana o antes de ayer? ¿Te genera incertidumbre? ¿Y si te digo que podría demostrarlo? ¿Un poquito más? ¿Incredulidad a lo mejor? ¿No? Entiendo. ¿Y si efectivamente te lo demuestro? ¿Igual? Vamos allá. ¿Sabes por qué tenemos un 29 de febrero cada 4 años? Seguro que sí. Te lo contaron en el cole. La tierra necesita 365 días y 6 horas para completar una vuelta completa. Por eso, cada cuatro años se ajusta la cuenta y sumamos 24 horas. ¿Sí, verdad?
Pues no. Parece ser que son 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9 segundos y medio. Un año sideral. Resulta también que en 1582, se acostaron un 4 de octubre y se levantaron el 15 por la mañana. ¿Anestesia global? No. Se hizo un ajuste de tránsito, del calendario Juliano al Gregoriano, el que sujeta nuestras agendas actualmente. Hace, por tanto, 438 años de esto. Vamos con las matemáticas.
Multiplicando 438 años por los 549 segundos y medio que no caben en el 29 de febrero, podemos sacarnos de la manga algo más de 2 días y medio (2.78). ¿Explica esto entonces que vivimos casi tres días por delante de nuestras posibilidades? ¿Somos nosotros los que nos equivocamos o nuestros relojes los que se desajustan? ¿Justifica esto que las estaciones se muevan poco a poco? ¿Cómo nos puede afectar en realidad? ¿Cuánto te importa?
Y la más importante. ¿Es posible hacer una vida normal basada en inexactitudes y por tanto llena de incertidumbres? Me atrevo. Sí. Llevamos haciéndolo toda la vida. Nuestro fuerte no son las certezas, son las creencias. Yo, creo que las que suman, seguramente sumen. Las otras…