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El ‘Corrillo’ vuelve a Salamanca

Cuenta la historia, mezclada con leyenda, que la plaza del Corrillo toma ese nombre porque comenzó a crecer la hierba al no pasar nadie por ella en el siglo XV
La plaza del Concilio de Trento con el convento de San Esteban al fondo.
La plaza del Concilio de Trento con el convento de San Esteban al fondo.

 

[dropcap]L[/dropcap]levamos 31 días de confinamiento, debido a la pandemia del coronavirus, las calles de Salamanca están prácticamente vacías, sobre todo el centro, donde antes había bullicio, turistas y trasiego, ahora hay calme, porque sus tiendas, bares, restaurantes y monumentos están cerrados a cal y canto

 

Es por esto, que en la calle Zamora, una de las más concurridas de la ciudad, ha comenzado a crecer la hierba, al igual que en la plaza del Concilio de Trento, las hordas de turista, que extasiados miraban el Convento de San Esteban, han desaparecido y allí también está haciendo aparición la primavera con todo su poderío, como en la calle Marquesa de Almanza o Toro, al lado de la iglesia de San Juan de Sahagún, donde hasta hace unas semanas se podía ver a los jóvenes en sus monopatines.

No es la primera vez que en determinadas zonas de la ciudad histórica se apodera la hierba. De hecho, Salamanca tiene un pasado truculento, violento y sangriento unido al crecer de la maleza.

Corría 1465, cuando los hermanos Manzano discutieron con el menor de los Enríquez, y lo mataron. Así nació el mito de María La Brava, la Plaza de los Bandos y El Corrillo.

Cuentan que los hermanos Manzanos creyendo que el mayor de los Enríquez se tomaría la justicia por su mano, y decidieron tomársela ello, por lo que le dieron muerte a éste y huyeron de Salamanca.

María Rodríguez de Monroy, madre de los difuntos hermanos Enríquez, y un grupo de 20 hombres fue tras ellos y los encontraron en Viseu, Portugal. Allí le dieron muerte y los decapitaron. María Rodríguez de Monroy mandó decapitarlo y trajo las cabezas de los hermanos Manzano hasta Salamanca y las depositó en las tumbas de sus dos hijos. Desde entonces se la conoce como María La Brava.

Salamanca se dividió en dos bandos: Los de Santo Tomé,-actual plaza de los Bandos-, que son los seguidores de María La Brava -Los Enríquez- y los de San Benito, Los Manzanos. En medio quedó la hoy llamada plaza de Corrillo, que recibe este nombre porque los salmantinos no se atrevían a ir de un bando a otro y comenzaron a crecer corrillos de hierba.

Una década después de los asesinatos, llegó la calma, en cuya pacificación intervino el agustino fray Juan de Sahagún, quien, se convirtió en santo y en el patrón de la ciudad.

Hierba en las aceras y plazas.  (20)

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