[dropcap]B[/dropcap]ienvenido a tu columna de yoga semanal, donde seguimos de confinamiento y hay que tener presente la “nueva normalidad”. Una vez que aceptemos los hechos siento que iremos hacia una sociedad más íntegra. Creo que hace falta confiar, y hacer determinados cambios cognitivos, que nos van a conectar con ser más humanos, con estar más con el resto de todos los seres vivos.
En este confinamiento muchas personas se han iniciado en la práctica de yoga y meditación. Te cuento que por suerte esta práctica es para toda la vida, así que te doy la bienvenida a este nuevo camino. Te va ayudar muchísimo si haces una práctica regular y constante.
Por todo esto, hoy vamos a hablar de anécdotas, anécdotas de esa alumna que se llama Juana, con la tanto hemos aprendido. Para animarte con tu práctica, recordamos cuando Juana comenzó a hacer yoga. Juana siempre ha sido valiente y brillante, la verdad, siempre tendré en mi corazón su inmenso dar.
Así, con este telón de fondo, os cuento cuando Juana comenzó su práctica y aprendía una asana que se llama la postura del gato. Hay varias palabras en sánscrito para esta asana, pero en este caso no está claro cuál es la correcta, así que la vamos a llamar así, la postura del gato.
Cuando Juana empezaba a practicar, me decía “¿Por qué muchas veces comenzamos la práctica con esta asana?” Y yo le contaba que es porque es una asana fantástica para despertar tu columna vertebral y todo tu cuerpo, desperezarlo poco a poco, acompañándolo con tu respiración.
Y ella me preguntaba, “dime paso a paso ¿cómo realizarla?” Pues allá va:
- Te colocas en cuatro puntos de apoyo, tus rodillas y tus manos. ¡A gatas!
- Tus piernas están en el ancho de tus caderas.
- Tus hombros se alejan de tus orejas y tu parte baja del abdomen activa.
- Al inhalar lleva tu pelvis hacia afuera en anteversión, como sacando el culillo hacia afuera. Y toda la columna vertebral sigue ese movimiento de extensión, elevando un poquito también tu cabeza.
- Al exhalar recoge tu pelvis hacia el ombligo, en retroversión, y redondea toda tu espalda, como mirando tu ombligo. Te desperezas cual bello gato.
Juana preguntaba, “Son como dos cosas muy distintas, ¿es cierto?” Sí, le respondía yo. Son dos asanas en una, gato al exhalar vaca al inhalar. Pero yo le contaba, que para mí, siempre será y diré: puedes comenzar tu práctica con unos gatines.
Así que después de las anécdotas de nuestra linda Juana, te animo a realizarla. Es una asana que puedes hacer por la mañana, por la tarde y por la noche…everytime. Además te dejo aquí un enlace con el vídeo para verlo mejor.
Muchas gracias por estar ahí, aquí, conmigo en esta columna. A ser un poco más gatos todos, cuidar nuestra energía y tener un buen día.