Las clínicas veterinarias de Salamanca, como el resto de España, no son ajenas a las restricciones del coronavirus, que lleva con nosotros demasiado tiempo y aún lo estará más. Por ello, sus servicios, también esenciales por la salud de los animales, se han visto muy reducidos, aunque intentan prestar la máxima atención posible.
“Como indican las normas, estamos intentando no tener un acercamiento social. Atendemos urgencias y patologías que necesiten nuestra intervención y actividad que sean prioritarias. Todo lo preventivo, como las vacunas o los chequeos se están retrasando hasta que todo empiece a funcionar de nuevo, dentro de un mes o mes y medio porque tampoco se podrá dilatar mucho todo en el tiempo”.
Así lo indica la propietaria de la clínica Peludos, Isabel Sánchez, ubicada en la calle Blas de Otero (al lado de la Plaza de Barcelona) quien reconoce que la gente solo acude con los animales “si no le queda otro remedio o es imprescindible, son muy respetuosos con estas cosas. También tenemos el servicio de consultas telefónicas para poder tratar alguna patología leve y mandar algún tratamiento”.
Cuando alguna urgencia requiere de su atención, “lo hacemos con una persona solo en la clínica, mientras el resto espera fuera. Es un local de 140 metros, equipado ahora con guantes y geles, además de todas las medidas higiénicas necesarias, y con la protección necesaria que marca la normativa”, explica Sánchez.
Hasta el momento, no han tenido ninguna incidencia negativa “y en el caso de las clínicas veterinarias la debacle económica es peor, porque la atención no se ha eliminado, se ha pospuesto para dentro de un tiempo, que es más positivo que en otras actividades”, concluye.
Texto: Chema Díez Juan