«Sales llorando del hospital, pero con una vitalidad como nunca»

El salmantino Manuel Hernández cuenta cómo ha superado el coronavirus
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Manuel Hernández se recupera en su casa tras recibir el alta en el Clínico. (Ical)

Manuel Hernández García es un salmantino de mediana edad al que superar el coronavirus le ha cambiado la percepción de la vida. Y es que, tras los instantes iniciales, donde confiesa que se sintió “un poco raro y vacío”, Hernández García explica que salir de la enfermedad le ha dejado “con los pensamientos más claros y mejor definidos”. “Corremos muchas veces un riesgo innecesario, nos va la marcha y nos gusta que nos suba la adrenalina, pero no vemos el valor de la vida”, confiesa una vez recuperado y con ganas de devolver “el aplauso y el abrazo” al personal sanitario que hizo posible que superase el coronavirus.

Carlos Tabernero / ICAL

¿Sabe o supone cómo se contagió?

No, tomaba las precauciones normales.

¿Qué es lo primero que se le vino a la cabeza cuando supo que estaba contagiado?

Te quedas un poco raro y en blanco, te sientes vacío. Crees que es un virus más, que es una gripe más, pero esto es más duro.

¿De una enfermedad así sale una persona nueva? ¿Qué le cambiará la enfermedad?

Sales con los pensamientos más claros y mejor definidos. Corremos muchas veces un riesgo innecesario, arriesgando la vida con malos hechos y malas prácticas, como por ejemplo con la conducción temeraria o los malos hábitos de seguridad en determinados trabajos o en deportes de alto riesgo. Tenemos el peligro delante de los ojos y no hacemos nada. Nos va la marcha, nos gusta que nos suba la adrenalina, pero no vemos el valor de la vida. Con este bicho, en cambio, no ves lo que tienes dentro pero sabes que te puede quitar de en medio en unas horas, por lo que estás viendo en la televisión, y se te ponen los pelos de los brazos de punta, sudas frío. Pero te das cuenta en el proceso de cómo es la calidad del ser humano, cuando hay unas personas que lo arriesgan todo por ti en primera línea, muy mal protegidos y sin preguntarte ni tu color político ni tu religión, que solo buscan sanarte y que te pongas bien, mientras otras que están fuera te tratan como un bicho, pensando que les pones en peligro. Ahí es cuando ves quién se comporta con humanidad y quién no.

¿Cuál es el detalle más bonito o más digno de recordar de todo el proceso?

El comportamiento del personal sanitario, cómo se entregan a su profesión para salvar a un ser humano. Cuando te sacan de la habitación, te dan los papeles del alta y se juntan todos para darte un aplauso y animarte a seguir, sientes una gran fuerza por dentro, cuando en realidad tendría que ser al revés: soy yo quien tiene que darles el aplauso, quien tiene que darles el abrazo y quien tiene que darles las gracias, porque por ellos salgo de allí. Sales llorando y emocionado, pero con una fuerza y una vitalidad que nunca antes he sentido.

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Manuel Hernández, en el Hospital Clínico. (Ical)

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