[dropcap]P[/dropcap]ocas veces dudo si dejar la maquina en casa o si sacarla a la calle, la excusa perfecta para no dejarla en casa es…“nunca se sabe”.
Callejear en soledad, habituar la mirada al escrutinio de aquello que nos rodea, captar con la primera máquina todo lo que llama la atención, aprender a esperar que pase algo…el tiempo, donde antes no pasaba nada. Son actitudes comunes cuando damos los primeros pasos como aficionados.
¡Qué ojo tiene! o ¡ve lo que nadie ve! son comentarios habituales cuando se habla de un fotógrafo. Obviamente, todo se resume en una conducta obligada por la afición o por la profesión, cuando la razón de éstas es la fotografía.
Hoy muestro un capricho del olvido en la calle Compañía de Salamanca.
Encumbrada por la Casa de las Conchas y la Clerecía, la calle Compañía, una de las más emblemáticas de la ciudad, desemboca en el Palacio de Monterrey.
Escenario perfecto de series y películas de época. En uno de los rodajes olvidaron retirar parte del decorado del muro derecho, según nos acercamos al Palacio de Monterrey, detalle que me llamó la atención.
Un rectángulo negro flotaba en la escena, fuera de contexto, sobre un muro descuidado, manchado de cemento avejentado, con desconchados que mostraban, sin pudor, hileras de ladrillos marcados por el paso del tiempo.
Me gustó la composición fortuita de estos elementos; imprimían una visión abstracta a una calle histórica, muy presente en la vida de los salmantinos. Decidí guardar el lienzo y mostrarlo con un giro de 90º para darle una visión vertical, que me pareció más apropiada.
Exposición:
“Diálogo con la pared”, Hotel Hospes, Palacio de San Esteban, Salamanca. Sept./2016.