[dropcap]E[/dropcap]l confinamiento se va sobrellevando con el susurro de los libros y una pluma empeñada en dejar huellas en el papel sobre este largometraje de pura ciencia ficción que sigo interpretando como gran protagonista.
Por otro lado, el ordenador se ha convertido en un gran aliado a la hora de sobrellevar entre cuatro paredes el increíble encierro. Este pequeño monstruo conseguidor de cosas sorprendentes, está siendo un mediador entre esperanzas y desasosiegos. Con un cable conectado a la caja tonta del salón, he logrado reencontrarme con el teatro, los documentales empañados de olvido y con otras propuestas visuales que mitigan mi gran desconcierto carcelario.
Estaba metido en estas aventuras internáuticas cuando José Ongay, compañero de fatigas en el voluntariado de Proyecto Hombre, me hizo saber que podía recuperar los capítulos de aquella serie tan memorable que, con el título de Memoria de España, fue emitida hace años por TVE.
Ongay fue productor de varios capítulos y, según cuenta, se contrataron varios historiadores de prestigio, vinculados a distintas universidades, para documentar la serie, que repasa la historia de España desde sus inicios hasta los tiempos de libertad que llegan con la esperada democracia.
Llama la atención que en los capítulos en que Salamanca debería haber tenido un papel importante, lo único que aparece es una breve referencia con raquíticas imágenes sobre la fachada plateresca de la Universidad.
José Ongay cuenta que, por cariño hacia su tierra, había buscado localizaciones dignas de ensueño para ser mostradas en la serie, pero tuvo la desgracia de encontrarse con unos políticos municipales catetos e ignorantes que no supieron medir la importancia que una serie de tal calibre podría tener para nuestra ciudad. Mientras la Iglesia y los ayuntamientos de muchos pueblos y ciudades abrían con ilusión participativa sus puertas, en Salamanca se daba el portazo a una oportunidad única para propagar el tesoro que encierran estas piedras sobre la eternidad de su historia.
La última parte de la serie, en la que ya no participa nuestro paisano, se ve obligada a tirar de grabaciones, abandonando el gran despliegue de medios con los que contaron los primeros capítulos. Había aterrizado en la Moncloa Zapatero y, de su mano, TVE comienza su agónica y larga travesía hacia la decadencia.
Si entramos en RTVE a la Carta, podemos ver, aparte de esta importante propuesta histórica, series de la trascendencia de Juncal o Teresa de Jesús. Era la época en la que profesionales de la talla de José Ongay daban cuanto tenían, dentro de un proyecto creativo que no necesitaba recurrir a productoras ajenas que irrigan de euros los opacos territorios donde suelen nadar todo tipo gestores e intermediarios.