Opinión

Qué tienen que ver el coronavirus, la biodiversidad, el medio ambiente y la biotecnología

Centro Nacional de Biotecnología (CNB), en Madrid.

 

[dropcap]E[/dropcap]l pasado 22 de mayo celebramos el Día Internacional de la Diversidad Biológica. A su vez, el pasado 5 de junio tuvo lugar el Día Mundialdel Medio Ambiente. Finalmente, este martes, 16 de junio, me alegra festejar el Día Internacional de la Biotecnología. Sin embargo, todos estos días los hemos celebrado en circunstancias de crisis sanitaria por coronavirus. ¿Cuál es la relación entre estos hechos? Tratamos de explicarla en las siguientes líneas.

 

Según el Convenio sobre Diversidad Biológica (Río de Janeiro, 1992), la Biodiversidad es la variedad de seres vivos dentro de cada especie, la variedad de especies y la diversidad de ecosistemas terrestres y acuáticos. Un ecosistema es una comunidad de individuos que interaccionan entre sí y con el medio que los rodea, un sistema natural en perfecto equilibrio y que proporciona muchos servicios, como alimentos, agua y nuevos fármacos. Los ecosistemas también contribuyen a la regulación del clima, la purificación del aire y a los ciclos de reciclado de nutrientes.Sin embargo, en las últimas décadas la extinción de especies se ha acelerado entre 100 y 1000 veces como consecuencia de la actividad humana: urbanización masiva y, en especial, agricultura. El desequilibrio que la pérdida de biodiversidad causa en los ecosistemas facilitaría la dispersión de organismos patógenos1(bacterias o virus).

Un sencillo ejemplo: pongamos que tenemos dos especies en el ecosistema, perros y gatos. Ambos son huéspedes del virus (se pueden infectar), pero los perros se transmiten más fácilmente el virus entre sí. En un medio en que solo hay perros, el virus circula libremente en la comunidad, lo que aumenta las posibilidades de que un ser humano se infecte. Sin embargo, si en el medio tenemos perros y gatos, que dos perros se encuentren es menos probable, porque puede aparecer un gato de por medio. Así, se limitaría la transmisión del virus dentro de la especie, siendo más difícil que el virus acabarallegando al ser humano.Este fenómeno se denomina “efecto de dilución2, 3. Con ciertos matices, podríamos decir que,a mayor biodiversidad en el ecosistema, menor facilidad de transmisión de enfermedades infecciosas.Por cierto, una enfermedad infecciosa que se transmite de un huésped animal a un ser humano se llama zoonosis. ¡Bingo! El coronavirus proviene de un murciélago, y se ha transmitido al ser humano en un mercado de Wuhan, China. En otras palabras, es una zoonosis.

No obstante, ¿por qué llegan estos patógenos (bacterias o virus) al ser humano si suelen aparecer en animales salvajes? La respuesta es la misma que para la pérdida de biodiversidad: la destrucción de ecosistemas naturales para obtener terrenos de cultivo o para urbanizar “deja al descubierto” a algunas de estas especies y facilita que el ser humano entre en contacto con ellas. Y ni que decir tiene que también influye el tráfico ilegal de especies exóticas (por ejemplo, los pangolines). De hecho, la degradación de algunos ecosistemas ha incrementado el número zoonosis emergentes en las últimas décadas4.

En síntesis, tenemos que la degradación del medio ambiente supone una pérdida de especies de seres vivos, lo que facilita la aparición y diseminación de enfermedades infecciosas (de nuevo, bacterias o virus). Nos queda una pregunta, ¿qué podemos hacer?Se trata de un problema muy grande como para que una única solución vaya a poder con él, necesitamos enfoques múltiples. En primer lugar y sin dudas al respecto, un cambio de actitud social hacia el lugar en que vivimos, el planeta Tierra.

En segundo lugar, disponemos de algunas estrategias bastante modernas. Por fin, llegamos a la Biotecnología. ¿De qué se trata? De nuevo según el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Biotecnología es “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos o sus derivados, para elaborar o modificar productos o procesos para usos específicos”. Si descomponemos el término, tenemos “Bio” y “tecnología”, es decir, la tecnología de los sistemas biológicos, de los seres vivos. Más sencillo, se trata de utilizar seres vivos para obtener un beneficio. Algunos ejemplos son la panadería, la repostería o la elaboración de cerveza, ya que en estos procesos se utiliza un organismo vivo para la fermentación de azúcares, una levadura de nombre Saccharomycescerevisiae.Otro ejemplo más “sofisticado” es la insulina transgénica que se inyectan las personas diabéticas, que se produce en bacterias no patógenas de forma industrial.

Con ello, ¿qué puede hacer la Biotecnología por el medio ambiente? Pues puede contribuir a una producción agrícola más eficiente5, es decir, producir más alimentos con menor consumo de agua y otros recursos, y con menor consumo de tierra. Si se reduce la superficie de tierra utilizada para cultivar, la amenaza para los ecosistemas comienza a desaparecer. Así, ¿cuáles son estas estrategias biotecnológicas?

Vamos a comentar dos de ellas, muy destacadas. Por un lado, las plantas transgénicas, es decir, aquellas a las que se ha introducido uno o varios genes de otros organismos para que adquieran un rasgo que nos interesa. Por ejemplo, resistencia a la sequía6, importante en aquellos países en que las condiciones climáticas pueden limitar la disponibilidad de agua en los años futuros, o resistencia a enfermedades, considerando que los patógenos vegetales generan una pérdida anual del 25% de la producción agrícola mundial.

Hay que añadir que la “modificación genética” se lleva haciendo desde los inicios de la agricultura: cruzar una variedad vegetal (con un rasgo interesante) con otra diferente (con otro rasgo de interés) es una forma de modificación genética, estamos seleccionando características externas que nos interesan. Por tanto, estamos seleccionando genes (de forma indirecta) para obtener nuevas variedades. Lo que la Biotecnología pretende hacer es esto mismo, de un modo más rápido y preciso, seleccionando los genes y rasgos de interés para obtener una nueva variedad de cultivo más productiva y resistente.

Además, estas tecnologías son evaluadas para asegurar la ausencia de riesgos para la salud humana y el medio ambiente. Así, después de más de 20 años de ensayos de campo y de su introducción en la cadena alimentaria, no se hanencontrado efectos nocivos niparala salud humana ni para el medio ambiente. De hecho, el Consejo Consultivo Europeo de Academias de Ciencia y la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos han motivado a seguir investigando sobre la forma en que mejor podrían aplicarse los cultivos transgénicos para promover una agricultura sostenible.

Además de las plantas transgénicas, otra estrategia biotecnológica es la aplicación debiofertilizantes, o microorganismos promotores del desarrollo vegetal. En la naturaleza, el espacio que rodea al vegetal y, en especial, el entorno de la raíz, están poblados por una gran diversidad de microoorganismos (bacterias y hongos), algunos beneficiosos7 y otros patógenos para la planta. Incluso hay algunos que penetran en el interior de la raíz8 y viven en simbiosis con el vegetal, por ejemplo, para fijar nitrógeno, un nutriente esencial en la cadena alimentaria.

En este caso, la idea es aplicar microorganismos o sus productos al terreno agrícola, de forma controlada, para así promover el desarrollo aumentado de las plantas, la producción agrícola en suelos que no están en condiciones óptimas o limitar los ataques por patógenos vegetales. De hecho, algunos de estos proyectos nos tocan de cerca en Salamanca, tratando de llegar al agricultor y facilitar su tarea. De esta forma se podrían ir sustituyendo los químicos agrícolas por los biofertilizantes.

En general, el objetivo último de la mejora de la agricultura es producir suficientes alimentos para una población mundial que crece. Actualmente somos unos 7.700 millones de personas en el planeta, y Naciones Unidas prevé que para 2050 la población habrá aumentado hasta los 9.700 a 10.000 millones. Cuando el rendimiento de los cultivos disminuye como consecuencia del cambio climático, hay que buscar soluciones. La Biotecnología no es la única, pero sí puede ser una de ellas.

Para terminar, volvemos al inicio. La Biodiversidad es un componente esencial en los ecosistemas terrestres. Sin embargo, la naturaleza no es estática, se encuentra en constante cambio. Es necesario limitar el impacto negativo que el ser humano causa en el medio ambiente, en especial a través de la agricultura, ya que los efectos nocivos del cambio climático también podemos vivirlos las personas (nuestro ejemplo, la propagación más fácil de enfermedades infecciosas). Existen múltiples opciones de la mano de la ciencia para el problema ambiental, una de ellas es la Biotecnología. La mejor forma de descubrir soluciones es siempre investigar, ser críticos con la información y no perder de vista que somos parte de un todo, la Tierra, y que nuestro destino depende de lo que ocurra con ella.

Por: Iván Martín Martín
Alumno de último curso del Grado en Biotecnología
Universidad de Salamanca

2 comentarios en «Qué tienen que ver el coronavirus, la biodiversidad, el medio ambiente y la biotecnología»

  1. es verdad que llevamos miles de años manipulando las especies para conseguir mejoras genéticas pero no podemos confundir las técnicas de selección ancestrales con las técnicas actuales de introducir genes de una especie en otra distinta.
    Es decir, desde hace siglos se escogían las mejores vacas lecheras para que tuvieran descendencia y así después de muchas generaciones se consiguieron vacas de dan muchos litros de leche al día. Nada que ver con lo que se hace actualmente: meter un gen de ratón, por ejemplo, en un óvulo de caballo para obtener en los nuevos caballos una característica nueva a la que difícilmente se llegaría por la selección al modo antiguo.
    En los medios ecologistas se rechaza esta ingeniería transgénica con fines industriales y llevan muchos años luchando contra ella.

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    • Buenos días, Elio Antonio. Muchas gracias por su interés y su tiempo. Le pido disculpas por el retraso en contestar, no había visto su comentario.
      En primer lugar, no me consta el ejemplo que comenta acerca de ratones / caballos, le agradecería si pudiera hacérmelo llegar. En su lugar, sí puedo comentar un ejemplo de salmón transgénico (variedad norte atlántica) que crece más rápidamente que su homólogo no transgénico. Se ha obtenido mediante la inserción de genes de dos variedades de peces, el salmón real (Oncorhynchus tshawytscha) y un pez bentónico (Zoarces americanus). Referencia: aquabounty.com/
      Por otro lado, es cierto que las técnicas de selección artificial tradicionales son diferentes de la ingeniería genética actual. Fundamentalmente porque las técnicas actuales son más precisas y rápidas, se pueden prever con más acierto los resultados y se evalúan los riesgos.
      También cabe destacar que la selección tradicional ha empleado en ocasiones técnicas de mutación (radiación o productos químicos) cuyos resultados son menos previsibles que los propios de las técnicas más modernas. En relación con plantas transgénicas, este puede ser un vídeo interesante. En él también se hace una breve referencia a asociaciones ecologistas. Referencia: http://fundacion-antama.org/jose-miguel-mulet-si-tuvieramos-que-alimentar-a-7-000-millones-de-personas-con-las-plantas-del-neolitico-la-gente-se-moriria-de-hambre/
      Es cierto que una tecnología novedosa requiere una evaluación de riesgos. Y la tecnología de transgénesis es evaluada de forma estricta, casi más que muchos otros productos alimenticios en la actualidad. En ese sentido, quizás cabe buscar un equilibrio entre técnicas tradicionales y técnicas modernas, con un fin último: limitar el impacto ambiental de la agricultura. Es muy difícil que la agricultura tradicional (bien gestionada) pueda resolver este problema por sí sola, aunque sin duda debe ser parte de la solución.
      Le agradezco sinceramente su interés, Elio Antonio. ¡Que tenga buen día!

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