Ocurrió el pasado 15 de junio, en un hospital de la India. Los familiares de un hombre de 40 años ingresado por coronavirus decidieron ir a comprar un ventilador, porque hacía mucho calor en la habitación.
Al regresar a la habitación no quedaban enchufes libres y decidieron, sin encomendarse a nadie, quitar uno al que estaba conectado un equipo médico, con tan mala suerte que era el que alimentaba el respirador que mantenía con vida a su familiar.
Nadie se percató de lo ocurrido, porque el respirador tiene una batería interna que le permitió seguir funcionando durante media hora.
Al agotarse la batería se paró y el paciente entró en parada de la que pudieron sacarlo los sanitarios, y murió.