[dropcap]S[/dropcap]i hay alguien que haya vivido en primera persona la crueldad del coronavirus es él; no ha estado solo, ni mucho menos, ya que todo su equipo y el del resto de especialidades se ha entregado al máximo en que el hospital de Salamanca no se desbordase por la pandemia… y lo lograron, salvando muchas vidas. Eso sí… “un repunte encontraría a los sanitarios agotados y, probablemente, no podríamos responder de una forma adecuada”.
Así de contundente se muestra el jefe de Servicio de Medicina Intensiva del hospital de Salamanca, Víctor Sagredo, quien reconoce que les preocupa, y mucho, que todo pueda volver a comenzar. Señala con rotundidad que siempre hubo camas de crítico y respirador y que nunca se vieron en la tesitura de tener que elegir a quién curar y a quién dejar morir… unas muertes que han dolido, y mucho, por la manera de producirse y la soledad en la que se han encontrado.
“En total hemos ingresado 125 pacientes, de los cuales 105 ingresaron con neumonía bilateral grave en la UCI”, indica, al tiempo que reconoce que el paciente “más joven tenía 29 años, aunque afortunadamente esa franja de edad ha sido excepcional. Sin embargo, sí que hemos tenido un porcentaje significativo de pacientes en la franja entra 40 y 60 años, algunos de ellos sin patología previa conocida”.
Para terminar, lanza un mensaje de concienciación a la sociedad para que esta situación no vuelva a ocurrir y señala, sin tapujos que hace falta invertir más: “Nuestra sanidad pública no es tan excelente como nos cuentan”. Más claro…
Física o anímicamente, ¿en cuál de los dos ámbitos se siente más cansado?
En el inicio de la crisis trabajamos mucho y con un alto nivel de estrés físico y emocional. Jornadas interminables, muchas guardias y muy duras. El nivel de exigencia físico era elevado y el cansancio era patente entre el personal, aunque probablemente el estrés y los niveles elevados de adrenalina nos permitieron sobrellevarlo. A medida que han ido pasando los días, el cansancio predominante es el mental, nos preocupa mucho el no terminar, el no poder volver a la normalidad y a las rutinas de nuestro trabajo y, sobre todo, nos preocupa sobremanera que todo pueda volver a comenzar. Por eso es tan importante, y lo recalcamos continuamente, el adecuado comportamiento de la sociedad en esta vuelta a la nueva normalidad; un repunte encontraría al personal sanitario en un estado de agotamiento que probablemente no nos permitiría responder de forma adecuada.
¿Tuvo miedo a que todo se desbordase por completo en los días más centrales de la pandemia?
Seguramente miedo no es la palabra, más bien preocupación. Íbamos planificando y respondiendo al día, teníamos poco tiempo de respuesta. El Hospital y el personal nos adaptábamos a la nueva situación a diario y en los momentos de más rápido crecimiento de la demanda sí me preocupó el que no fuéramos capaces de dar respuesta, situación que afortunadamente en ningún momento se produjo.
¿Actuó rápido y con solvencia el Hospital de Salamanca?
Creo que como todos los hospitales de España no teníamos capacidad para responder de forma planificada y organizada a un problema de la magnitud de éste. Sin embargo, existió una magnifica coordinación entre los equipos directivos y médicos y entre los diferentes equipos médicos entre sí, lo que nos permitió, con el esfuerzo de todos, reinventarnos y responder a las necesidades que se nos plantearon cada día.
¿Se ha visto en la tesitura de tener que decidir a quién salvar y a quién no por los medios disponibles?; ¿en algún momento no hubo camas para todos los pacientes en la UCI?; ¿tuvieron respiradores suficientes o hubo que determinar quién lo usaba y quién no?
La respuesta a estas preguntas debe quedar absolutamente clara. En ningún momento tuvimos que tomar decisiones por los medios disponibles, siempre hubo camas de crítico y respirador. Esto no quiere decir que la situación no haya condicionado la toma de decisiones o que no se decidiese a quién se le realizaba tratamiento con soporte invasivo y a quién no. Adecuar el tratamiento al paciente y sus condiciones es algo que todos los médicos, y en particular los intensivistas, hacemos a diario.
El ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos y el tratamiento respiratorio invasivo es algo que en absoluto es inocuo, a esto hay que añadir que nos enfrentamos a una enfermedad que cuando alcanza el nivel de gravedad que precisa ingreso en UCI tiene una elevadísima mortalidad y que nos encontramos en una situación especial de elevada demanda asistencial. Esto significa que, al igual que siempre hacemos, ofrecemos este tipo de tratamiento a aquel paciente que tiene posibilidad de sobrevivir y recuperarse. Y, la edad, por supuesto que es un factor a tener en cuenta, no por sí misma, sino porque se asocia a mayor comorbilidad, a una mayor mortalidad y menor posibilidad de recuperación. Haber hecho las cosas de otra manera hubiera sido realizar tratamientos fútiles y gestionar de forma inadecuada nuestros recursos.
¿Tuvo España que haberse confinado antes?
De forma retrospectiva resulta fácil cuestionar las decisiones tomadas. Sin embargo, y esto es una opinión personal, creo que viendo lo que estaba ocurriendo en Italia, lo que comenzaba a pasar en Madrid o lo que había ocurrido en China, la decisión de confinar a la población se debería de haber tomado antes de lo que se hizo.
¿Teme un posible rebrote y qué grado de letalidad puede tener?
No soy un experto en epidemiología, ni en virología. Los expertos en estos campos nos alertan de un posible rebrote en septiembre u octubre por el comportamiento estacional que suelen tener estos virus epidémicos.
Lo que sí es cierto es que parece que el comportamiento actual del virus ha cambiado. Creo que es muy importante recalcar la importancia de un adecuado comportamiento social, distanciamiento, uso de mascarillas… y seguro que esto está influyendo, pero ciertamente ingresan muchos menos pacientes y con mucha menor gravedad. En la realidad hace más de un mes que no ingresa ningún paciente en la Unidad con neumonía grave.
¿Cuántos pacientes positivos han tenido en este tiempo de media?
El primer paciente ingresa en la UCI el día 10 de marzo y alcanzamos el pico de pacientes ingresados con 56 pacientes en ventilación mecánica en las diferentes Unidades el día 5 de abril. En total hemos ingresado 125 pacientes, de los cuales 105 ingresaron con neumonía bilateral grave.
Además de las personas mayores, la más afectada, ¿tuvieron que tratar a mucha gente joven en estado grave?; ¿ingresó en la UCI mucha gente sin patologías previas y de gravedad?
La información que recibíamos inicialmente desde China nos decía que la enfermedad afectaba de forma grave a pacientes mayores y con patologías previas, pero esto no ocurrió en Italia y tampoco ha ocurrido eso exactamente aquí. La edad media de los pacientes ingresados en esta época en la UCI es la misma que la edad media de nuestros pacientes antes del COVID, pero hemos tenido ingresada gente joven y sin patología previa con neumonía grave bilateral, algo que no ocurría antes. El paciente más joven tenía 29 años, aunque afortunadamente esa franja de edad ha sido excepcional. Sin embargo, sí que hemos tenido un porcentaje significativo de pacientes en la franja entra 40 y 60 años, algunos de ellos sin patología previa conocida.
Se habla que la pandemia empezó a finales de febrero, ¿cree que llegaron casos que no identificaron el coronavirus?
Los primeros casos confirmados aparecen en la segunda semana de marzo, pero no puedo descartar, ni tampoco confirmar, que algunos casos tratados unos días antes, revisándolos a posteriori, no pudieran haber sido caso de coronavirus. Lo que sí que es cierto es que tuvimos casos sospechosos por la clínica y las pruebas de imagen que nos dieron inicialmente resultados negativos en la prueba de PCR, en los que relajábamos las medidas de protección y que posteriormente se confirmaron como coronavirus, lo que condujo a que existiera una alta tasa de contagio entre los profesionales.
¿Habría sido partidario de mostrar imágenes de la UCI para concienciar a la población sobre lo que han pasado?
Hay todavía una parte de la población, sobre todo gente joven, que no es consciente de la gravedad del problema. Hemos vivido una situación realmente seria, rozando la ciencia ficción, que no sé si seríamos capaces de volver a vivir y cualquier medida que ayude a que esa parte de la población tome conciencia de la magnitud de la crisis vivida y se comporte de una forma apropiada manteniendo las medidas de seguridad adecuadas, bienvenida sea. Tal vez una forma hubiera sido mostrarle la crudeza de la situación vivida en nuestras unidades de cuidados intensivos.
¿Cómo es de duro ver morir a tanta gente por un virus?
Para los que nos dedicamos a la medicina cada muerte la vivimos como un fracaso y en dos meses hemos visto morir tanta gente como otras veces en un año, haciendo todo lo que sabíamos hacer y con la sensación de impotencia de no poder aportar nada más a los pacientes. Eso es realmente duro y a eso se añaden las circunstancias en que se producían esas muertes, en absoluta soledad y sin poder despedirse ni estar arropados por sus seres queridos. Marca y deja huellas indelebles.
En este período, desgraciadamente, perdimos algo que nos ha costado mucho trabajo introducir en la UCIs, la humanización de un medio tan frío y tecnológico como el nuestro, y es un objetivo que nos hemos marcado como prioritario: recuperarlo cuanto antes.
¿Qué aprendizaje queda de una crisis como ésta?
Cualquier situación de crisis trae enseñanzas asociadas y ésta no ha sido menos. La primera y más importante es que nuestra sanidad pública no es tan excelente como nos cuentan, es mejorable y tiene muchos déficits crónicos, en materia de recursos humanos y materiales, que es necesario solventar. Hasta ahora, nuestro sistema sanitario se ha sustentado en el esfuerzo y entrega de los profesionales a todos los niveles, esfuerzo muchas veces no recompensado, ni reconocido. Una adecuada sanidad pública y una adecuada educación pública son los pilares fundamentales de cualquier sociedad y cualquier gobierno, del color y tendencia política que sea, deben apostar por ellas.
Por otro lado, ha sido muy gratificante comprobar como el trabajo conjunto de un grupo humano como el que tengo la suerte de coordinar, junto a la ayuda desinteresada de muchos compañeros de otras especialidades, de la dirección del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca y de otros muchos servicios centrales nos ha permitido solventar la crisis a la que nos hemos enfrentado.
Por esto, no me gustaría finalizar esta entrevista sin transmitir mi absoluta y sincera gratitud a todo el personal de las diferentes unidades que formaron esta “macroUCI” que llamamos UCI extendida, al personal de enfermería, fisioterapeutas, auxiliares, celadores, técnicos, a los facultativos de otras especialidades, cardiología, anestesia, pediatría, que estuvieron a nuestro lado, al pie del cañón, al resto de especialistas sin cuya colaboración esto no hubiera salido adelante, servicios centrales, equipo de dirección, personal de mantenimiento, informática… a todos mi más sentido agradecimiento.