Hablar de Óscar Núñez es hacerlo del baloncesto en Salamanca. Lleva más de media vida ligado a un club, el CB Tormes, que su padre llegó a presidir y en el que ha hecho un poco de todo hasta llevarlo donde ha llegado en la actualidad.
En 2015, rozó la gloria en una fase de ascenso en Coín en la que el equipo derrotó al Real Madrid de Luka Doncic, pero que el azar dejó sin opciones en el último partido en una temporada mágica en la que Würzbug llegó a vibrar con 1.500 espectadores. Sí, Óscar Núñez era el entrenador de ese equipo que hizo disfrutar a muchos y creer en que era posible.
No en vano, lo que no pudo ser sobre la pista sí fue de la mano de Fuenlabrada, que devolvió la LEB Plata a Salamanca en la temporada 2018-19, pero el sueño se convirtió en pesadilla demasiado pronto, con un equipo que acumuló demasiadas derrotas y que descendió a falta de 6 jornadas para finalizar el campeonato. Pero, como pasa con toda experiencia, siempre deja un aprendizaje.
Por ello, alguien que iba para futbolista, pero al que su talla le llevó al mundo de la canasta, mentiría si dijera que no le gustaría lograr el ascenso con él en el banquillo, igual que el hecho de dirigir un proyecto en LEB Plata, donde el nivel aumenta de manera considerable.
Pero, llama la atención que un deporte que le ha dado tanto, a la vez le haya hecho tener el peor recuerdo de su vida, que no es otro que perder a su hermano, un golpe del que aún no se ha recuperado y quizá nunca lo haga, pero con el que está aprendiendo a convivir. Pasó de estar en mitad de una cancha de baloncesto a hacerlo en una carretera en un fatídico día del año 2016. El baloncesto le debe una y se la otorgará, pero la vida ya nunca volverá a ser como antes… aunque haya que seguir el camino. Superarse lo llaman.
Sus inicios en el baloncesto: “Empecé a jugar con 8 años; cuando entrenaba al fútbol en el Colegio María Auxiliadora, un profesor de 3º EGB, que se llamaba Carmelo, nunca se me olvidará, me dijo que tenía cualidades porque era muy alto… y unido a que mis hermanos Carlos y Javi también lo practicaban, me acabó de enganchar”.
Etapa como jugador: “A nivel de cantera, fue muy bonito y creo que no se valora lo suficiente. Luego ya en senior es todo muy diferente y se respira un aire muy diferente; la cantera es algo más puro y divertido y tengo un gran recuerdo de esa época. Pero, en mi caso, me quedo con el año de cadete cuando jugábamos con la Universidad de Salamanca, al hacer un gran equipo con el que logramos quedar séptimos de España. Fue una competición que se jugó en Tenerife, derrotando incluso al Barcelona, lo tengo grabado. Tampoco olvidaré el año 2002 cuando jugamos la fase de ascenso a LEB Plata con el Maderas Peralta con Richi Iglesias en el banquillo, mis hermanos y yo, los Aramendi… hicimos un grupo de amigos a los que se nos daba bien jugar al baloncesto y fue muy bonito. Casi subimos a LEB Plata, algo que hubiésemos logrado de haber contado con el apoyo necesario en su momento”.
El momento de la retirada: “Dejé de jugar en el año 2009 con 33 años. Me di cuenta de que tenía que dejarlo porque llega un momento en el que me fallaban las piernas y físicamente no estaba bien. Cuando lo que pasa por tu cabeza no lo puedes llevar a cabo en la pista es mejor dejarlo; para jugar frustrado decidí que era mejor dedicarme a otra cosa dentro del CB Tormes, algo que sigo haciendo a día de hoy”.
Un referente: “De pequeño, mi época de 10 a 15 años, recuerdo a Magic Johnson, me gustaba mucho. Tengo en mente aún los partidos que veía de la NBA con mi abuela por las noches… entonces había dos grupos; los que éramos de Magic y los de Jordan, que está claro que tenía algo especial y diferente. Fuera de la NBA y pese a que ya se ha retirado, Navarro es el jugador con más talento que he visto, que ha logrado cosas muy importantes con muy poco físico. Soy ‘Navarrista’ y encima del Barcelona”.
Y también… directivo: “Me incorporo a esa parcela en 1997; decidí empezar a entrenar por un compañero de equipo al que sustituí por casualidad, y nunca llegué a imaginar que 23 años después iba a seguir aquí. En 2002 todo cambió porque estaba entonces Fernando García y el club pasaba por problemas económicos y no quedó otra que lanzarse un poco a la aventura. Recuerdo que José Ignacio Hernández, que entonces estaba en Avenida me ayudó mucho en estos asuntos a la hora de relacionarme con las federaciones y clubes, enseñándome muchas cosas. Aprendí mucho porque al final no me quedó más remedio que meterme en otras parcelas del club y poco a poco fui creciendo. Es otra manera de ver este deporte, que también me ha enseñado muchas cosas. En 2007 murió mi padre, que fue presidente del club, y me tocó involucrarme en más cosas y asumir otras parcelas con la gran ayuda de personas como Poveda y Darío. Me gusta también esta parcela más organizativa porque me permite conocer otros aspectos de este deporte”.
¿Hasta cuándo entrenará?: “No lo sé, la verdad; tengo 44 años y tres hijos y nunca me he planteado cuándo lo dejaré. Empecé en esto por ‘hobby’ y aquí sigo muchos años después para pasar un buen rato con los chicos, algunos de ellos que ya se han hecho mayores, otros que son amigos míos… ahora me siento muy cómodo. Siempre me ha gustado entrenar y me gustaría no tener que hacer tantas cosas en otras parcelas y solo entrenar; incluso hubo algún momento en el que me pudo ‘picar el gusanillo’ de haber iniciado alguna aventura fuera de Salamanca, pero no se dieron las circunstancias. En el futuro, me gustaría no tener la responsabilidad de ser el entrenador del EBA o del equipo senior, porque eso significaría que hay gente en Salamanca para poder coger el relevo. Creo que faltan buenos entrenadores en Salamanca; los hay que hablan en los corrillos y en otros ámbitos, pero que trabajen aquí y en otros clubes, no solo en éste, no hay muchos. Faltan manos y gente con ilusión”.
¿Pérdida de ilusión por el baloncesto?: “La sociedad ha cambiado mucho; en mi época, cuando empezamos en esto, entre los 18 y los 25 años, me ilusionaba mucho dedicarme al baloncesto y no miraba si cobraba o si le echaba muchas horas y sí por aprender de la gente con la que jugaba y entrenaba, lo hacía con gusto. Hoy en día, la juventud, no sé si es porque está acomodada o por qué, lo primero que hace es saber si va a cobrar algo por entrenar. De hecho, muchos de ellos terminan siendo árbitro porque van a ganar más dinero. Cuando un chico empieza y su mayor deseo es ganar dinero es complicado que luego encuentre ilusión y motivación para crecer y seguir aprendiendo. Esa figura, hoy en día, no la hay”.
El CB Tormes y su cantera: “Es complicado estar en las dos cosas, porque el año pasado, desde la destitución de Avelino tuve que encargarme de entrenar al primer equipo cuando yo a estaba con un equipo alevín del club. Cuando asumí hacerme cargo del EBA lo hice con la condición de seguir con los alevines porque disfruto mucho con ellos y los niños te devuelven mucho más de lo que tú les das. Es cierto que el primer equipo es muy diferente porque hay mucha presión, aunque también la ilusión de poder estar lo más arriba posible. Este año tenemos la posibilidad de hacer un proyecto bonito y atractivo para todos, pero sin egos. Recuerdo con gran cariño el año 2015 cuando logramos meter en Würzburg a 1.500 personas y no solo por ganar, también porque la gente se divertía”.
El Óscar entrenador: “Siempre busco sacar el 100% de los jugadores más allá de creerme con más o menos capacidad. No quiero restar y sí conseguir que trabajen y disfruten para que lo den todo. Y si soy capaz de enseñarles algo técnico o táctico que nos permita estar más arriba, mejor; me gusta que el jugador lo dé todo atrás y disfrute en el ataque”.
El BA-LON-CES-TO: “Para mí es un estilo de vida, sin duda. A veces he llegado a plantearme si de verdad merece la pena todo esto; no he perdido la ilusión, pero si hay un momento en el que te planteas muchas cosas porque falta gente, apoyos… llevo 23 años en el club y a veces sacar las cosas adelante cuesta mucho y te desmotivas. Estaría mucho mejor con más tiempo libre para mi familia, pero luego soy muy feliz en los partidos, en los entrenamientos y creando un club de amigos que me permite estar mucho tiempo con ellos. Eso también me devuelve la ilusión”.
Su peor momento: “Mi peor momento en el baloncesto también tuvo que ver con el de mi vida, algo que nunca olvidaré. Media hora antes de comenzar un partido contra la Usal en 2016 recibí una llamada para decirme que mi hermano había muerto… un hermano es algo sagrado y encima en la manera en la que fue. Pasé de estar en mitad de un pabellón antes del partido a estar en mitad de una carretera; lo tengo grabado en la mente y lo recuerdo como si fuese ayer. Nunca lo podré olvidar y poco a poco he aprendido a convivir con ello”.
El año de la fase de ascenso: “Fue una pena no lograr el ascenso porque fue un año precioso. Como grupo empezamos mal, pero el equipo poco a poco fue pegando un cambio importante y cada día jugamos mejor. La fase de ascenso en Coín fue muy emocionante y más después de enfrentarnos al Real Madrid de Doncic en un partido que al final logramos ganar. Es cierto que al día siguiente pagamos el esfuerzo de haber tenido un partido tan duro y Hospitalet fue mejor siendo justo vencedor. Luego, como pasa en este tipo de fases, esperábamos que el Madrid ganase a Hospitalet y fue así casi todo el partido salvo los dos minutos finales, y lograron la victoria. Si hubiese ganado el Madrid, nosotros logrando la victoria en nuestro siguiente parrido, hubiésemos ascendido, pero nos quedamos sin opciones antes de jugar; cosas del deporte porque el equipo estaba como una moto. Tuvimos mala suerte…”.
El reciente año de LEB Plata: “Saco cosas positivas de esa temporada pese a que fue un año muy duro, con muchas derrotas… pero nos enseñó mucho. En junio del año anterior Fuenlabrada nos dio la opción de poder jugar en LEB Plata y las conversaciones fueron muy positivas desde el principio; nos pareció buena idea y no podíamos dejarlo pasar. A nivel deportivo, las cosas no fueron bien y el hecho de ir de la mano de Fuenlabrada nos ató un poco de pies y manos para haber hecho algún cambio. Nos quedó la espinita de la afición por haber intentado luchar hasta el final por no descender o no haberlo hecho a falta de 6 jornadas”.
¿Volver a Plata?: “Para el club es un objetivo y tenemos esa espinita clavada. Nos gustaría disfrutar de la categoría siendo nosotros mismos y no yendo de la mano de nadie. También digo que no es un objetivo inmediato, no hay prisa y creo que nuestro objetivo es intentar estar arriba y crear un buen grupo como hicimos en el año 2015; también contactar con más patrocinadores para que vean el ambiente que hay porque si logras ascender luego salen más apoyos. Mentiría si dijera que no me gustaría lograr el ascenso como entrenador, pero no tengo que demostrar nada a nadie más que a mi familia, que sé que lo disfrutaría. Me motiva también entrenar en LEB Plata al club porque hay un nivel ya muy alto y sé que tendría que hablar con mi familia para ello… pero bendito problema”.
¿Tiene apoyo el baloncesto en Salamanca?: “Tengo envidia sana de otras provincias de Castilla y León porque guste o no guste, en la comunidad siempre han dominado Valladolid y León, pero Salamanca también ha tenido una parte crucial después de ellas. Además, ahora vemos como en Burgos (en 2002 les ganamos en EBA) esta disfrutando de la ACB, con una ciudad volcada y 10.000 personas en el pabellón. Palencia también ha sabido hacer bien las cosas y ha ido creciendo para estabilizar el proyecto en LEB Oro. Mentiría si dijera que el Ayuntamiento no nos apoya, porque sí lo hace y contamos con su confianza y si lo deja de hacer, nos tocará desaparecer. Pero a nivel empresarial cuesta mucho encontrar empresas que apoyen el deporte como sí se ha hecho en otras ciudades”.