Nació en Villalón de Campos (Palencia), donde aprendió sus primeras letras de la mano de su madre, como casi todo el pueblo, de doña Victoria que era la profesora de párvulos. Mariano Esteban, asesor de la OMS y uno de los mayores expertos mundiales en vacunas, mamó en casa su pasión por la ciencia, con un padre farmacéutico del que decidió seguir sus pasos, lo que le llevó a licenciarse en Farmacia en la Universidad de Oviedo, después de pasar parte de su infancia y juventud en Palencia, donde estuvo interno desde los diez años en el colegio de los Maristas. Tras realizar la tesis doctoral en Microbiología y licenciarse en Ciencias Biológicas, en Santiago de Compostela, el destino le fue llevando al campo de la investigación. A sus 75 años, lleva más de media vida, «sólo 50 años», trabajando en vacunas contra el chikungunya, ébola y zika y VIH. El 10 de enero, su Grupo de Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC decidió mirar hacia la secuenciación del SARS-CoV-2 para cercar a un virus que llegaba para quitar el sueño a todos los países, pero que, «antes o después, tendrá su vacuna».
S. Calleja / ICAL
¿En algún momento pensó en que podría ocurrir algo como lo sucedido por el COVID-19, esa enfermedad X para la que ningún país estaba preparado?
Mi laboratorio se embarcó hace más de 30 años en una línea de vacunas frente a enfermedades emergentes. De hecho, esto ya lo sabíamos por los antecedentes. Lo venía anunciando, por ejemplo, Bill Gates con el que hemos tenido muchos años de colaboración y financiación. Sabíamos que antes o después iban a ocurrir pandemias debido a la movilidad, interacción entre personas, animales y entornos. Era predecible; lo mismo que apareció ébola, chikungunya, que el dengue se sigue extendiendo, la fiebre amarilla, fiebres hemorrágicas… Era predecible que algún virus fuera reapareciendo o mutando, que pasara de animales a humanos; era anunciado. Y en el futuro, nuevas pandemias ocurrirán en cinco, diez, quince años… en tiempos relativamente cortos.
¿En qué momento decide su laboratorio que tiene que empezar a investigar en una vacuna contra el COVID-19?
El mismo día en que vimos que se publicaba la secuencia completa del SARS-CoV-2, el 10 de enero. Estábamos viendo cómo aparecían casos, con más frecuencia en China, las medidas que estaba tomando el Gobierno chino, y supusimos que esto podría llegarnos. En ese momento nos pusimos a trabajar, lo mismo que los británicos y otros investigadores. Al principio íbamos a la par, pero las limitaciones en infraestructuras que tenemos en España nos hace más difícil poder seguir al ritmo de otros países.
¿Cuáles son esas limitaciones; echa en falta mayor financiación, una mayor apuesta por la ciencia?
Hace falta un mayor apoyo a la ciencia, pero sobre todo tener las infraestructuras adecuadas. Nos pasó con el ébola; la gente se comenzó a asustar porque no teníamos centros sanitarios para aislamiento de personas con agentes patogénicos de alto nivel, y nos ha ocurrido ahora. En España sólo hay dos centros con nivel P3, es decir, laboratorios de seguridad biológica para trabajar con agentes patogénicos de un nivel A, elevado, como es el coronavirus, y a estas instalaciones les falta la capacidad para tener, por ejemplo, macacacos. Es algo que se nos exige por las agencias reguladoras antes de pasar a ensayos clínicos, y no tenemos. Sí podemos experimentar con animales inferiores, como ratones, de hecho hemos completado ya un estudio con ratones normales para experimentar que la vacuna se comporta bien, e iniciaremos en julio los ensayos en ratones humanizados para ver la eficacia, pero tenemos limitaciones que nos hacen ir más despacio de lo que quisiéramos. Es crítico, sin ciencia no hay futuro, sin ciencia no hay desarrollo tecnológico de un país y estamos avocados a depender de todos los demás. Y creo que es una lección que España tiene que reflexionar y valorar en su justa medida: la importancia de la ciencia y del sistema sanitario que hay que reforzar.
La pregunta que todo el mundo se hace, ¿cuándo se hará realidad el sueño de contar con una vacuna?
Se está acelerando todo, pero no hay ninguna evidencia, porque no ha habido tiempo, de demostrar que las vacunas actuales que están en ensayos clínicos protejan. Sí se ha visto que algunas de estas vacunas, en modelo experimental con macacos, inducen protección, pero es relativa, porque, por ejemplo, en las vías respiratorias altas no eliminan el virus; por lo cual, los animales pueden seguir diseminando el virus. Aunque reduce la fase clínica de alteración pulmonar y demás, no la localización del virus en las fosas nasales, en la parte respiratoria alta.
¿Cuánto tarda en desarrollarse una vacuna, y cuánto se han acelerado los pasos para frenar el COVID-19?
De media, unos cinco años. Desarrollar una vacuna lleva bastante tiempo, porque están los ensayos preclínicos en animales, pero hay que demostrar las fases clínicas uno, de seguridad; dos, con mayor número de personas; tres, si es eficaz con miles de personas, y ya la cuatro, que es con la población mundial. Ahora se están acelerando los procesos para que la fase uno se acorte un mes o dos; la fase dos se acorte también y sirva para demostrar seguridad y eficacia, sobre todo en lugares con mayor incidencia e infección.
¿En qué se diferencia la vacuna en la que trabajan de la de otros grupos?
Básicamente, en el vehículo transportador. Por ejemplo, el grupo de Oxford utiliza una de no virus como vehículo transportador, y nosotros utilizamos una variante de la que se utilizó en la vacuna de la viruela, la enfermedad más mortífera que ha padecido la humanidad. Gracias a un programa de vacunación masivo a nivel mundial, se consiguió erradicar y declarar al planeta libre de viruela en 1980. Sabemos que es un vehículo muy potente y lo que perseguimos es la inducción de una respuesta inmune amplia, potente y duradera, con capacidad neutralizante frente al coronavirus. De momento, estamos viendo que en experimentación animal tiene un buen comportamiento inmunogénico, y vamos a demostrar su eficacia en modelo experimental con ratones. Estamos terminando la fase en modelo con ratón normal, y en julio comenzamos en ratón humanizado, que significa que es un ratón susceptible al coronavirus, en el que vamos a demostrar la eficacia de la vacuna, es decir, la capacidad para neutralizar la infección por COVID-19 y mantener al animal sano.
¿Por qué cada país trabaja en su vacuna, no tendría más sentido concentrar esfuerzos?
Sería una equivocación. Si todos trabajamos en una vacuna y luego no funciona, habríamos perdido años de trabajo para desarrollar una segunda, y si nos vuelve estaríamos en lo mismo. Es bueno que la comunidad científica, tanto empresas privadas como el sector académico público, se haya puesto a trabajar en ello. Da más seguridad que las vacunas que se lleguen a implementar tendrán mayor capacidad para el control de la infección. Varias de las vacunas que van ahora muy aceleradas se van a caer, pero esperemos que haya otras eficaces.
¿Es un problema para España no contar con grandes fábricas de vacunas?
En vacunas veterinarias el país está bien. Hay seis u ocho que además son punteras; una produce vacuna frente a la lengua azul que la distribuye a toda Europa, pero no ocurre lo mismo con las vacunas humanas, donde hay un déficit muy grande. Hay un movimiento a favor de que la empresa española se involucre más. De hecho, nuestro laboratorio ha pasado la vacuna a una empresa gallega para que empiece su producción y posibilitar los ensayos clínicos. Es una buena aproximación para empujar a la empresa española a que capitalice el beneficio que supone el desarrollo de una vacuna y su aplicación a la población española, y que nos dé esa ventaja. No sabemos que va a ocurrir si Estados Unidos, por ejemplo, produce para su propia población, o China, que si produce vacuna, la aplicará a su gente. La India, lo mismo. Es importante que España movilice al sector empresarial con capacidad para producir vacunas humanas, como la nuestra, que es la más avanzada. La empresa ya está trabajando en fijar las condiciones y metodología para la producción y escalado de la vacuna.
De no haber vacunas para todos, ¿deberían marcarse grupos de prioridad?
La comunidad científica e instituciones privadas se están movilizando. Existe un foro mundial de vacunas, en el que participa la Alianza Mundial de Vacunas, la Fundación Bill y Melinda Gates, entre otras, y varios países, entre ellos España, que están aportando dinero para poder comprar vacunas para los países más pobres a un precio mínimo. Es una buena alianza para evitar que las empresas privadas capitalicen y restrinjan la distribución de la vacuna primero a sus propios países y, si les sobra, distribuirlo al resto. Estas alianzas son fundamentales para los países más necesitados y con menor capacidad económica.
Se habla de gran solidaridad entre científicos, ¿ahora les toca a los laboratorios, a las farmacéuticas…?
Esos laboratorios tienen que poner cantidades ingentes para el desarrollo de una vacuna. Lo que no pueden hacer es regalarla. Tendrán que llegar a acuerdos para que los países con capacidad económica contribuyan a financiarlas, lo mismo que se hace todos los años para vacunas como la de la gripe. Las empresas no son ONG, y ante ello hay que negociar. Pero esa otra institución, tiene que funcionar para ayudar a los países más necesitados.
Más de 100 vacunas en marcha, algo sin precedentes. Entre las pocas ventajas del COVID-19, está toda esta investigación en meses. ¿Va a suponer un paso de gigante para la ciencia?
Esta crisis ha motivado que muchos grupos de investigación se hayan focalizado hacia esta pandemia, por el interés que hay en abortarla lo antes posible y que la gente no muera. Es bueno que la comunidad se haya puesto a trabajar y cada uno vayamos contribuyendo desde nuestra especialidad. La sociedad se está dando cuenta que gracias a la ciencia, a la base científica, se van a desarrollar vacunas con alta eficacia. No va a haber una vacuna, va a haber varias, cuatro, cinco, seis… que son las que realmente se implementarán a nivel global.
Si algo ha quedado claro, es que estábamos desprevenidos. ¿Considera que a partir de ahora habrá más respeto y mayor inversión para la ciencia, la gran olvidada para muchos?
Tuvimos una alerta en 2009 con la pandemia de gripe, y eso nos alertó. Se actuó rápidamente, y se hicieron vacunas, que al final no se tuvieron que distribuir a nivel global, porque se controló la ascensión de la pandemia. Ahora, este virus se ha extendido rapidísimamente y nos ha puesto en situación de pérdidas enormes: más de nueve millones de personas infectadas y cerca de 500.000 muertos, y las economías mundiales están destrozadas. Luego, nos tenemos que preparar, porque esto no puede volver a ocurrir, y para que no ocurra tenemos que tener los sistemas listos, tanto sanitario como epidemiológico y todas las organizaciones tienen que actuar en conjunto. También, la ciencia, como elemento primordial, para desarrollar tanto fármacos antivirales, como vacunas que se puedan implementar de forma rápida a la población y abortar cualquier indicio de que aparezca una enfermedad. Soy miembro del Comité Científico Asesor de la OMS para Viruela. Por qué nos reunimos todos los años, desde hace 22, porque hoy tenemos tecnología para reconstruir patógenos, microorganismos, los virus. Si en un acto bioterrorista se reconstruyera el virus de la viruela, tenemos que estar preparados y actuar de forma rápida para detenerlo. Para eso nos reunimos todos los años, para ver cómo avanza la ciencia, qué elementos podemos reunir, para tener medidas más eficaces de control frente a una enfermedad que está erradicada, pero quién sabe.
Qué debemos aprender de la pandemia
Ha sido una lección a todos los niveles: sanitario, social, industrial, turismo… No hay más que ver de qué forma está impactando en todos los sectores; es todo, no hay nada a lo que no haya afectado. Tenemos que estar mejor preparados para poder intervenir. Ahora veremos rebrotes, ya lo estamos viendo, y vamos a demostrar hasta qué punto estamos preparados. Es como cuando en un edificio hay que hacer ejercicios de incendio, cómo la gente se tiene que mover, cómo tiene que intervenir cada uno.. Aquí es lo mismo. Ha sido una lección para todos y tenemos que aprenderla.