En contra de lo que la prensa británica nos tiene acostumbrados, uno de los principales diarios, ‘The Guardian’, acaba de publicar un artículo elogioso sobre cómo afrontamos el coronavirus los españoles y se pregunta si todo lo que hemos avanzado no lo pondrán en riesgo los británicos que empiecen a venir de vacaciones.
Su corresponsal en España, Giles Tremlett, alude al papel del Gobierno en el inico de la pandemia («que llegó tarde y con algunas medidas erróneas») y afirma que «el éxito de España es el resultado de un ejercicio exhaustivo de solidaridad nacional entre 47 millones de personas».
Recuerda que hemos vivido uno de los confinamientos más largos y estrictos de Europa, incluidos los niños, y que lo hemos llevado a cabo con responsabilidad y, según parece, contra todo pronóstico. «Los españoles, mientras, destruyeron el estereotipo de que son unos anárquicos y ruidosos transgresores de las reglas. En su lugar, mantuvieron el confinamiento con fortaleza y disciplina», dice Tremlett.
Concluye que el «éxito de España es el resultado de un ejercicio exhaustivo de solidaridad nacional entre 47 millones de personas” y señala que para algunos el éxito se debe en «la cultura de obediencia heredada de 40 años de dictadura. Más probablemente —dice Tremlett—, es porque los españoles tienen un profundo e incuestionable respeto por la ciencia, la medicina y los doctores. La abundancia de calles dedicadas al doctor Alexander Fleming son prueba de ello», aunque también alude a las elevadas cuantías de las sanciones a las que nos exponíamos en caso de incumplir el confinamiento.
En su análisis de la situación dice que España se debate entre mantener lo conseguido durante el confinamiento o arriesgarse a una reapertura a unos turistas que no han vivido la pandemia con tanta disciplina, como los británicos, que tendrán en España más libertad de movimientos que en su propio país.
«Los españoles nos quieren de vuelta, pero solo si respetamos el esfuerzo que 47 millones de personas han hecho para hacer de su país un lugar seguro», concluye el artículo.