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Opinión

Pa-ta-ta

Un agricultor enseña una patata a un niño. Foto. Pixabay.
Un agricultor enseña una patata a un niño. Foto. Pixabay.

 

[dropcap]L[/dropcap]a gracia de quedarse hasta el final de la fiesta se presenta al hacerte capaz de defender con certeza haberlo visto todo. Es una gesta que se ha de mascar poco a poco, con funcionamiento inverso al chicle, que es al principio cuando ofrece todo su sabor a fresa de mentira. Con el primer hasta luego inter molar va mitigando su sabor, su capacidad de saber.

 

Esa gracia depende, también, de haber llegado a tiempo, ya que si pasas por allí según se recogen las gentes, la temperatura que generarás será igual a cero. ¿Para qué habré venido si ya se va todo el mundo? Es básico, para llegar a un final, se debe haber participado del principio.

El principio es lo primero, lo primario. Como las artes de ayudar al desarrollo de la patata. Que frita está riquísima, que acompañada de huevo y, ¡por supuesto! de cebolla, es uno de esos manjares básicos, primarios. Pero antes debió pasar un buen período de tiempo abrazada a la tierra. Sin todo eso, no hay tortilla digna.

Puede parecer, en principio, irrelevante la mano del hombre, no parece creíble que sea la patata un ejemplo de tecnología y conocimiento aplicados en la frialdad de un laboratorio. Es una cuestión mucho más natural. Sí es cosa de manos, en cambio, que haya patatas para todos. También que no haga falta cultivarlas o doblarte el lomo hasta el punto de no entender la existencia de los gimnasios para disfrutar de ellas.

Pero eso es el final del camino. Al principio, siempre lo básico. Lo natural. La tierra. La luz. El agua. Más primario aun que la primera patata, que la primaria patata.

Con las personas pasa exactamente lo mismo. Surgen de manera natural. No requieren de condiciones especiales, ni entorno, ni climatología, ni orografía… Bien es cierto que para que habiten adecuadamente, para que lleguen en condiciones de adecuado “consumo” a tu mesa, para que puedan ofrecer esos sencillos sabores primarios, hace falta invertir tanto o más trabajo, tanto o más tiempo, que el requerido por el tubérculo.

Sabores primarios, labores primarias. ¿Qué sucederá si se explotan con prisa? Pues no lo sé. Pero sospecho que ahí radica la insipidez. Esa con la que el paladar castiga el engaño del ojo, la que muestra la irrelevancia de la caja de cartón y envoltura en celofán. La que hace sordas afirmaciones como Premium, eco o natural.

Eso lo demostrará la boca. Eso nunca lo dará el ojo. Monas vestidas de seda, que monas te sedan. Patatas y personas. Una misma manera de calificación. Lo primario, primero, que ni seda, ni celofán son referentes, ni alimentan.

Ager, agri, en latín, campo de cultivo. ¿En qué se diferencia un niño de una patata? Prácticamente en todo, por supuesto. Pero ¿y su desarrollo? En prácticamente nada. Será excelente con la cultura del cultivo adecuada. Parte de una insípida tortilla si ésta es descuidada. Muy primario todo.

Moveyourself. 

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