La pandemia lo ha trastocado todo. La sanidad pública ha sufrido la embestida con contundencia y en Salamanca ha acaparado cuantiosos recursos, a lo que se suma el temor de los ciudadanos a desplazarse a un centro sanitario para no contagiarse. Se teme que muera más gente por patologías desatendidas por el coronavirus que por la propia Covid-19. Gloria Alonso, médica del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico, y Emilio Ramos, médico de atención primaria (AP) en el centro de salud de La Alamedilla, explican cómo está y qué se puede hacer.
¿Cómo está la atención de lo que no es coronavirus? ¿La gente no va al médico por miedo a contagiarse o porque no le van a atender?
Gloria Alonso.- Mi impresión es que la gente ya no tiene tanto miedo. Ha habido un grupo de población que sufrió la no atención médica no porque no se les pudiera tender en ese momento, sino porque ni siquiera han consultado porque también tenían mucho miedo.
Hay pacientes que son crónicos con enfermedades y patologías crónicas que han podido sufrir descompensaciones y ahora lo estamos viendo con gran cantidad de pacientes que ingresan (el número de ingresos no Covid es más alto que los últimos años, sobre todo, los que tienen insuficiencia cardiaca y enfermedades respiratorias agudizadas) y otros pacientes que tienen síntomas graves que pueden ser de cáncer y que tampoco han consultado y están viniendo con cánceres ya avanzados.
Ahora las consultas hospitalarias se han abierto y se están viendo pacientes, pero el número de pacientes que se ve cada día no es tan elevado como anteriormente. El paciente que hoy lo está necesitando se le está viendo. En medicina interna en concreto llevan un montón de buscas para relacionarse con atención primaria (AP) y gestionar deprisa lo que a un médico de AP le preocupa. Se está viendo al paciente que lo necesita o al que el médico de AP cree que debe verse enseguida.
Luego, hay un grupo de pacientes que ya venían a revisión y que se están revisando telemáticamente. Se habla con ellos y si es necesario vienen al hospital, pero el circuito hospitalario es complejo, porque se está intentando que no coincidan muchos pacientes en la sala de espera. Se intenta mantener las distancias seguridad y que el médico y la enfermera estén protegidos, pero las consultas se están moviendo.
Emilio Ramos.- Hemos aprendido maneras nuevas de atender y con rapidez. Todo es muy difícil y más complejo, pero dentro de eso están las consultas no presenciales. El médico de AP puede lanzar la consulta no presencial electrónicamente a muchos servicios, sin presencia del paciente. Adjuntando fotos (como en el caso de Dermatología) o pruebas complementarias. Se las envío al especialista y en uno, dos o tres días tengo la respuesta. Y la respuesta es un asesoramiento que yo hago o decirle al paciente que vaya a ver al especialista o que le envíe otra foto, porque no lo ve tan claro. Es decir, un verdadero trabajo en equipo también de forma no presencial. Eso no se ve, pero está ocurriendo y hace que dentro de la dificultad del sistema esté agilizando muchísimo.
Cosas que ya tenían que estar antes de que llegara la pandemia, con ella se han acelerado y las tenemos con nosotros. La relación con Medicina Interna se ha disparado.
La otra cosa que ha llamado extraordinariamente la atención es que no hemos dicho en general cualquier patología que se ha disparado, es que se han disparado las insuficiencias cardiacas. Creo que el no haber podido estar encima de los pacientes ha permitido que a todos de un cupo de unas 1.500 personas a cada médico se le han ido dos, tres, uno que se nos han descontrolado, que han acabado en hospital y antes no hubieran acabado allí, porque antes hubiéramos detectado que aumentó de peso o retenía líquidos y le hubiéramos ajustado el tratamiento o hubiéramos consultado.
Hay un grupo de gente en la que estás encima, los inmovilizados, los frágiles, pero otros no.
G.A.- Durante dos meses o más la gente no consultó porque tenía miedo. No querían ir a los centros de salud ni a urgencias, porque tenían miedo de contagiarse.
También hay quien no ha ido porque dicen que se les atiende mal, por teléfono, o ni pueden contactar.
E.R.- Eso no es verdad. Es cierto que según para qué gente es más difícil y es más fácil para los más jóvenes contactar desde la aplicación móvil para las citas, que funciona maravillosamente, pero hay un grupo de gente mayor que se ve más invalidada.
Nosotros todas las mañanas de 8 a 9 tenemos una reunión de trabajo y debatimos todas estas cosas para ir puliéndolas. Dice la gente que no puede acceder a nosotros, pues yo hablo con un paciente, cuelgo y resulta que me vuelve a aparecer en la agenda para que le llame otra vez, porque algo no se le quedó. Es decir, es difícil cuanta más edad tienes. También nosotros intentamos estar más atentos con la gente que tiene más dificultad.
Una vez que contactan con nosotros toda la vida se ha sabido que hay patología menor o patología vanal que se ha consultado en AP. Eso sigue existiendo y hay cosas que se resuelven por teléfono en un periquete. Muchas acaban en el vaso de agua, el paracetamol o la crema. Cuando necesitamos algo más nos ponemos las pilas. Presencia física, exploración, pruebas complementarias, interconsulta o lo que haga falta. Claro, si antes teníamos 30 pacientes en un día, ahora casi tenemos los mismos pero teniéndoles que llamar primero. Es que hay que hacerlo en dos partes, inevitablemente.
Hay otra cosa. No me cansaré nunca de decirlo. Si nos quitan la burocracia a AP ganamos por lo menos un 30 por ciento del tiempo cada día.
¿Qué tipo de burocracia es esa?
E.R.- Se arregló muchísimo con la receta electrónica y con no necesitar visar los productos, sobre todo de personas dependientes como los pañales y suplementos alimenticios. Antes esos productos tenían que ir a visado de inspección, no iban a la receta electrónica, sino que teníamos que imprimir la receta y el paciente tenía que recogerla en el centro de salud. O sea, que quien más problemas tiene le añadíamos unos pocos. Eso desapareció. La pandemia ha tenido sus ventajas.
Tenemos ahora el tema de las bajas con el propio tema de los covid, porque hay que aislar a los positivos como a los contactos. Hay que hacer la baja laboral. ¡Ay, madre mía! Hay un programa través del cual las empresas se pueden descargar la situación de baja laboral, pero debe funcionar fatal. Yo no lo manejo, pero por las quejas continuas de pacientes eso hace que se nos vaya un 30 por ciento del tiempo en papeleo.
Luego hay un grupo formado por Muface, Mugeju, Isfas, que por suerte ya podemos hacerles las recetas en el papel del sistema público de salud y no tienen que traer ellos su propio talonario, con lo cual papel para acá, papel para allá,… parece que no, pero no podemos meterlo en recta electrónica y eso crea muchas dificultades.
Y luego mejorar el Medora (el programa informático con el que trabajan los médicos de AP y donde consultan el historial de sus pacientes), que me consta que están en ello. La gente de AP que está manejando el sistema informático está muy contenta.
G.A.- La consejera acaba de decir que ella creía que había que crear más plazas de administrativo, porque había que ayudar al médico en la burocracia.
E.R.- Vamos a ver, si hay que darle la baja a Ricardo, o a Juana, désele. Pero, ¿por qué el proceso administrativo lo tiene que hacer el médico? Cuánto mejor sería si el médico recibe al paciente siguiente y no dedica su tiempo a tareas administrativas.
Hablamos de si se necesitan médicos y enfermeras, pero ¿y si metemos personal administrativo? ¿Y si con eso recuperamos un 30% del tiempo?
Entonces, ¿la teleasistencia por teléfono ha llegado para quedarse?
E.R.- Yo creo que sí. A día de hoy no hay otra salida. Si alguien tiene otra idea se le agradecería.
¿Y cuando pase todo esto?
G.A.- Al final, será un porcentaje muy bajo el que se haga de teleasistencia. No hay que olvidar que nuestra profesión requiere ver al paciente.
E.R.- Lo echamos mucho de menos.
G.A.- No tanto que echemos de menos el contacto, que también, porque necesitamos ver al paciente y el paciente ver al médico. No puede ser tampoco que los médicos se parapeten detrás el covid. A los pacientes hay que seguir viéndolos y la teleasistencia es una herramienta más que nos viene a ayudar, pero no es la más importante. Al paciente hay que verle. Ahora no es posible ver a muchos pacientes, pero si las cosas mejoran el número de pacientes que se deben ver tanto en AP como en hospitalaria debe aumentar. La telemedicina está fenomenal, aunque haya venido para quedarse, pero no puede ser el volumen más importante.
E.R.- Estamos en una situación en la que es una estrategia más del control del covid, pero yo siempre me acuerdo de una anécdota de Jimenez Diaz, que contaba que al entrar en la consulta un paciente el médico le dijo: “usted es cojo y zapatero”. Y el paciente le preguntó que como lo sabía y el médico respondió que “porque tiene la muleta ahí y tiene usted el pecho hundido de apoyar el zapato”. Para eso hay que verlo.
Cuando yo le digo a los médicos residentes (ese es otro problema, el de la formación del personal sanitario), cuando yo les digo, mira, la exploración neurológica se inicia cuando el paciente entra por la puerta, y está medio hecha cuando se ha sentado, porque has visto cómo se mueve, y es que ahora no lo ves si te llama por teléfono.
No quiero crear alarma. Creo que ahora hay que hacerlo así. Tenemos que pensar métodos más agiles, pero ahora puedes estar viendo a alguien con parálisis facial y él te diga que está perfectamente porque no se mirado a un espejo.
Las listas de espera quirúrgica y para consultas con el especialista se han agravado con la pandemia. ¿Serán recuperables algún día?
G.A.- Sería una pregunta para un gestor más que para un médico. La lista de espera pasa por que la comunicación entre AP y atención hospitalaria sea muy fluida. La clave es que no espere el paciente que lo necesita y para eso es muy importante que haya comunicación. Si Emilio me puede llamar para decirme, Gloria esta mujer me preocupa, creo que hay que verla ya, pues esa es la clave. No tanto disminuir el número de pacientes que están esperando, sino mejorar la comunicación para que el paciente que lo necesita no espere.
E.R.- Siempre he defendido que el médico de AP tenía que ser el coordinador de la salud de los pacientes y el que tiene que decidir la prioridad en la atención. Eso se está haciendo de una manera informal, pero se está haciendo.
Hay un punto en que nuestra capacidad y conocimiento como médicos se acaba. Si hay un señor con una determinada patología donde no podemos decidir si debe pasar al ámbito quirúrgico, pero sí puedo marcar la prioridad para que sea atendido por el especialista.
Yo creo que cuanto más se cargue la responsabilidad sobre el médico de AP y se le reconozca su capacidad y se le dote de recursos para hacerlo y nos dejen trabajar en equipo con los médicos hospitalarios, por ahí deben ir las cosas para mejorar.
El médico británico decide a qué médico hospitalario deriva a su paciente, y lo puede derivar al cardiólogo A, al cardiólogo B, porque el cardiólogo A lo ve antes o lo hace con más calidad. Eso ya existe ahora aquí. Si tú te metes en nuestro mundo, hay una selección de profesionales.
Hay determinados médicos del hospital que reciben más llamadas de los médicos de AP. Si no se cuida de que eso se homogenice, hay algunos que reciben todas las llamadas porque son los que resuelven.
G.A.- Todo redunda en que la AP tiene que recibir todo el dinero que necesita. Al sistema sanitario no hay que quitarle dinero, hay que darle dinero, porque luego vienen estas pandemias que hacen temblar todo el sistema sanitario y económico. Esto nos tiene que hacer reflexionar, porque la sanidad pública es la que ha afrontado el coronavirus y todos los pacientes que tenían sanidad privada han venido a ingresar a la sanidad pública, no han ingresado en los hospitales privados. Seguramente se ha consensuado así y será lo mejor, pero también los recursos económicos no deben restringirse en los servicios tan importantes como la sanidad y la educación públicas.
E.R.- Y no hay que entenderlo como un gasto. Es una reinversión. Otra cosa es que uno se lo quiera llevar a su bolsillo particular, ¿verdad? Y nos quieran convencer de lo bien que va el sistema privado cuando lo que va así es su sistema privado. El sistema público de salud genera riqueza, se fundamenta en la solidaridad y en este momento si algo nos puede sacar de este barullo es la propia condición de animal sociable y que se fundamente en la solidaridad. Eso debería hacer que estemos,… lo de aplaudir y eso está muy bien, pero a la hora de la verdad hay que tener claras las cosas.
Hablaba de su preocupación por la formación de los sanitarios.
E.R.- Muy preocupados por la formación de los residentes y de los estudiantes. Lo que ha supuesto y cómo lo vamos a hacer.
Por ejemplo, en AP, ¿cómo aprende un residente con esto del teléfono? Quieras que no en el teléfono se nos van tres horas de la mañana. Nos quedan otra tres, pero ya no son seis horas atendiendo pacientes de forma presencial. Con todo lo que conlleva atender a un paciente.
Me pregunto cómo lo vamos a hacer en la promoción que entre este año.
Luego están los estudiantes de Medicina y Enfermería por la pérdida de clases y de prácticas.
G.A.- En el hospital tenemos muchos pacientes ingresados. Sufre algo la formación en las consultas. Estamos teniendo un problema con la anulación de las rotaciones externas a otros hospitales, pero en general, como nuestra profesión es, sobre todo, atención a pacientes ingresados no estamos teniendo ese problema.