[dropcap]E[/dropcap]l papel de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una organización de Naciones Unidas especializada en temas de salud, en la pandemia Covid-19 está siendo muy debatido. Su falta de previsión, el retraso en intervenir, las sospechas de connivencias, las rectificaciones y cambios constantes en sus recomendaciones, el papel que juega a nivel internacional y sus relaciones con los estados más implicados en la pandemia como China o Estados Unidos, así como la falta de asistencia real a los países pobres, han dejado muy tocado el papel de una organización que venía perdiendo relevancia desde hace tiempo y que parece desorientada.
No cabe duda que desde hace años la OMS no tiene clara su visión, ni su misión, y sufre una pérdida de posicionamiento estratégico, que ha determinado un quebranto de la independencia y prestigio de la organización, percibido en no pocas ocasiones como conflictos de interés. Si las dificultades de financiación la han colocado en una situación de pérdida de capacidad técnica y práctica para intervenir sobre el terreno (que suplen como pueden algunas ONGs), la merma del prestigio científico ha producido una pérdida de interés y el cuestionamiento de sus recomendaciones técnicas por una parte de la comunidad científica internacional.
A pesar de ello, es una organización que ha cumplido un papel importante y a la que aún le queda mucho por hacer, si recupera sus principios fundacionales y los adapta a los nuevos tiempos. Actitudes como la de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, retirándole su aportación económica y anunciando su salida de la misma, ponen de manifiesto que sigue siendo una organización incómoda para algunos poderes económicos y políticos dominantes.
El prestigio inicial de la OMS, que definió la salud en 1946 como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades” propugnando para la salud la categoría de derecho universal, cambió en gran medida el concepto existente hasta esa fecha, e inspiró muchos de los cambios que sucedieron en los años siguientes y, posiblemente, alcanzó el cénit de su prestigio con las recomendaciones de Alma Ata en 1978 denominadas Salud para todos en el año 2000, que tuvieron como repercusiones prácticas el desarrollo no solo de un nuevo concepto de salud, sino también de la atención primaria y, en España, sirvió de apoyo a la recién creada especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, que cambió radicalmente el concepto y la organización de la asistencia que se venía prestando hasta ese momento. En otros países sucedió otro tanto.
Quizás la última batalla relevante ganada por la OMS fue su lucha contra el tabaco y la industria tabaquera a finales de los años noventa. Después… muy poco. Es posible que durante las últimas décadas no haya sabido o podido abstraerse de la mercantilización que ha invadido todas las actividades de la vida económica, política y social y que, en su caso, se ha traducido en una penetración de la industria farmacéutica y la industria de las tecnologías sanitarias, condicionando en gran medida la independencia de las propias recomendaciones de la organización.
Independientemente de los difíciles equilibrios políticos en la esfera internacional a los que está sometida, no cabe duda que la pérdida de la independencia económica y política, junto a cierto grado de insensibilidad social, han sido un serio mazazo para su prestigio, pero lo ha sido aún más la pérdida de su imparcialidad científica y la desconfianza que generan algunas de sus recomendaciones, precisamente por esta pérdida.
Parece llegado el momento de que la OMS se ponga a pensar hacia donde quiere caminar, aunque tampoco estaría de más que reflexionase sobre sus orígenes para entender mejor que ha perdido por el camino. Es importante saber de dónde venimos para saber a dónde queremos dirigirnos. Como señalaba hace tiempo la prestigiosa Gro Harlem Brundtland, exdirectora general de la organización “el pasado es el prólogo del futuro”.
POSTDATA: si se preguntaba a un estudiante de medicina hace 20 o 30 años que era la OMS seguro tendría una respuesta amplia más allá del estricto significado de sus siglas, si se le pregunta a uno actual, con suerte podrá describir el significado del acrónimo. Es todo un signo.
0 comentarios en «¿Quo Vadis OMS?»
Es el signo de los tiempos: desmantelamiento de todo lo social y búsqueda del del beneficio inmediato y en sanidad la OMS estorba, así que lo mejor es abandoñarla a su (mala) suerte.