[dropcap]E[/dropcap]n las trastiendas de la cosa nacional hay demasiado ruido. Es como si estuvieran tratando de recolocar sobre algún mueble obsoleto las latas de mala baba en conserva y toda la choricería de las últimas matanzas. Y es que la casquería se amontona de tal forma que empieza a dar el cante en las descomunales neveras del apaño.
La tomadura de pelo de la peña política más que provocar el vómito, produce una pesadez de tripa propia de festejos y bodorrios. Y es que la casta y la caspa se pegan como lapas a privilegios y momios, mientras paga la verbena popular que nos han montado, la gran mayoría silenciosa que, cocida como gambas en el ajillo de la indiferencia, ve cómo importa su opinión un cuerno de ganso tullido.
Pero la plebe no debería estar muy tranquila con las previsiones que emanan del mercadillo gubernamental trasmitiendo dosis de esperanza que, en forma de cambalache económico, resaltan los buenos tiempos que se avecinan. Cualquier ciudadano que haya asistido tres o cuatro días a una escuela de primaria, tiene capacidad para presentir el terror de las negruras económicas que se ven en lontananza. A los autónomos y a los curritos de la pequeña o mediana empresa, con la losa que tienen encima, deben de saberle estas chuminás propagandísticas, propias de un país bananero, a chirigota de mal gusto.
Y lo peor que puede engrandecer nuestras miserias, es comprobar cómo la oposición anda metida en guerras interestelares para repartirse espacios y fardeles.
Hace años, un profesor de derecho constitucional nos decía: en una democracia es más importante la oposición que el gobierno, pues el propio estado de derecho, puede generar, ante situaciones complicadas, el acceso vertiginoso al poder de quien tiene que estar preparado para ello. Este punto de vista cabal y certero, lo pudimos comprobar en el año 82, cuando las tan temidas izquierdas conquistaban la Moncloa. La misma lección la recibíamos cuando la decadencia de los últimos años de González daba paso a Aznar en otro momento clave de nuestra historia reciente.
Estos tiempos, sin embargo, nos muestran a gobernantes que podrían asfixiarse en su propia arcada de mentiras apenas les abramos las escupideras de las hemerotecas. Claro que enfrente tenemos a unos aspirantes que, atolondrados, ocupan su tiempo en mordisquear sus propios tentáculos políticos.
Y encima el puñetero virus campa a sus anchas, descojonándose de tanta incoherencia y falta de empatía por parte de los unos y los otros, con los que pagamos el cachondeo.
2 comentarios en «Los unos y los otros»
Es que tanto el Gobierno como la oposición, están pensándoselo mucho, para no equivocarse a la hora de «ayudar y cuidar» de los ciudadanos, que es (faltaría más), lo que más le preocupa. Ni pandemias ni gaitas, lo más urgente es salvar al pueblo. ¿Alguien lo dudaba?.
Será mejor que nos gobiernen los de VOX verás que bien lo vamos a pasar todos sobre todo los curritos como bien dices porque estos y los ppcorruptos sólo miran y han mirado por los intereses de los más riscos y pudientes de este país.