A Ángel Almeida.
[dropcap]D[/dropcap]os de abril de 2015, Jueves Santo, Salamanca. Como todos los años con la Semana Santa llega uno de los momentos fotográficos marcados en el calendario. La fuerza estética de las procesiones en las calles de Salamanca y el ir creando año a año un archivo documental de las tradiciones de la ciudad, son motivos suficientes para no faltar a la cita.
La adoración popular a la imaginería religiosa queda reflejada en las miradas de fe que comparten acera con las miradas curiosas, con el propósito común de ver pasar la cofradía en un tumulto de devociones, penitencias y promesas.
En Salamanca la tarde del Jueves Santo comienza con la salida en procesión de la Hermandad del Vía Crucis en la parroquia de San Juan de Mata a las 18:15, para continuar con la Hermandad Seráfica en el convento de las Úrsulas.
Entre procesión y procesión la prensa gráfica a veces tiene un pequeño respiro, ya que el reportaje principal es la salida de la cofradía. Realizado el reportaje de salida del Vía Crucis, fui invitado por un compañero a tomar un café en El Pato Rojo antes de bajar al convento de Las Úrsulas.
Ya dentro de la cafetería, nos sentamos junto a una de las ventanas orientadas al paseo de San Vicente. Mirando a través de ella mientras llegaban los cafés, me llamó la atención la sombra de un semáforo dibujada sobre el muro trasero del auditorio Fonseca: una burbuja alargada sobre la piedra de Villamayor que creaba un espacio exclusivo, envolviendo a las personas que por allí pasaban o se detenían para cruzar la calle.
No pude resistir la tentación de dejar el café y salir a la calle para encuadrar la escena y disparar varias veces. De aquella secuencia urbana, esta fotografía que os muestro es la que más me gustó. La elegancia de la mujer entrando con paso firme en la burbuja, me pareció una imagen bonita para guardar.
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