Opinión

Memoria y dolor (I) Cementerio de Roma

 

            A ti. 

[dropcap]E[/dropcap]n abril de 2013 fui operado de un cáncer de colon. Esta fase de mi vida fue fundamental para afianzar mi vínculo emocional con la fotografía. En octubre de este mismo año, terminado el tratamiento de quimioterapia, empecé a sentir curiosidad fotográfica por los cementerios.

Hoy inicio una serie de tres artículos dominicales sobre cementerios: el Cementerio Monumental Campo Verano en Roma, la tragedia del cementerio sumergido de Argusino (Zamora) y por último los cementerios de la provincia de Salamanca, donde todo empezó.

La transmisión generacional de los ritos y costumbres conforma nuestra identidad étnica; de este modo, creamos la tradición popular que aporta singularidad territorial a cada pueblo. Así, ante un hecho común, como es la muerte, cada grupo social tiene diferentes comportamientos.

Una costumbre asentada en otros países, que no arraiga en la cultura española, es la visita a los cementerios . En el caso del Cementerio Monumental Campo Verano de Roma, llamado así porque sus terrenos pertenecieron a la familia Verani, las visitas turísticas son usuales.

Tuve la fortuna de visitarlo acompañado un 14 de febrero. La parte más moderna construida entre los siglos XIX y XX lo conforma como un auténtico museo, por la calidad de las obras de arte que hay en sus tumbas y panteones.

Un cementerio que fotográficamente ofrece infinitos registros artísticos, para desarrollar todo tipo de ideas creativas. Como solo hice una visita, opté por la fotografía documental, encuadres frontales para detalles concretos y amplias panorámicas que mostraban la grandeza de un conjunto visualmente inabarcable.

Hoy expongo tres detalles de los muchos que me llamaron la atención, la primera imagen que me pareció majestuosa es el panteón de Goffredo Mameli, poeta italiano que murió luchando junto a Garibaldi y es autor de la letra del himno nacional de Italia, su figura yacente posa arropada con la bandera de Italia y con una flor amarilla entre sus manos.

La segunda imagen, una figura angelical esculpida en femenino con el sobrecogedor detalle de un ala rota, símbolo de una vida derrotada, se erige sobre la tumba de la joven. Bianca Giannone fallecida a los 23 años en 1907, según reza la inscripción.

La tercera imagen es una escena poco habitual en los cementerios que conocemos, pero que habla por si sola del tratamiento de la muerte en algunas culturas, que no tienen reparo en cantar al amor decorando con corazones y guirnaldas a sus muertos el día de San Valentín.

Lo mejor del viaje fue tu compañía.

El Blog de Pablo de la Peña, aquí.

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