[dropcap]P[/dropcap]ara defender la idea de que andamos un tanto a por uvas pero renegamos de la vendimia no hace falta estrujarse los circuitos que recorren nuestro interior, diferenciar las gamas de grises de nuestra masa cerebral ni proponer una cita para debate en lugar de para tomar unas cañas. Mucho más exitosa la ingesta de destilados y fermentados aunque haya que sea y salga más cara, dónde va a dar.
Como paradigma de la actual actualidad actual, propongo una reflexión (es aquí cuando un gran porcentaje de humanos deja de leer) típica y tópica: ¡FOTO!
Y los más correrán para escoger el mejor lugar posible de tan inmortalizable momento. Quizá un épico “esta semana no nos hemos hecho ninguna” será motivo más que suficiente para buscar nuestra mejor mueca. In portante, como todo el mundo sabe, quien se mueva no sale.
Hecho el corrillo, los altos detrás, los menos delante, agrupados por esa consciente subconsciencia entre favoritos, yo con mi amigui, tú con tu amigui, que todos lo somos pero unos más que otros, surge con espontaneidad a la espera de la cuenta atrás. Por lo que sea, todos disponemos de un momento de belleza supina, por lo que sea, efímero como un primer beso. Pasado ese instante, la cara quebrada, la sonrisa de retortijón, el ojo de resaca, etc.
Llegado el clic, cada uno valorará el resultado por cómo considere haber quedado en la foto. A nadie le importa estar rodeado de orcos de Mordor siempre y cuando se vea a sí mismo con cara de elfo o elfa. Todo orco, lógicamente, solicitará una nueva oportunidad.
A alguien muy muy astuto se le ocurrió un día convocar y conducir todos los gestos a lo largo de un proceso unificador de identidad. Buscando una paralítica sonrisa interpretable como parte de un lapso de diversión y disfrute. Venimos del bien, estamos en el bien, que noche aquella, ¿recuerdas?
Tan complejo mecanismo que aquel alguien propuso consiste en decir “paaataaata”. Acentúense todas las vocales para que el resultado sea fino, fino. He estado probándome en el espejo y la verdad, confieso que durante el test me he visto más como una excitante tentación para una díscola mosca que quiera explorar bocas que como candidato a portada de revista de moda. Mi sospecha se tornó realidad, la patata no sirve, no es el más rotundo y sofisticado pensamiento con el que acudir a una cita que pretende sobrevivirnos como es, o debería ser, una foto.
A la inglesa no es mejor. Ante la cámara hay que reclamar queso (cheeeeese) con la misma intensidad que muestran los ratones de la Warner Bros. Patas y queso… Telita. Ahí, con tus mejores galas, cómodamente subida al tacón, sutilmente estrangulado por la pajarita…
Acércate al espejo y obsérvate en cambio diciendo Sí. Con tilde. Quizá no salga en la foto, pero sin duda, es la única cara que merece el intento buscar. Cara de patata, cara de queso o cara de Sí. ¡Foto!