[dropcap]E[/dropcap]l primer ministro de Escocia, señor Salmond, le ha plantado en la cara a los nacionalistas del señor Mas (no confundir con la gente que quiere cosas, y tiene todo el derecho a quererlas) una bofetada de esas que dejan marcados los cinco dedos. A mí no me confunda con ustedes, ha venido a decir, nosotros cumplimos las reglas.
En una sola frase, el señor Salmond ha venido a marcar toda la distancia que existe entre un país de tradición democrática y el españolísimo (lo siento) desparpajo de tanta gente que cree que las reglas solo se cumplen cuando les benefician.
Una simple mirada a la realidad demuestra que esto es lo más español que existe. No distingue fronteras ideológicas: la señora Aguirre no se siente obligada a obedecer a los agentes de la autoridad, el señor Iglesias considera lógico llamar a la desobediencia civil en un país democrático, el señor Pujol no se siente obligado a pagar impuestos, el señor Rajoy no se siente obligado a respetar la ley electoral en vísperas de elecciones.
[pull_quote_right]Son los fuertes los que están esperando la oportunidad que les brinda el débil para acabar con las reglas e imponer la ley de la selva[/pull_quote_right]Yo sé bien que hay veces en que la injusticia de las normas, el cinismo de quienes las imponen o la forma en que las violan quienes están llamados a defenderlas tientan, y tientan mucho, a la desobediencia. No seré yo quien diga que hay que aceptar las reglas sin rechistar, sin espíritu crítico y hasta sin combatirlas… dentro de las reglas.
Pero no se puede olvidar lo esencial, eso sí lo saben en los países con más de cuarenta años de democracia: las reglas son la defensa del débil. Cualquier vistazo a la Historia lo dice con más que meridiana claridad: son los fuertes los que están esperando la oportunidad que les brinda el débil para acabar con las reglas e imponer la ley de la selva. No juguemos en contra de nosotros mismos.
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