Compartir un piso con otras personas es una práctica muy frecuente en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, donde no siempre salen las cuentas para alquilar una vivienda y la opción más asequible es arrendar una habitación.
A pesar de la crisis del coronavirus, arrendar una vivienda compartida todavía es una opción muy valorada por un perfil muy marcado: edad media de 30 años, vive en el centro de la ciudad, no fumador y sin mascota, según un estudio publicado por idealista.
Pero, también es muy común hacerlo en una ciudad como Salamanca, universitaria por excelencia, en la que la opción de compartir piso es una constante cada año; es más, por este motivo, la capital salmantina es (según Idealista), la más joven de España para compartir una vivienda, con 26 años de media.
Ante esta situación, ¿qué aspectos hay que tener en cuenta antes de lanzarse a compartir piso?
El pago compartido del alquiler. Las cosas claras, antes de empezar a preguntar sobre cómo es cada uno, hay que aclarar la capacidad de pago de las rentas. Tanto si eres el propietario y alquilas una habitación, como si has alquilado a través de inmobiliario o directamente con el arrendador debes dejar claro cuando se paga el alquiler. Generalmente, se encuentra entre los cinco primeros días del mes.
Las visitas. Aquí llega uno de los platos fuertes de la convivencia y el descanso mutuo. Qué pasa con las visitas de amigos, compañeros de trabajo o estudios, o la pareja. ¿Es necesario advertir al compañero? ¿Con cuánto tiempo? Tres días, media hora antes. Todo depende de la confianza que se tenga. ¿Y ante un amor espontáneo? ¿Podría venirse a casa? Lo mejor es hablarlo todo con naturalidad.
Además, una cosa es que pase unas horas en casa y otra que la pareja o amigos vengan a visitarte unos días. También hay que hablar de estas posibilidades.
Las tareas del hogar. Otra de las preguntas clave de cara a la convivencia. Todo el mundo es muy amable y servicial al principio, pero qué rol adoptará cada uno. Mucha gente ya se decide por contratar a una persona que venga a limpiar a casa, al menos una vez a la semana. Pero, hay que tener capacidad para pagarlo. Lo otro sería establecer tareas semanales.
Las mascotas. Ir a vivir a una casa con mascota, ya sea perro o gato, o traer uno, es un tema que debe discutirse muy en serio. ¿Serías capaz de cuidar a la mascota de tu compañero cuando se vaya de viaje? ¿Qué hacer si os vais todos por Navidad, por ejemplo?
El umbral de limpieza y ruido (del hogar y personal). Otra cosa que hay que hablar con franqueza, porque más que limpiar la casa, hay que mantenerla limpia y ordenada. Y aquí cada uno tiene sus manías. Porque no es lo mismo limpiar el baño todas las semanas, que una vez al mes, es mejor descubrir la capacidad de aguante de cada uno, también sobre la higiene personal.
Elegir la temperatura de la calefacción el aire acondicionado. Otro punto de conflicto entre compañeros. Puede ser que se uno será friolero y otro caluroso, y nunca lleguen a estar de acuerdo en los grados del termostato. Aunque también va a depender mucho de si hay calefacción central o no, o la altura de la planta a la que se encuentre la vivienda.
La duda de la decoración. Si alquilas una casa ya amueblada, no tendrás que complicarte mucho, aunque decorar las paredes del salón debe ser algo consensuado. Si llegas a posteriori, te tocará adaptarte, salvo en tu habitación. En el caso de que la vivienda esté vacía, será necesario ponerse de acuerdo para las zonas comunes y hablar de qué pasará si alguno de los compañeros se acaba mudando.
Los horarios. Convivir con alguien que maneja los mismos horarios laborales o de estudios puede ser un punto a favor, al menos para dormir. Suele ser más complicado con alguien que tenga turno de noche, o trabaje los fines de semana.