Ante la situación ruinosa que viven los agricultores de patata en la provincia, ASAJA Salamanca insiste en la necesidad de que las distintas Administraciones, especialmente la Junta de Castilla y León, reaccionen y promuevan el consumo de la patata de Castilla y León, para intentar aliviar la grave situación en la que se encuentra el tubérculo.
El agricultor es el más perjudicado de esta situación, mientras que la distribución vuelve a hacer el agosto a coste del productor, como hoy ha quedado demostrado en la Lonja de Salamanca, donde los representantes del sector comprador no han acudido, aunque el mercado presenta una leve mejoría frente a las últimas semanas. Su ausencia ha provocado una nueva repetición de los precios.
Los pésimos precios que recibe el agricultor, que no sirven ni para cubrir el 50% de los gastos de producción, está provocando que muchos profesionales no saquen la patata de sus tierras para no incurrir en más gastos. En estos momentos, en Salamanca apenas se ha sacado el 20% de la cosecha.
Desde ASAJA Salamanca se insiste en la necesidad de poner en marcha inmediata de una importante campaña de promoción de consumo de patata de Castilla y León. Además, se pide al Ministerio de Hacienda fuertes medidas fiscales para no agravar más la situación económica de estos profesionales.
La enorme magnitud del problema, provocado en parte por la buena cosecha a nivel internacional, los precios fijados en los mercados a futuro de las principales bolsas mundiales, el problema político entre Rusia, Ucrania y la Unión Europea, la escasa demanda de patata española que hay en Cataluña, que prefiere abastecerse de la francesa, así como algunas estrategias comerciales acontecidas en España, está afectando de forma muy negativa al sector productor salmantino, que ve como los mercados están saturados de producto, en detrimento de la patata de calidad que se produce en Castilla y León.
Los bajos precios que se ofertan al agricultor son claramente insuficientes para cubrir los elevados gastos que conlleva producir este producto. Al precio de la semilla, hay que añadirle el coste de dos campañas de fertilizantes, la aplicación de fitosanitarios, el coste energético del riego y la amortización de esas infraestructuras, gasóleo, el de la recolección, cargar las patatas en los camiones… en total más de 4.000 euros por hectárea, que superan ampliamente lo que están percibiendo los agricultores en este momento.