Que el vicepresidente único y portavoz de la Junta, Francisco Igea, tiene una compulsiva querencia a meterse en todo tipo de charcos y disfruta chapoteando de bronca en bronca política es algo a estas alturas sobradamente conocido. Forma parte de una egocéntrica personalidad que requiere cada vez mayores dosis de protagonismo mediático.
Por si las competencias asociadas a su triple cargo -vicepresidente, portavoz y titular de una consejería fabricada “ad hoc”- no generarán por sí mismas bastante controversia, ya no se corta un pelo suplantando sin ningún rubor funciones que le entran en el sueldo a la consejera de Sanidad, su patrocinada Verónica Casado. Y últimamente le ha dado por responder en las sesiones de control de las Cortes preguntas de la oposición que, al referirse directamente a la gestión sanitaria, correspondería atender a la consejera, liberada así de esa obligación parlamentaria.
En la sesión de este martes Igea contestó tres preguntas, tres, que concernían a asuntos de la exclusiva competencia de Casado. Dos de ellas referidas al trato que la Junta está dispensando a los profesionales sanitarios, tema candente donde los haya tras el “decretazo” del pasado fin de semana, y otra más sobre la situación del área de Salud del Bierzo. El vicepresidente se empleó a fondo para rebatir las aceradas críticas de los socialistas Diego Moreno y Javier Campos, con los que intercambió gruesas descalificaciones. Sin embargo, el mayor rifirrafe lo mantuvo con Pablo Fernández, el de Podemos, que solicitó su dimisión y la de la consejera. “Solo le falta decir que Franco era demócrata, pero asintomático”, le espetó Fernández.
El afán de proteger a Verónica Casado de los dardos de la oposición llegó ayer aún mas lejos, ya que también fue exonerada de otra pregunta que recababa la opinión de la consejería de Sanidad sobre la campaña #Azúcar, te dejo. Para sorpresa del socialista José Luis Cepa, el encargado de responderle fue el consejero de Agricultura, Jesús Julio Carnero, quien, como es de imaginar, deploró el impuesto a las bebidas azucaradas y realizó una cerrada defensa del sector azucarero. No obstante, la consejera tuvo que escuchar como Cepa le aconsejaba “que dimita y deje ser el títere del señor Igea y del señor Mañueco”.
Por su parte, Ciudadanos reducía en este pleno su ración de mamporrerismo parlamentario a una única pregunta, la que sirvió el procurador leonés Francisco Javier Panizo para que el consejero de Cultura, Javier Ortega, pudiera desmentir tajantemente los rumores que han cuestionado el futuro del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Digo yo que para que el consejero despeje cualquier duda sobre la continuidad del MUSAC no haría ninguna falta el paripé de escenificar en las Cortes la respuesta a una pregunta convenida previamente con un procurador de su mismo partido. Pero es que han perdido no ya el sentido del decoro, sino también el del ridículo.