Hablar del lechazo en Salamanca es hacerlo de un producto de gran calidad gastronómica, gracias a la gran labor que realizan los ganaderos, y que son siempre los principales paganos de su mala situación.
¿Por qué? La razón es bien sencilla, y no es otra que el bajo precio del producto en origen, algo que no tiene ninguna repercusión con lo que paga el consumidor final en la carnicería o en las grandes superficies.
La cadena alimentaria siempre se rompe por el mismo sitio, siendo el productor el gran perjudicado, y más en un sector como el del ovino, destinado casi a su desaparición con el paso del tiempo en la provincia de Salamanca.
Su cabaña ganadera no hace otra cosa que descender con el paso de los años, hasta el punto de que resulta muy extraño ver a gente joven ejerciendo el oficio de pastor por el sacrificio, el trabajo y la escasa rentabilidad que ello conlleva.
Esto no son palabras vacías, ya que los números de la Lonja de Salamanca no dejan ningún lugar a la duda y demuestran que el precio de este producto sufre una involución o se queda anclado con el paso del tiempo. Los productores denuncian que el lechazo se paga al mismo precio de hace dos décadas en el origen, mientras que los gastos se disparan con el paso de los años.
Por ejemplo, el lechazo de más categoría, el Extra, cotiza en la Lonja de Salamanca en la actualidad a 5,05 euros el kilo, mientras que en 2019 lo hacía a 5,45 euros, en 2017 a 5,6 euros o en 2011 a 5,85 euros.
Igual ocurre si nos fijamos en la categoría de hasta 11 kilos, con un precio en origen actual de 4,8 euros el kilo, por los 5,35 de 2019, los 5,3 de 2014 o los 5,1 euros de 2011. Tan solo los años 2012 y 2013 igualaban estos números.
Y, por último, la categoría de 11 a 13 kilos sufre los mismos problemas, con una cotización actual de 4,25 euros/kilo, por los 4,8 euros de 2019, los 5,05 euros de 2014 o los 4,9 euros de 2917, siempre tomando como referencia la misma fecha del mes de noviembre.
Es una pena que un producto de tanta calidad no ofrezca la recompensa merecida a los que se encargan de que comer un lechazo se haga realidad.