Así están las cosas en Salamanca antes de la Navidad

Tras varias semanas de mejoría la curva muestra síntomas de cambio
gente aglomeraciones fin semana antes navidad (5)
Salmantinos por el centro, este sábado.

Hace un mes casi nadie daba un euro por llegar a la Navidad en Salamanca en unas condiciones epidemiológicas como las que reflejan los principales indicadores de la pandemia.

 

Las restricciones surtieron efecto y se frenaron los contagios casi en seco, lo que unas semanas después se ha traducido en un alivio significativo de la presión asistencial sobre el hospital. No así de las muertes, que en esta segunda ola se han producido en forma de un goteo constante, con sobresaltos esporádicos de mayor mortalidad, pero lejos de lo que ocurrió en la primera ola.

Sin embargo, en cuanto se han retomado las costumbres, lo que sutilmente se ha llamado relajación de las precauciones, el virus aprovecha para hacerse notar. Y ya está en ello.

Este fin de semana han dado síntomas de cambio dos de los principales indicadores epidemiológicos en Salamanca, que pueden ser premonitorios de una nueva escalada.

Se trata del número reproductivo básico instantáneo (IR), que mide la capacidad de contagio del virus. Cuando alcanza un valor de 1 significa que cada positivo contagia a otra persona, y cuando empieza a aumentar a partir de esa cota se entra en situación de riesgo de expansión y descontrol si no están bien rastreados los contagios.

El otro indicador que ofrece síntomas de fatiga es el de la incidencia acumulada a 14 días (número de positivos por cada 100.000 habitantes), que en Salamanca ha caído en picado durante el último mes (desde las restricciones de primeros de noviembre) y era previsible que en algún momento terminara esa tendencia, porque cada vez es más difícil arañar algunas décimas a este parámetro. También se podía producir un frenazo que diera paso a una estabilización, pero parece que empieza a repuntar. La Incidencia Acumulada es el indicador utilizado para establecer los niveles de riesgo y las restricciones asociadas a cada uno de ellos, conforme al llamado semáforo covid acordado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas.

Y, ahora los datos de la Consejería de Sanidad.

Los positivos diarios vuelven a estar en mínimos de la segunda ola, incluso por debajo de diez casos nuevos al día, excepto las tres jornadas de esta semana en las que pudo haber influido la movilidad del puente de la Constitución. Hace apenas un mes y medio estábamos cera de los 400 positivos diarios.

Este sábado quedaban 36 pacientes covid en planta y otros 10 en la UCI. Hace solo una semana había el doble de pacientes hospitalizados en el Clínico, tato en planta como en cuidados intensivos. De cualquier modo, en el pico esta segunda ola (de momento) la presión sobre el hospital ha sido menos de la mitad de la que hubo en el pico de la primera ola, cuando no sabíamos de dónde nos venía, como se propagaba y como se podía detectar y tratar, hasta donde alcanza la medicina.

Las muertes no cesan. La situación no es equiparable a la de los primeros meses, pero el riesgo de morir sigue intacto. Salvo algunos días sin nuevos fallecimientos, el coronavirus sigue cobrándose vidas de forma implacable, ahora en forma de goteo, pero incesante.

El primer indicador que se ha deteriorado, y casi a la misma velocidad a la que mejoró en el último mes, es el del IR, que en solo seis días casi se ha duplicado, pasando del 0,63 del 14 de diciembre al 1,29 de este sábado. Vertiginoso.

El otro que ha dado síntomas de deterioro este fin de semana ha sido el de la incidencia acumulada, que en un mes ha quedado reducida a la décima parte, pasando casi del millar de casos por cada 100.000 habitantes en el conjunto de la provincia a los 97 de este sábado, tres puntos más que el viernes, cuando tocó el mínimo con una incidencia de 94 casos. Es la primera subida en algo más de un mes. Ahora está por ver si empieza una fase de estabilización o de rebote.

Esta es la situación con la que llegamos quizá al momento más delicado de la lucha contra la pandemia, tras la suspensión delas fiestas de verano, al menos las oficiales, porque en vista de lo que vino después, es obvio que hubo celebraciones desenfadadas y descerebradas. Ahora nadie se ha atrevido a hacer lo mismo con la Navidad.

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