[dropcap]Q[/dropcap]uizá la omnipresente pandemia nos ayude este año a descubrir la verdad de la navidad cristiana y a hacer menos falsas e inútiles las celebraciones litúrgicas y los encuentros familiares. El mensaje y el misterio navideño de fondo no se va a ver afectado porque haya menos aforo en las iglesias y menos ruido y cachondeo en nuestros hogares. Seamos honestos: lo que rodea estas fiestas de invierno consumistas y laicas tiene que ver muy poco con la llegada al mundo de aquel niño judío.
Es un año ideal no solo para recordar lo que pasó Jesús y su familia (todo fue más normal y ordinario de lo que narran los relatos evangélicos de la infancia, relatos no históricos sino catequéticos y proselitistas…) sino sobre todo para descubrir y sintonizar con las miles de familias que lo están pasando muy mal, viviendo situaciones más duras y angustiosas que las que pasó aquella familia de Nazaret.
Las representaciones de nuestros belenes son muy ñoñas e infantiles, no describen con fidelidad el nacimiento de aquél infante judío. La familia de Jesús era pobre pero tendrían el apoyo y la ayuda de todos sus familiares y de los vecinos de Nazaret. Tanta sensiblería y romanticismo, tantas luces, árboles y bolas, tantos regalos casi siempre innecesarios, tantos cánticos dulzones y folklóricos…ocultan la verdad de la navidad.
Hoy, más que otros años, nosotros los creyentes deberíamos indignarnos y hacer algo por todas las personas que en nuestra tierra están sufriendo sin hogar, sin trabajo, sin acogida humanitaria…las consecuencias de la crisis sanitaria y social. Y por tantos hermanos nuestros emigrantes que vienen en muchos casos huyendo de las guerras, de la injusticia de sus países, del hambre y de las persecuciones a las que se ven sometidos.
Demos lo que nosotros mismos necesitamos: cercanía, cariño, cuidados, bienes, compasión. No cerremos el corazón y nuestras puertas. Poner el belén es compartir con los más pobres que nosotros. Menos achuches al Niño y más abrir nuestros bolsos y tarjetas de crédito a los más desfavorecidos. Menos turrón y más solidaridad. Menos polvorones y más echar una mano a tantos excluidos. Menos regalos y más austeridad.
No seamos falsos. No falsifiquemos estos días los que decimos que tenemos fe. Sólo así seremos felices y nos llegará la paz.
Y que los hermanos judíos, árabes, ateos y no creyentes tengan unos días de fiesta felices y tranquilos.…Salud y bienestar para todos.