[dropcap]D[/dropcap]esde una perspectiva realista, no es mucho el cambio que se da entre el décimo segundo tañido y el aflautado soniquete del matasuegras, los besos en su variante correspondiente según quien dé y quien reciba o el sonido del cristal en sutil colisión. Unos segundos más. Poca diferencia. Aun así se la otorgamos. Preguntémosle al sol por qué se sorprende con nuestros gritos cada vez que el planeta llega a este punto de la elipse.
Fascinante el poder que otorgamos al tiempo. Acepta cualquier collar aunque sigue ladrando según su criterio. Un aspecto que no me había planteado hasta que se posó en mi cabeza hace unas semanas y me tiene loco, es su valor. El monetario me refiero. ¿Te has parado a pensar que aceptamos otorgarle una cifra a su transcurso en lugar de a lo hecho él mediante?
Quizá me quede un texto cercano al ensayo político económico en su forma, te pido el esfuerzo de fondo para interpretarlo en clave filosófica. La premisa es el valor de una hora de sueldo. La sorpresa brota al preguntar por él a personas que trabajan en distintos sectores. La cuestión sería no tanto si debe valer igual, sino si tiene el mismo valor una hora limpiando escaleras o culos, cocinando un solomillo, dando clases de matemáticas a un grupo de adolescentes, extrayendo sangre para su posterior análisis, tratando de capturar un nuevo cliente para una compañía aseguradora y un gran y abrumador etcétera.
Porque sospecho que el entorno del mileurista da morada al mayor número de mortales. ¿Será el tiempo/dinero la única forma que tenemos de alimentar el mecanismo que movemos y nos mueve? ¿No hay ninguna otra manera de alimentarlo mejor? Pareciera ser que sí y que no, respectivamente.
El tiempo es papel. A pesar de ser quizá el único elemento con el que todos estamos en igualdad de condiciones, la división surge entre los que lo compran y los que lo venden. 24, 7, 30 y 365 por simplificar. Todos. Pero hay más acuerdo entre los primeros que entre los segundos, entre los que tienen el oro y con él dan valor al papel que entre los que aceptan el papel a cambio de su oro.
Acabamos de comenzar una nueva vuelta alrededor del astro más importante de nuestra vida, de nuestro tiempo. Un viaje que va a durar lo mismo que el anterior y el próximo, unas 8.760 horas. ¿Cuánto vale ese viaje según los precios medios de mercado? Multiplícalo por 6 aproximadamente, la cuenta redondeada de lo que recibe un individuo medio mileurista por cada hora efectiva vendida sin importar sinceramente haciendo qué. 52.560 euros.
¿Me venderías un año tuyo por poco más de cincuenta mil euros? ¿incluyendo el rato de los sueños? ¿Es un valor adecuado para el año de una persona? ¿Debemos seguir asintiendo al escuchar que el tiempo es oro? Para las primeras cuestiones no tengo respuesta, casi ni opinión. Para la última sí. Sí, es oro. Pero solo el que no decidimos o nos vemos obligados a vender. Ese no tiene precio. Ese tiempo, somos nosotros. Oro.