[dropcap]Q[/dropcap]ué buena la nueva película de Almodóvar»; «Qué mala actuación la de la protagonista»; «Pues a mí me parece que Brad Pitt es toda la película»
Por: Gonzalo Barrueco Otero
Seguramente algún tipo de frase del estilo (extrapoladas también a otras personalidades o películas) la hemos escuchado o dicho al salir del cine. También es posible que las hayamos pronunciado cuando comentamos, con mayor o menor fortuna, la última serie o película que hemos visto. ¿Pero alguna vez nos hemos parado a pensar en el peso real de la parte mencionada en ese comentario? ¿Atribuimos en exceso la responsabilidad de una parte del film a solo una parte involucrada?
Los créditos son la parte de la película que menos atención suele llevarse y el problema está en olvidar lo que éstos representan, cuando equivalen al cartelito que hay en los museos pictóricos al lado de cada pintura, solo que en esta ocasión mucho más extenso.
Empecemos por un ejercicio simple. Imaginemos que estamos en una sala de cine y suena la canción de cierre, termina el último plano y entonces llega ese largo e inmenso listado de personas y/o colaboradores que han hecho posible producirla. A no ser que contenga una escena secreta o estemos atrapados por el tratamiento de esos créditos nos levantaremos de la butaca y para ello en ese momento se encienden parte de las luces de la sala, diciéndonos que ya podemos irnos porque ya ha terminado. Y si el propio cine es el que te está dando esta indicación, es que algo se hace mal.
Por tanto, es algo tan arraigado en la cultura popular de este arte que hasta el propio sector es partícipe y lo podemos encontrar en las galas y festivales de cine. En el caso de las galas, ya se clasifican los premios en función de importancia por parte de la organización al situar en el distinto orden de entrega, los “menos importantes” al principio.
Además, por parte del público le presta menor interés a estos premios siendo prueba de ello las cifras de audiencia y todo acaba siendo una especie de reality televisivo, un evento de pompa y circunstancia por ambas partes. Con esto no quiero menospreciar lo necesarias y valiosas que son estas galas y festivales para el cine, o el valor creativo y de responsabilidad que tienen las directoras y directores, sino que pretendo reflexionar a cerca de la importancia que tiene todo el equipo de una película y no solo una parte de él.
Creo que también el nivel de la producción cinematográfica ha hecho que el público se acostumbre a unos estándares de calidad en ciertos apartados, y es precisamente cuando algo en el estándar falla, cuando nos acordamos del resto de departamentos.
Un ejemplo claro podemos ilustrarlo con el diseño de sonido. Si metiésemos a una serie de personas en una sala en la que proyectásemos una película con una mala fotografía, pero con un sonido perfecto, y en otra lo hiciésemos al contrario, lo más seguro es que el segundo grupo no aguantaría y saldría de la sala mientras que del primero seguramente aguantaría la mayoría.
Esto no quiere decir que el sonido sea más importante, sino que estamos acostumbrados a que siempre sea de una calidad a lo largo de toda la película, mientras que la fotografía por otro lado es cambiante.
Otro ejemplo sería si en una producción renacentista encontramos un anacronismo en las vestimentas o en el decorado y entonces recordamos al departamento de arte, pero incluso cuando algo como esto ocurre la critica general caería sobre la directora o director, también responsable, pero no únicamente.
Por último, el otro factor clave es la invisibilidad del equipo. El cine, a diferencia de la pintura, escultura, escritura o fotografía y al igual que la danza o el teatro, es un arte en el que participa más de una persona generalmente. Si un técnico de luces no pone el foco en la actriz en una obra de teatro no la veremos, y de la misma manera en el cine. El 90% de la gente que lo ha hecho posible se encuentra detrás de cámara o en salas de montaje, haciendo más difícil acordarse de ellas, pero siendo igual de importantes.
Y es que en este arte la palabra fundamental es equipo, y a lo mejor nos acostumbramos a ver en una obra a un único artista, pero el producto es resultado de muchos factores y en este caso el orden si puede alterarlo, ya que cualquier nombre desde el primero hasta el último de esa lista de créditos de la película falla, la película también lo hace.
Por lo tanto, la próxima vez que nos sentemos en una butaca, intentemos ver también los créditos, al menos para que si no nos ha gustado, le echemos la culpa al tipo adecuado.