[dropcap]P[/dropcap]arece mentira pero ya casi ha pasado enero y está a punto de instalarse febrero en el vecindario, y junto a él dos de las galas más importantes en el mundo del cine: los Globos de Oro y en el ámbito nacional los Goya. En ambos eventos de pompa y circunstancia distintas figuras de las élites políticas se dejan ver junto a las altas, medias y bajas esferas de este arte que hayan conseguido una nominación o una invitación al evento.
Se trata de un día más que necesario para este mundo y que pone, al menos una vez al año sobre la mesa, el valor de este arte y los problemas que puede estar sufriendo a través del discurso del presidente de la academia o de la voz de los premiados en su discurso.
Es fácil imaginarse por donde tirarán todos los discursos de este año solicitando las ayudas urgentes que necesita el sector del cual dependen miles de personas en nuestro país. Porque no hay que olvidar que el cine no solamente son las caras que aparecen en estas galas, sino las miles de personas que salieron el pasado 17 de septiembre a las calles de manera organizada llenando (con distancia de seguridad) la Puerta del Sol en el caso de Madrid. ¿Saben quienes son? Seguramente no porque estas personas no encontraron visibilidad en los medios ya que eso “no es lo que importa” sino que importan más los trajes y apretones de manos de alfombra roja para dejar debajo de ella el polvo y la suciedad.
No obstante el reto no está en pensar qué puede ser de esta gala, sino en imaginar quiénes serán las voces que puedan poner de manifiesto las preocupaciones en el futuro, por ejemplo en 2040. ¿Qué será de la industria cinematográfica en veinte años? Intentemos predecirlo.
El cine es el arte más joven y que más experimentación e innovación ha tenido en las últimas décadas y en España hoy en día tenemos una industria sólida, capaz y muy extensa. Por un lado contamos con festivales de renombre como San Sebastián, Málaga, Gijón o Sevilla. También en todas las disciplinas figuran nombres internacionalmente conocidos, no únicamente referidos al ámbito de la dirección o interpretación sino también otras disciplinas como la dirección de fotografía, arte o composición.
Y además por si fuese poco cada vez son más las facultades o escuelas de cine en nuestro país que forman e inculcan el valor del cine a nuevos y nuevas cineastas que quieren hacerse un hueco en este difícil mundo, y esas personas precisamente son la clave de ese 2040 más cercano de lo que parece.
El año pasado, cuando Almodóvar subía a recibir uno de los múltiples premios que recogió por Dolor y Gloria, interpelaba al presidente de la Academia y al presidente del Gobierno de que a quienes se debían apoyar era a los siempre denominados “jóvenes creadores”. Aquellas directoras y directores que o bien se están formando o bien ya lo han hecho y están luchando contra viento y marea para conseguir realizar su película, buscando financiación hasta debajo de las piedras debido a las escasas e insuficientes subvenciones disponibles.A su vez aquellos que hayan superado esa barrera buscarán su representación en festivales para abrirse poco a poco camino.
Afortunadamente, con el cambio que han traído las plataformas, la posibilidad de difusión de proyectos “independientes” ha encontrado una mayor visibilidad con plataformas como Filmin, pero no es suficiente. Las ayudas son pocas e insuficientes y la concepción que se tiene del valor del arte audiovisual es muy infravalorado y a pesar de que llegase una cuarentena en la que mucha gente se refugiaba en las series y películas, pronto se olvida todo eso.
Además, incluso llegan críticas bastante populares de que las subvenciones son excesivas o incluso que no debería invertirse dinero público en ello. Esto es a mi parecer un tremendo error, ya que no solo se trata de apostar por la cultura y el valor que tiene en si misma, sino que es parte de la marca de un país de la que tanto le gusta hablar a muchas personas y genera unos ingresos y puestos de trabajo más que necesarios. Sin embargo es fácil poner buena cara en las galas y apoyar al cine un par de días al año, lo difícil viene cuando se trata de invertir en el resto de días.
En un futuro 2040, a lo mejor seguimos viendo alguna cara actual subir a recoger un premio pero también veremos muchas nuevas, pero para que eso sea posible es necesario apoyar a los nuevos cineastas y hacer más rica la variedad cinematográfica que puede aportar España, desde películas de catalogo de Netflix hasta un cine de autor más íntimo.