[dropcap]H[/dropcap]ace unos días escribí una columna dedicada a los créditos finales de una película hablando de la importancia que tenía quedarse en la butaca del cine para poder reconocer el trabajo, para bien o mal, de cada de las personas que trabajan detrás de las cámaras, que muchas veces son olvidadas o directamente se desconocidas para el espectador, ya que no son parte del atractivo televisivo de este mundo de galas y festivales. Para intentar revertir esa costumbre, hoy empiezo una serie de artículos dedicados a aprender las funciones que tienen algunos de estos departamentos, sin los cuales la película no existiría, siendo el primer artículo dedicado al departamento de arte y el de vestuario.
Empezando por los cimientos de la casa, lo primero sería definir qué es y qué hacen exactamente estos equipos en la elaboración de una película. En primer lugar, a la hora de coger un guion y traspasar lo que unas lineas de texto significan en imagen y sonido, entra en juego la composición del plano, es decir, lo que se va a ver y cómo se va a ver, y esto no corresponde únicamente al director o directora de la película sino a muchas patas del equipo.
Imaginemos por ejemplo que el guion contiene una escena sencilla de una cena de pareja en un restaurante de Madrid y cuya historia está situada temporalmente en los años cuarenta. Esta escena bien podría llevarse a cabo de mil maneras distintas, con una complejidad mayor o menor y ahí es donde la dirección y la fotografía juegan su papel plasmando su seña de identidad, pero desde luego lo que nos chocaría es que esa pareja vistiese con pantalones campana y camisas hawaianas, y que además en la pared del restaurante se viesen fotografías de los Beatles, los Rolling Stones, ABBA o Bob Dylan, ya que todo ello pertenecería más bien a una ambientación setentera y no de los años cuarenta. Por lo tanto la dirección de arte tiene una función narrativa en la historia y estética tan importante que si desencaja con lo que se cuenta, perfectamente puede echar por tierra una película, y en este caso era una escena sencilla, pero la complejidad en cada producción puede variar exponencialmente.
Sin embargo este ejemplo solamente ilustra lo que se espera de la dirección de arte, pero en realidad sigue siendo mucho más que eso. En un guion una frase tan simple como “La habitación de una quinceañera que le encanta el pop” puede significar horas y horas de trabajo. Existen muchas maneras de imaginar esa habitación y seguramente cada uno tendremos una distinta en la cabeza y es en gran medida labor del departamento de arte y del director/a, plasmar cómo es esa habitación en la película. Además existen muchos factores de la propia estética del film como la atmósfera, la fotografía, la paleta de colores, etc, que harán que esa habitación se vea de una manera u otra y puedan potenciar enormemente la narrativa de la misma. Y como una imagen vale más que mil palabras, veamos esta vez con algunos ejemplos reales como una producción puede ganar mucho o irse al traste gracias a la dirección de arte y vestuario.
Gambito de Dama
El primer ejemplo que traigo es de la aclamada y reciente producción de Netflix “Gambito de Dama”. Esta serie ha conseguido batir todos los récords de la plataforma y, a parte de por una trama bien construida, una interpretación y dirección sobresalientes, lo ha logrado por cuidar al detalle los apartados que ocupan esta columna.
La serie deslumbra por una paleta cromática que en ningún momento se pervierte, como podemos ver en los fotogramas de la imagen, siempre con unos tonos apastelados que se complementan entre ambientación y vestuario. Hay que pensar que detrás de cada una de las localizaciones, detrás de cada uno de los planos, hay una labor de investigación, documentación y planteamiento de una idea para ambientarlos, unido a un laborioso trabajo de llevarla a término. Esas revistas en la primera foto o el estampado de la pared en la segunda no están puestos al azar, sino que existe un trabajo muy medido detrás.
Almodóvar -Antxón Gómez
Si barremos para casa para ilustrar de nuevo el papel tan importante que tiene la dirección de arte y de vestuario, quizás Almodóvar es uno de los directores españoles que más han conseguido destacar en este apartado, ya que siempre ha aprovechado en la composición de los planos todo lo que este apartado podía darle, creando una seña de identidad fácilmente reconocible. En todas sus películas existe un trabajo en relación al color (con colores muy vivos en la mayoría) a la ambientación y al vestuario (mezclando señas del folclore español). En este caso el propio Almodóvar mete mucho el pie en su diseño aunque no sería posible llevarlo a cabo sin todas aquellas personas que ayudan a su puesta en práctica y dentro de ellas uno de los directores de arte que más veces le ha acompañado es Antxón Gómez.
Wes Anderson -Stephan Gressler
Como último ejemplo, otro director que lleva al extremo este apartado es Wes Anderson, que se caracteriza porque cada plano de sus películas podría funcionar como un cuadro en sí mismo. Por ejemplo en su celebrada película “El Gran Hotel Budapest”, cada uno de los planos valdría para una larga charla de domingo por la tarde, y esto es gracias al diseño de arte de Stephan Gessler y a un equipo de más de 30 personas que están ahí para generar ese diseño y llevarlo a cabo: atrezzistas, diseñadores, carpinteros, peluqueros, maquilladores, diseñadores gráficos, etc. Por ejemplo con la foto anterior en la que los personajes están enterrados en cajas de una pastelería puede pasar desapercibido en el momento en el que la vemos pero cada una de las cajas tiene un color, un lazo perfectamente puesto, un grafismo, y todo eso no está ahí de casualidad. Si no fuese por todas esas personas la película no tendría la buena crítica que ha recibido, y aunque la cabeza artística del proyecto sea Wes Anderson, no debemos olvidar que no todo pertenece al director y a su vez esta dirección artística funciona gracias a un estilo de fotografía, a un montaje y a muchas otras patas de gran importancia, en resumen a un equipo que rema en una única dirección.
Estos son solamente tres ejemplos que tienen la difícil tarea de ilustrar cientos de miles de películas más que podrían ponerse para hablar de la dirección de arte, cada una con un estilo y un trabajo mejor o peor. Sin embargo lo que se trata es de pensar que cuando vayamos al cine y paguemos una entrada o cuando salgamos de la sala, tengamos un nuevo apartado de la película que analizar y tener en cuenta, y que cuando le den el Óscar o el Goya a la mejor dirección artística, no cambiemos el canal.