[dropcap]E[/dropcap]n esta vida puedo entender muchas cosas, otras lo intento y otras ni me molesto en ello. El concepto que tienen algunos menores de las ‘bromas’ es algo que no merece ni gastar energía para intentar comprender, porque por mucho estudio, análisis y conclusiones seguirán siendo incomprensibles para mí.
Hace un año, una estudiante de 12 años, en Reino Unido, fue obligada bajo amenazas por una compañera de clase a meterse en un río. No salió de él, dejo su corta vida allí. Al preguntar la policía a su compañera por los hechos, ésta declaro que quería divertirse, que era una broma.
También fue una broma en 2017 para otros menores, que sabiendo que su compañero de clase, al que acosaban constantemente, era alérgico al queso pusieron una loncha en un bocadillo y se lo hicieron comer, con consecuencias mortales para el estudiante de 17 años. Esa fue la última ‘broma’ que sus compañeros le dedicaron, después de aguantar de manera reiterada durante años las risitas en los pasillos y las burlas en las esquinas. No hubo vuelta atrás para él tampoco.
Podría poner más ejemplos, porque los hay. Son ya demasiados casos, en los que una de las partes no se ríe y cuando uno no se ríe, estas ‘hazañas’ ya no son bromas.
Ya ven la calidad de las ‘bufonadas’ y sus consecuencias. Lo que a unas personas les produce satisfacción y jolgorio, a otros les supone una lenta agonía psicológica, social y como ya hemos visto mortal en ocasiones.
También puede parecer una diversión la inducción al suicidio, que muchos estudiantes soportan por parte de sus compañeros. Un delito difícil de demostrar, pero que existe, aunque no se hable de ello.
Actualmente, se está considerando la reforma del Código Penal para ciertas cosas, por mi parte quizás los que nos legislan deberían plantearse también, tipificar lo que pueda parecer para muchos una broma y no deja de ser un delito, como es el acoso escolar, una violencia que se ejerce, lo queramos ver o no, y que se lleva por delante la niñez y la adolescencia de muchos y muchas mientras se puede llegar a disculpar solamente porque ‘cuatro’ se ríen.
Demasiadas burlas, también en personas adultas que no contentos con la humillación a quienes someten, lo publican y lo comparten, como si de una hazaña de la que hay que sentirse orgulloso se tratase.
Lamentables acciones que ponen en jaque las diferentes maneras de buscar el doble sentido a una misma palabra y malinterpretar el significado de esta.