[dropcap]N[/dropcap]os faltan días en al calendario para tanta efeméride, hoy 14 de febrero celebramos San Valentín, día de los enamorados. Yo no se si los enamorados necesitan tener un día al año para reafirmar la fe y sacar los sentimientos en procesión, con doce rosas rojas envueltas en papel celofán.
Pero ya puestos instauremos el día del desengaño y no olvidemos a los seres asintomáticos en esto del amor, habrá que buscarles el día de ni fu ni fa, que también tienen derecho a celebrarlo.
Por más que nos marquen el camino, quererse no tiene horario ni fecha en el calendario… lo dice la canción. Es un sentimiento, como tal viene y va sin avisar, y puede ser tan perturbador recibirlo como despedirlo.
Cuando ronde nuestras vidas activemos la inteligencia emocional y afrontaremos este sentimiento con serenidad, desde el conocimiento personal. Ardua tarea, que lleva años de introspección personal, buscando en los adentros para relacionarnos con nosotros mismos, pero sin mirarnos en el espejo, que eso nos puede llevar al narcisismo y bastante tenemos con enamorarnos de otra persona.
El amor une a todos por igual, pues hace hueco en un mismo espacio a todas las gentes, sin distinguir la naturaleza o situación social de cada quien, incluso a menudo cura los prejuicios sociales. En sí no es un problema, pero si sus efectos secundarios, la tristeza incontrolada o la euforia desenfrenada, que nos asfixian la mirada, hasta que pasado un tiempo normalizamos las pulsaciones.
Las secuelas más comunes son el cariño, el afecto, la amistad… y el desengaño que merece capitulo aparte, donde podríamos tratar el autoengaño o el victimismo como piedra angular de la culpabilidad, lo mas complicado en este supuesto es comprender que en toda relación humana cada cual tiene su parte.
En esto del amor, lo único que tiene que quedar claro es que el hecho de estar poseído no otorga derecho alguno a poseer lo anhelado.
Feliz san Valentín.
El Blog de Pablo de la Peña, aquí.