La generación perdida de Salamanca

El colectivo de entre 25 y 44 años, el más castigado y acomodado en el ámbito laboral
Gente andando

¿Crisis? ¿What crisis? ¿Pandemia? ¿What Pandemia? Los años 2007 y 2020 tienen grandes similitudes en el apartado económico.

Cada uno de estos momentos de crisis se debió a factores diferentes, pero lo cierto es que el final de una ha sido casi el inicio de una nueva. La de 2008, que ya comenzó a ver sus primeros brotes a finales de 2007 se debió al estallido de la ‘burbuja’ inmobiliaria y a una gestión que dejaba mucho que desear de los fondos públicos.

La actual es muy distintas en cuanto a su origen, pero similar en los efectos que está teniendo entre la población española y, por extensión, salmantina. El ladrillo y un virus hasta esos momentos desconocido cambiaron radicalmente nuestra manera de concebir la vida.

Por eso, se puede hablar de una generación perdida, ésa que abarca un abanico de años entre los 25 y los 44 años, que se ha visto seriamente golpeada por el desempleo; unas veces por la falta de trabajo y las malas condiciones laborales, y otra por la comodidad de cobrar una ayuda sin tener que apelar a esa cultura del esfuerzo que tanto se echa de menos. La sociedad debe cambiar, y mucho, para recuperar a la gente en su mayor plenitud al mercado de trabajo.

“A esta generación le pilló de lleno la crisis de 2008, donde o bien trabajó de un modo no continuo, o bien no conoció una larga etapa laboral; se ha acostumbrado a mantenerse y vivir con las ayudas existentes y tener sus necesidades mínimas cubiertas”.

Así lo indica un empresario salmantino a La Crónica de Salamanca (ha preferido mantener el anonimato), asegurando que el principal problema ahora es su escasa experiencia para ser candidato a un puesto de trabajo. “Les ha pillado la siguiente crisis y ahora se dan cuenta que, entre la comodidad de las ayudas y su escasa experiencia, no les merece la pena trabajar. Es duro, pero es así”, asevera.

Estas reflexiones no son en balde ni cuestiones fruto de la inventiva, ya que se apoyan en unos demoledores datos que recoge el ministerio de Empleo. De ellos se desprende que en el año 2007, la cifra de desempleados en la provincia de Salamanca (muchos son de larga duración) ascendió en el cómputo global a 103.414 personas, con una media de 8.617 al mes, siempre refiriéndonos al tramo que va de 25 a 44 años.

Este mismo dato, pero en el año 2020, eleva la cifra de desempleados hasta los 115.570 desempleados, 12.156 más anuales o un incremento de 1.013 más cada mes, siendo más acusado el paro entre las mujeres que entre los hombres.

Este dato ya es de por sí muy abultado, pero es aún más grave si se analiza la población total de 25 a 44 años en Salamanca en esos dos años; en 2007, la población comprendida entre esas edades era de 103.610 habitantes, por los 74.552 del pasado 2020. O lo que es lo mismo, más población, menos parados (2007) y menos población en edad de trabajar, más desempleados (2020).

Todo esto tiene que ver con “la capacidad de esfuerzo; todo lo que suponga hacer un poco más o algo que no nos guste mucho ya es malo. Hemos llegado a un punto en el que esta generación no sabe ni quiere enfrentarse a los problemas y a las situaciones que les pone la vida”, señala este empresario de Salamanca.

Otro aspecto importante para esta situación, especialmente en este año 2020, es el tema de las bajas médicas. “Ahora ya ni se va al médico, porque la mayoría de las consultas son telefónicas y las bajas son inmediatas sin apenas tener que justificar nada. El hecho de tener las necesidades básicas cubiertas lleva a acomodarse y a no querer problemas en la vida; muchos prefieren ganar 430 euros sin hacer nada que 1.000 0 1.200 trabajando”.

En teoría, las personas de 25 a 44 años están en la plenitud de su vida personal y laboral, pero se da la circunstancia de que los ciudadanos que superan los 44 años son los más responsabilizados, “al igual que los de 18 a 22-23, que vienen con muchas ganas y fuerza y apuestan por lo que hacen”, asegura.

“Cada cambio es un drama”

Desde hace unos años, para este tipo de población, “cada cambio es un drama, alguien que se adapta a vivir de una manera, cuando tiene que afrontar los problemas, o no es capaz o directamente no quiere complicarse la vida. Al final, las ayudas, si uno sabe hacerlo bien, no se acaban nunca”, explica este empresario.

¿Qué posible solución existe ante este complicado panorama? “La única vía posible es la selección natural, creo que no hay otra manera; el que vale saldrá adelante y al final, el que no vale se quedará atrás y no será capaz de afrontar la vida».

Por último, en este año de dura pandemia por el que atravesamos, sí se ha notado un cambio en las relaciones laborales. “Los trabajadores están más irascibles y las relaciones entre ellos se han deteriorado bastante, algo que es comprensible. Nuestra cultura es de ir a los bares, pero no para beber y sí para relacionarnos con los nuestros; o viajar. Y si nos quitan esas cosas, la crispación se eleva hasta el punto actual”, concluye.

La generación perdida, en cifras:

Año completo  2007 2020
Total parados 103.414 115.570
Total población 103.610 74.552
Media mensual 8.617 9.630

 

2 comentarios en «La generación perdida de Salamanca»

  1. «Les ha pillado la siguiente crisis y ahora se dan cuenta que, entre la comodidad de las ayudas y su escasa experiencia, no les merece la pena trabajar.»
    «La capacidad de esfuerzo; todo lo que suponga hacer un poco más o algo que no nos guste mucho ya es malo. Hemos llegado a un punto en el que esta generación no sabe ni quiere enfrentarse a los problemas y a las situaciones que les pone la vida»

    Se nota lo de «empresario». No somos comodones faltos de experiencia, pero parece que estamos condenados a ser los malos por no conformarnos.
    Una de mis peores experiencias laborales fue un contrato de 15 días, después de meses repartiendo currículums y haciendo entrevistas. Tras 15 días de atender llamadas de gente reclamando su sueldo de meses, yo también acabé en el juzgado para reclamar lo que me correspondía. y al final la que pagó fue Fogasa, pero porque al «hombre» no le salió de las narices(el señor recorta en los suministros pero no le falta el dinero)

    No somos la generación perdida, somos la generación que la sociedad no supo aprovechar

    Responder
  2. Lamentable y tendencioso artículo al que le falta constatar estas opiniones y lugares comunes del empresauriado explotador con la otra parte. Con la que somos parados, precarios, mileuristas, mal pagadaos…puedo asegurar que en mi entorno de familia, amigos, compañeros en el sindicato y en algunos movimientos sociales, lo que estamos es gente que QUIERE TRABAJAR. QUIERE VIVIR. QUIERE CREAR SU FAMILIA. QUIERE TENER SU VIVIENDA, SER FELIZ, DESARROLLARSE EN SALAMANCA.
    Mi caso particular: Tengo 38 años y hasta hace 6 años tenía 12 años cotizados, con dos fps de grado superior- Podía llevar entonces dos o tres años más cotizados pero qué casualidad, en la hostelería salmantina el trabajar sin contrato es la norma. Desde qué sufrí una deslocalización en 2015 sólo he podido cotizar 3 años. Yendo de trabajo en trabajo. Pateando los polígonos comerciales del empresauriado salmantino. Haciendo entrevistas y desechando lo de trabajar gratis que más de una vez y de dos me ofrecieron como migajas. Y al final he emigrado para trabajar en un media markt a media jornada. Por lo menos , tengo tiempo y ganas para estudiar una carrera a distancia.
    ¿Qué somos acomodados? Pues quizás si, pero menos mal para los criminales corruptos que nos roban y lastran las oportunidades y encima se atreven a darnos lecciones de «iniciativa», «emprendimiento». Porque si fuéramos un mínimo activo sus blancos cuellos …
    Me podía esperar ver las nauseas de un junta letras ultraliberal en el 24horas o en la gaceta, pero en un diario que se presenta como alternativo…

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