El acoso escolar, el ciberacoso o nuevas prácticas como el ‘grooming’ o el ‘sexting’ tienen, por desgracia, cada vez más peso en la sociedad actual.
Una escasa (a veces mala) educación de los niños sobre el uso de las nuevas tecnologías y redes sociales puede ser crucial para que algunos de ellos sean víctimas o verdugos de estas deleznables prácticas.
Los últimos datos publicados por la Junta de Castilla y León tienen una doble lectura que invita poco al optimismo pese al descenso de los casos de ‘bullying’ en el curso 2019-2020.
“El acoso escolar tiene que bajar, es lógico, porque han estado cerrados los centros durante varios meses con motivo de la pandemia. Pero es cierto que el ciberacoso es una prolongación del acoso escolar en sí y durante todo este tiempo, los menores han estado interactuando desde casa con las pantallas y las nuevas tecnologías”.
Así lo explica Carmen Guillén, presidenta de la Asociación Salmantina contra Bullying y Ciberbullying, quien tiene claro que el ciberacoso “ha experimentado un crecimiento porque es necesario educar digitalmente en las nuevas tecnologías a los niños, no se ha educado lo suficiente en este apartado. La clave está en prevenir y educar y evitar el mal uso de estas herramientas”.
Según los datos de la Junta de Castilla y León es cierto que los datos de incidencia han bajado claramente, pero las aulas estuvieron cerradas tres meses en el pasado curso. Así, en el curso 2019-20 tuvieron lugar 86 incidencia en los centros de la provincia de Salamanca (61 en públicos y 25 en privados), mientras que en el anterior, el 2018-19, la cifra fue de 100, lo que supone un descenso del 8,41%. Salamanca fue la segunda provincia donde se produjo un mayor descenso tras Soria, con un 18,82% menos de incidencias.
En este apartado, los casos de acoso en el curso 2016-17 en Salamanca alcanzaron los 46, por los 56 del curso 2017-18, los 37 del 2018-19 o los 26 del pasado curso, siendo ésta la menor cifra de los últimos años, con los centros tres meses cerrados por la pandemia.
Sin embargo, este dato contrasta, y mucho, con el crecimiento del ciberacoso, que ha pasado de una solo incidencia en los cursos 2017-18 y 2018-19 a los 11 del pasado curso… siendo el cierre de las aulas la causa de este incremento desorbitado.
La importancia de la educación en el ámbito familiar
«El primer agente que debe educar en este apartado, tanto el acoso como el uso de las nuevas tecnologías, es la familia; la labor de los padres es fundamental. En esta ocasión, y durante la pandemia, esta situación nos ha quedado un poco grande porque era algo que no esperábamos y de repente nos vimos metidos en casa, con muchos problemas de fondo como muertes, paro, ertes, negocios cerrados… mucha gente que no ha ingresado dinero y se relajaron este tipo de atenciones. El único medio de contacto con el mundo exterior para muchos niños eran las pantallas y, en muchas ocasiones, sin la supervisión de un adulto», explica Guillén.
Por tanto, estos hechos son solo “la punta del iceberg, porque vemos como cada vez cotiza más al alza el ‘grooming’ (pederastia) o el ‘sexting’ (mensajes sexuales o pornográficos); vienen pisando fuerte y esto es solo la punta del iceberg de lo que existe realmente”.
Además de la familia, también es importante que esta educación “se complemente con los centros educativos con charlas o jornadas. Vemos a diario el mal uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales, con mucha información malversada. Incluso hay niños de 8-9 años usando aplicaciones que son para niños de 13 a 16 años… y son como esponjas, se quedan con todo. Los padres importamos esa información porque somos inmigrantes digitales, pero nuestros hijos ya nacen con la Tablet en el mano. Hay que avisar y educar”.