[dropcap]E[/dropcap]l primer bulevar de Salamanca se construyó en Pizarrales, entre las calles Alfareros y Marineros, y costó 23 millones de pesetas. Se logró una amplia zona de jardines, paseos, pista con gradas, juegos infantiles, y cancha de calva y petanca. Se inauguró el 21 de marzo de 1987 con la celebración del día del árbol. Fue una jornada importante para la ciudad ya que se plantaron nada menos que dos mil árboles de distintas especies, 150 de los cuales fueron a parar al nuevo bulevar.
El proyecto de la prolongación de Gran Capitán fue redactado por los servicios técnicos del Ayuntamiento y aprobado por la Corporación en diciembre de 1985. La urbanización llegaba hasta el nuevo colegio y partía del lugar donde terminaba la ciudad, en la calle Río Arlanzón, en la Charca Capuchinos. Se trataba de asfaltar el camino que los escolares de aquella zona debían recorrer hasta su colegio.
La tramitación de la urbanización de Alfonso IX, en el barrio Garrido, fue muy compleja. Tuvimos que ocupar edificaciones ruinosas. Algunos propietarios se avinieron a firmar con el Ayuntamiento los contratos de compra venta en diciembre de 1986. Así adquirimos mil metros cuadrados de superficie por 19 millones de pesetas. Esta avenida comunica la calle del Greco con la Avenida de Federico Anaya. Muchos de los propietarios eran desconocidos. El primer tramo urbanizado fue el que va de Federico Anaya a la calle Wellington, la segunda fase de la calle Trabajo a la calle del Greco, donde existía una casa en medio de la futura vía, que estaba habitada e impedía la urbanización, y la tercera fase contemplaba la parte central. Necesitábamos parcelar antes de recurrir a la expropiación. Mientras se tramitaba este complejo asunto por el concejal del barrio, Jorge Sánchez Olivera, los vecinos se quejaron de la existencia de casas ruinosas que suponían un peligro para la seguridad del vecindario.
Otro concejal, Manuel Campo, trabajó con el mecanismo legal de la acción sustitutoria. El Ayuntamiento abordaba las demoliciones que correspondían realizar a los dueños de las viviendas ruinosas y les pasaba la factura. Las obras comenzaron poco antes de que perdiéramos las elecciones de 1987, después de mis primeros ocho años de mandato, y en el tiempo en el que estuve como alcalde en funciones.